De lo que se trata es Si podremos convivir con “el otro”, Sobre este tema Se han escrito muchas páginas y aún hoy es tema de debate.
Alain Touraine, famoso sociólogo y politólogo francés, contemporáneo, en la Presentación de su libro “¿Podremos vivir juntos?”, nos dice que los elementos globalizados, ya se trate de bienes de consumo, medios de comunicación, tecnología o flujos financieros,”…al estar presentes en todas partes, en realidad no están en ninguna cultura en particular hace que solo vivamos juntos en la medida en que hacemos los mismos gestos y utilizamos los mismos objetos, pero sin ser capaces de comunicarnos entre nosotros más allá del intercambio de los signos de la modernidad.” solo vivimos juntos al perder nuestra identidad.
Frente a este panorama complejo no resulta fácil vivir juntos, pero debemos ser incansables en intentarlo. Y para ello es muy importante al menos, Si no defender; comenzar por conocer nuestra identidad. Porque la pérdida de
identidad lleva a la despersonalización y al debilitamiento.
Desde el psicoanálisis se reconoce el papel identificante que cumple toda ideología o religión y que es tan importante o más que su papel legitimante.
Erik Erikson cuando habla de las diferentes etapas que atraviesa el niño en su desarrollo, hace gran énfasis en la ritualización es decir, en la educación o forma en que se van aprendiendo normas y adoptando conductas cotidianas, como también en el papel ritualizador de las ideologías a medida que madura el niño y que genera sentimientos de confianza, seguridad y reconocimiento.
Para Erikson “…la fuerza más básica de la vida humana, la esperanza, surge integra de la primera familiaridad y mutualidad…” (1)
El Islam considera muy importante la educación del niño a temprana edad.
El Imam Ali (R) dijo: “El niño tiene derecha sobre su padre y el padre también tiene derecho sobre su niño”
“La mente de un recién nacido es como la tierra virgen que acepta toda semilla sembrada en ella.”
Es por ello que, junto con mi esposo, consideramos imprescindible, en un mundo globalizado, donde existe gran decadencia de valores por un lado, y una invasión cultural por el otro,(más aún en un país como Argentina que, no
solo tiene escaso conocimiento del Islam sino que, al igual que el resto de los países subdesarrollados depende, no solo económicamente sino política y culturalmente de los países centrales desarrollados), celebrar en forma muy
especial y junto a la comunidad los nueve años lunares de nuestra pequeña Fátima.
Lo viví con cierto temor al comienzo, porque siendo tan niña no sabía si ella estaría lo suficientemente preparada para aceptar una responsabilidad tan grande ante Dios y ante la sociedad. Muchas veces me pregunté si ella lo
haría simplemente por imitar a sus padres o por sentirse en obligación porque era nuestro deseo, pero que no sería por convicción propia. Ello me llevó a pensar en distintas alternativas como por ejemplo esperar a que sea
más grande, o vivir en un país islámico donde la socialización sería mejor, o el camino que finalmente adopté de encomendarme a Dios, tratar de actuar y llevar a cabo sus preceptos, pero intentando de la mejor manera de crear y
forjar una comunidad con firmes convicciones, donde “el otro” nos reconozca y conozca.
Tuve en consideración que, si bien es una niña, ello no implica que no esté capacitada para entender el Islam, según su madurez. Creo que no hay que subestimar a los niños en su grado de entendimiento por tener escasa edad.
En segundo lugar Si bien considero que puede actuar un poco por imitación y un poco por convencimiento, considero que es necesario que en esta etapa de su desarrollo sea así. Por otro lado, pretender a esta edad que un niño
tenga absolutas convicciones, es muy pretencioso y bastante irreal.
¡¡¡Cuantas veces, con gritos y pataleos, reclaman cosas, absolutamente convencidos de que es eso lo que desean y luego las desdeñan con la misma actitud!!!
Es importante que el niño se eduque con valores y que tenga modelos.
El rol que cumplen los padres en la educación de sus hijos es fundamental.
Esta educación no debe limitarse a la enseñanza de los buenos modales, el aprendizaje escolar, la higiene personal y la alimentación. Si bien son fundamentales, sólo son formales y serán instrumentos vitales para conducirse en la vida. Le permitirán al niño socializarse y estar sano en lo corporal. Pero la educación religiosa no debe ser abandonada o postergada a la decisión personal del niño para cuando sea mayor de edad, pues brinda una salud mental y espiritual que es aún más importante y vital para el ser humano y la sociedad toda.