A. MORAL SEXUAL CRISTIANA
A pesar de que el cristianismo es comúnmente considerado una religión basada en las enseñanzas de Jesucristo, utilizo en este libro la palabra “cristianismo” para referirme a las enseñanzas de la Iglesia. Tengo motivos para hacerlo así, ya que la Biblia no deja constancia de nada de Jesús sobre el matrimonio y el sexo. Siendo la excepción el sermón condenando el adulterio visual y físicamente:
Habéis oído que se dijo a vuestros mayores: No cometerás adulterio. Yo os digo más: Cualquiera que mirare a una mujer con mal deseo hacia ella, ya adulteró su corazón. Y si tu ojo derecho es para tí ocasión de pecar, sácalo y arrójalo fuera de ti; pues más te conviene perder uno de tus miembros, que no ser echado, con todo tu cuerpo, al fuego de la gehenna.
La primera persona en el cristianismo que habló de moral sexual fue San Pablo. El dice, “Loable cosa es en el hombre no tocar mujer.”. En pocas palabras esto significa que la Iglesia Cristiana enseña que el celibato es mejor que el matrimonio, y que el cuerpo humano no es para el placer sexual, sino para el Señor exclusivamente. “El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor como el Señor para el cuerpo…. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?”.
Sin embargo San Pablo sabía que el celibato significaba represión de la naturaleza humana, y que la naturaleza humana no podía ser reprimida. Él sabía que si el matrimonio era totalmente prohibido, la gente se daría a ello ilegalmente. Así el dice, “Más, por evitar la fornicación, viva cada uno con su mujer, y cada una con su marido”. Entonces, para evitar a la gente el olvido de la santidad del celibato, él continúa: “Esto lo digo por condescencia, pero no lo mando. En verdad me alegraría que fueseis todos tales como yo mismo…Pero si que digo a las personas no casadas y viudas: bueno les es si así permanecen, como también permanezco yo. Más, si no tienen dominio de si, cásense. Pues más vale casarse que abrasarse.”. En otras palabras, el matrimonio, en cuanto comparado al adulterio, es el menor de dos males.
Además San Pablo continúa describiendo que el matrimonio significa angustia: “Creo que en la inminente angustia es bueno este estado, es bueno al hombre permanecer así…¿Estás sin tener mujer? No busques el casarte. Si te casares, no por eso pecas. Y si una doncella se casa tampoco peca; pero estos tales sufrirán la tribulación de la carne, que yo os quiero ahorrar”.
De acuerdo con la Biblia, el matrimonio y lo agradable a Dios, son opuestos el uno al otro. San Pablo dice: “Yo deseo que viváis sin inquietudes. El que no tiene mujer anda solícito de las cosas del Señor y en lo que ha de agradar a Dios. Al contrario, el que tiene mujer anda afanado en las cosas del mundo y en como agradar a la mujer, y se halla dividido. De la misma manera, la mujer no casada, o una virgen, piensa en las cosas de Dios, para ser santa en cuerpo y alma. Más la casada piensa en las cosas del mundo, y en como ha de agradar al marido. Por lo demás, os digo esto para provecho vuestro; no para echaros un lazo, sino solamente para exhortaros a lo más loable y a lo que habilita para servir a Dios sin embarazo.”.
Y concluye la posición cristiana como sigue: “En suma, el que da su hija en matrimonio, obra bien; mas el que no la da, obra mejor.”.
Así, el punto de vista cristiano sobre el matrimonio, en su forma original, puede ser resumido como sigue:
El celibato es bueno y debe ser adoptado;
Para abstenerse del adulterio, el matrimonio está permitido; pero es deplorable y se debe intentar evitarlo;
El matrimonio retarda la salvación y no es agradable a Dios.
Trescientos años después de San Pablo aparece un teólogo conocido como San Agustín. Igual que su predecesor, él creía que el sexo era una amenaza para la edificación espiritual: “No conozco nada que rebaje más a la mente humana de las alturas, que las caricias de una mujer y la unión de los cuerpos.”. Él fue más lejos que San Pablo, asociando culpa con sexo. Sabía que el sexo era esencial para la reproducción, pero razonó que el acto de cópula en si mismo estaba teñido de culpa por el pecado de Adán y Eva. La relación sexual fue transformada de algo inocente en algo vergonzoso, por el pecado original de Adán y Eva, pasando de generación a generación.
En su libro La ciudad de Dios, San Agustín dice, “La trasgresión del hombre (el pecado de Adán y Eva) no anuló la bendición de la fertilidad, concedida a él antes de que pecara, sino que la infectó con la enfermedad de la lujuria”. En breve, él predica que: a) el sexo era algo vergonzoso debido al pecado original de Adán y Eva; b) la castidad y el celibato eran de una moral más alta que el matrimonio; c) el celibato era un requisito previo para los curas y las monjas.
B. LA ÉPOCA VICTORIANA
No hay duda de que el estudio de la moral sexual cristiana es esencial para entender la revolución sexual de este siglo, pero para comprender totalmente los antecedentes históricos en los cuales la nueva moral sexual ha emergido, es igualmente importante examinar la época victoriana.