Los pensadores musulmanes argumentan que Dios nunca hace algo injusto o dañino a Sus siervos, puesto que no tiene ninguna de las razones anteriores para hacerlo: Él es Todopoderoso, es Omnisapiente y el Todomisericordioso.
De esa forma, la imagen de Dios en el Islam es la imagen de alguien que es Amor, Misericordiosísimo, el Más Compasivo y el Más Benevolente, aquel que ama a Sus criaturas más de lo que ellas pueden amarlo a Él o amarse ellas mismas, aquel Cuya ira es por amor y precedida del amor. Parece no haber diferencia entre los musulmanes en cuanto a creer que Dios es amor, aunque puede variar el grado de énfasis que hagan sobre este aspecto de la cosmovisión islámica comparado con otros. En general puede decirse que los místicos musulmanes y los sufis están más interesados en este aspecto del Islam que los filósofos musulmanes, y éstos a su vez más interesados que los teólogos. Pero, como mencionamos antes, no hay desacuerdo cuando se ve a Dios como Aquel que es Amor, el Más Misericordioso y el más Compasivo. Leemos en el Corán que en respuesta a la petición de Moisés por el bienestar en este mundo y en el próximo, dice Dios: «Inflijo Mi castigo a quien quiero, pero Mi misericordia es Omnímoda» (7: 156). Encontramos en el Corán que un grupo de ángeles que sostienen el Trono Divino dicen: «¡Oh, Señor nuestro! ¡Tú que lo abarcas todo en Tu misericordia y Tu ciencia, perdona, pues, a los arrepentidos que siguen Tu senda, y presérvales del suplicio de la hoguera!» (40: 7)
Aunque el amor de Dios no es arbitrario y puede variar de un sujeto a otro, dependiendo de sus meritos, él ama a todas las criaturas. Su amor por los malhechores y aquellos que le han dado la espalda es tan grande que sobrepasa completamente sus expectativas. El énfasis sobre este aspecto del amor Divino constituye una parte considerable de la literatura islámica, incluyendo los versículos coránicos, hadices y hasta los poemas. Por ejemplo, en el Corán podemos leer lo siguiente:
«Di: Siervos que habéis prevaricado en detrimento propio. No desesperéis de la misericordia de Dios; Dios perdona todos los pecados. Él es Indulgente, el Misericordioso» (39: 53)
La idea del arrepentimiento es uno de los conceptos claves al respecto. En muchos versículos del Corán, Dios habla de la constante posibilidad de arrepentirse y volverse a Él, puesto que Él es el Perdonador. Dios dice:
«En cambio, quien después de su iniquidad se arrepienta y se enmiende (sepa) que Dios le absolverá, porque Dios es Indulgentísimo, Misericordiosísimo» (5: 39)
El Corán también se refiere al hecho de que Dios no solamente perdona a aquellos que buscan el perdón, sino que también puede cambiar sus malas acciones por buenas acciones. Sobre aquellos que se arrepienten y creen y hacen buenas acciones, dice el Sagrado Corán: «Salvo quienes se arrepientan, crean y practiquen el bien, Dios les permutará sus malas acciones en buenas, porque Dios es Indulgentísimo, Misericordiosísimo» (25: 70)
Es interesante que en el Corán Dios no sea presentado solo como aquel que acepta el arrepentimiento sincero de sus siervos y se vuelve a ellos cuando ellos se vuelven a Él. En realidad es Dios mismo quien primero atiende a Sus siervos que han roto, de una u otra forma, sus relaciones de servidumbre con Dios, sin embargo, aun tienen amor por la bondad y la verdad en sus corazones (es decir, sus corazones no están sellados). Dios retorna hacia esos siervos y luego ellos se arrepienten y vuelven a Él, y luego Dios vuelve a ellos para perdonarlos. Por lo tanto, como lo dice Allamah Tabatabai, el autor de Al-Mizan, una interpretación del Corán de 20 volúmenes: “Todo arrepentimiento y retorno de un siervo desviado está acompañado de dos retornos de Dios: el primero le da a la persona la capacidad del arrepentimiento voluntario y el segundo es Su perdón después de que la persona se ha arrepentido”. El hecho se sugiere claramente en el Corán:
«… y se persuadieron de que no tenían más amparo que Dios. Y Él les absolvió a fin de que se arrepintiesen; porque Dios es Remisorio, Misericordiosísimo» (9: 118)
Según el misticismo islámico, el conocimiento de uno acerca de Dios como el ser más perfecto y más hermoso y la fuente de todo lo bueno, y el amor por Dios Quien es Amor y Misericordia, se hace tan fuerte y tan circundante que ocupará todo nuestro corazón. Al mismo tiempo, el conocimiento de las debilidades y las deficiencias propias ante Dios se hace tan intenso y tan profundo que finalmente uno sentirá el vacío y la nada. Puesto que tal persona pierde su egocentrismo y se convierte en alguien desinteresado, se identificará con todo tipo de bondad. Desde la nada, uno alcanza la posición del todo… No sentirá limitación o restricción. En un hadiz famoso, leemos que “La sumisión ante Dios es una sustancia, cuya esencia es la potestad”. (Shomalí, 1996, p. 32). Un verdadero siervo de Dios cuya voluntad está fusionada en Su voluntad es capaz de llevar acabo acciones extraordinarias.
El Sheij Mahmud Shabistari en su Sa‘adat Nameh hace una hermosa descripción de lo que él toma como las diferentes etapas del viaje espiritual hacia Dios. Él dice:
El servicio y la adoración a Dios
es una orden del Misericordioso
Para todas las criaturas:
el hombre y los genios por igual.
Y esta tarea debe ser cumplida
El más electo, como lo ha dicho Dios:
«No he creado a los genios y a los hombres
sino para que me adoren». (51:56)
A través de la adoración
el hombre es conducido a la oración;
desde la oración hacia el pensamiento místico,
y luego desde el pensamiento
La llama de la gnosis se enciende, hasta que ve
la verdad con el ojo interior de la contemplación.
Esa sabiduría surge de un amor (o bondad) altruista.
Lo último es su fruto, lo primero es la rama.
Al final llega el Amor el cual expulsa a todo lo demás:
El Amor deshace todo sentido de “dos”,
El Amor hace todo “Uno”,
Hasta que ningún “mío”
Ni “tuyo”
Permanezca.[7]leo.