La ética cristiana

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La raíz de la ética cristiana se encuentra en la Torá Judía, pero los aspectos propios de la ética cristiana se pueden explorar mejor estudiando las enseñanzas de Jesús en los cuatro Evangelios Canónicos[1]. Por supuesto, debe señalarse que no existe un informe detallado de las enseñanzas éticas de Jesús en los Evangelios. Preston dice: “El cuarto Evangelio refleja a su manera las características de la enseñanza ética de Jesús. No hay reglamentación sobre ningún tema específico. La concentración yace en el desafío radical que trae Jesús a las costumbres aceptadas [es decir, la enseñanza de la ética Judía derivada de la Torá].”[2] El Sermón del Monte (Mateo 5-7) es la recopilación más considerable de las enseñanzas de Jesús. Aunque hayan existido muchos exámenes críticos e históricos de los Evangelios, indudablemente la fuente más importante para el Cristianismo en la actualidad es la Biblia.

Para ser capaces de estudiar la ética cristiana, aparte del estudio de su fundación en el ministerio de Jesús tenemos que estudiar las partes interpretativas del Nuevo Testamento. El intérprete de Jesús del cual se tienen más evidencias es San Pablo. Parece que San Pablo es el primer cristiano a quien se le pidió que interpretara la ética cristiana para lidiar con problemas particulares presentados por las iglesias.

[1] Por supuesto, existen diferencias entre los cuatro Evangelios canónicos. Como lo dice Preston, el Evangelio de Juan “puede ser considerado como una serie madura y selectiva de meditaciones sobre los principales temas de los primeros tres, fuese que el autor los conociera o solamente las tradiciones orales en las cuales se fundamentan.”, Preston, 1996, p.94.

[2] Preston, 1996. p.97.

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