Conclusión

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Tanto el Cristianismo como el Islam sostienen que el amor es el eje de su fe. En el Cristianismo, el amor es la mayor virtud (1 Cor. 13: 13) y el mandamiento del amor es el primer y mayor mandamiento (Marcos, 12: 28-31; Mateo, 22: 34-40, Lucas, 20: 25-28). En el Islam, el amor es “el asidero más firme de la fe”[1] y “la fe es el amor y el amor es la fe”.[2]

En ambas religiones, se atribuye el amor a Dios así como a los seres humanos. Sin embargo, el amor Divino es diferente del amor humano. El amor Divino es substantivo, una propiedad, ya que Dios mismo es amor.[3] En el caso de la humanidad, el amor es un predicado, algo accidental y separable de su esencia.

El amor Divino es eterno. Él nos ama con un amor eterno y perdurable. Él creó al mundo y a la humanidad por amor.

Dios ama a la humanidad inmensamente hasta tal punto que ha creado todo en la Tierra por ellos. (En el Cristianismo se ve en los Salmos 8: 4-8, en el Corán en 2: 29 y 45: 13).

En el Cristianismo, el amor de Dios por el hombre se observa mucho en una forma paternal. Algunas veces es comparado con el amor de un novio por su novia. En el Islam se adopta una actitud más abstracta y trascendental hacia Dios y Su amor. El amor de Dios por el hombre es mucho mayor que el de una madre o un padre por su hijo. En el Islam a Dios nunca se le trata como a un padre o a un novio. En el Islam, lo más cercano que yo conozco de paradigma paternal, y no el de un novio o novia, es lo que se puede encontrar en algunos hadices, y no en el Corán, en los cuales la gente es considerada como Su ‘iaal. Este término puede traducirse aproximadamente como “familia”, pero su significado exacto es un grupo de personas de las cuales una persona cuida y por cuyos gastos es responsable. De esta forma, este término incluye a nuestros padres o hasta extraños, como los huérfanos de los cuales uno se ha hecho responsable. Por lo tanto, Dios no es presentado como un padre y la gente no es presentada como Sus hijos —ni Su familia. Por supuesto, Dios ama a todos y provee a todos e inclusive a los animales, con los medios de su subsistencia.

El amor de Dios tiene una cualidad desinteresada e ideal y Él no gana nada del amor mismo o del amado. Dios ha creado el mundo “para mostrar su propia verdad, bondad y belleza.”[4] Él ha creado a los hombres para “ser conocido”.[5]

En el Cristianismo y el Islam, el amor por Dios es Universal; es practicado por todas las criaturas. Por ejemplo, San Agustín dice: “¡Oh Dios!, que eres amado consciente o inconscientemente por todo lo que es capaz de amar”. Ibn Arabi dice: “Nada más que Dios ha sido amado alguna vez”.

En ambas tradiciones, el amor humano por Dios se extiende hasta el prójimo. Naturalmente aquellos que se cree están más cerca de Él merecen más amor. En el Cristianismo, algunas de las frases importantes del Nuevo Testamento (1 Juan, 4: 7 – 5: 4) descubren la necesidad de amar al prójimo cristiano. El amor por el prójimo se extiende hasta los extraños. Inclusive incluye a los enemigos. Jesús dice: “Pero yo os digo, “Amad a vuestros enemigos y bendecid a los que os maldicen…” (Mat. 5: 43 – 45)

En el Islam, un título muy distinguido del Profeta Muhammad es rahmatun lil ´alamin. Durante la guerra de Uhud, cuando muchos de sus compañeros, incluyendo su tío Hamza, fueron martirizados por los paganos de su propia tribu y él mismo fue lastimado y sus dientes fueron rotos, el Profeta dijo: “¡Oh mi Señor! Por favor, guía a mi pueblo. Ciertamente ellos no saben”. En lugar de maldecirlos, él oró por ellos. El Profeta Muhammad ha anunciado que su misión es “perfeccionar las nobles virtudes.” La lista de esas nobles virtudes incluyen: visitar a aquellos que no te visitan, dar y donar a aquellos que no te dan o donan nada, y ser justo y benevolente con aquellos que no han observado tus derechos. Esto es algo más que simplemente devolver recíprocamente los favores de la gente.

Sin embargo, el concepto del amor en el Islam está entretejido con el del odio. El amor por Dios y por el bien tiene que estar acompañado del odio por el mal. En el Islam, la fe no se hace completa a menos que nuestras emociones y afectos sean dirigidos por la devoción a Dios. Una persona de fe no puede odiar lo que o a quien Dios ama, así como no puede amar a los enemigos de Dios. Dios no ama «ningún desagradecido, pecador» (Corán; 2: 276), «a los injustos» (Corán; 3: 57, 11: 40), «a los presuntuosos, soberbios» (Corán; 4: 36) y «al pérfido, pecador» (Corán; 4: 107).

De esta forma, el Islam distingue entre amar a una persona y amar sus actos o su carácter. Tú puedes amar a una persona y aún odiar sus actos o carácter. Algunas veces tu amor por él exige que lo ayudes y lo amonestes y algunas veces exige que lo detengas y, si es necesario que lo combatas. Esto es lo único que un verdadero padre o amigo compasivo y amoroso puede hacer con respecto a un criminal y asesino.

De esta forma, en principio parece no haber desacuerdo entre el Cristianismo y el Islam en el concepto del amor, aunque históricamente los cristianos y musulmanes hayan enfatizado aspectos diferentes o pueden haberlos practicado de manera diferente. Hechos similares también se pueden encontrar entre las diferentes escuelas de la misma religión.

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