Durante la época de las cruzadas, se invento todo tipo de difamaciones en contra del Profeta Muhammad (P y B sean con él y su familia). Empero, con el nacimiento de la edad moderna, marcada por la tolerancia religiosa y la libertad de pensamiento, cambió la percepción de los autores occidentales acerca de la vida y carácter del Profeta (pbef)1. Sin embargo, todavía queda mucho por descubrir sobre el último Profeta de Dios para toda la humanidad (pbef).
A pesar de sus intentos de ser objetivos, todavía no existe ninguna tentativa sincera e imparcial por entender el Profetizaje de Muhammad (pbef). Es tan extraño que se reconozca su integridad y sus logros, y que al mismo tiempo se niegue, explícita e implícitamente, su calidad de Profeta de Dios. Es aquí donde se requiere una búsqueda interna y una revisión de la supuesta objetividad que se le da al tema. Los siguientes hechos de la vida de Muhammad (pbef) le harán tomar una decisión imparcial, lógica y objetiva en cuanto a su Profetizaje.
Hasta la edad de los cuarenta, no se conocía a Muhammad (pbef) como un hombre de estado, predicador u orador. Nunca se le vio hablando de los principios de metafísica, ética, ley, política, economía o sociología. Sin duda alguna, él tenía un carácter excelente y modales encantadores; también se le conocía por ser sumamente culto.
Aún no había nada profundamente asombroso y tan radicalmente extraordinario sobre él, por lo cual alguien pudiera esperar que hiciera algo grandioso o revolucionario. Pero todo cambió, cuando salió de la Cueva de Hira, con un mensaje nuevo, que le transformo completamente. ¿Es posible que una persona conocida por poseer un carácter recto e impecable, de repente se convierta en “un impostor” que se llama así mismo el Profeta de Dios? La afirmación de su parte, de ser profeta, provoco la rabia de su gente y marcó el principio de una larga y ardua lucha en su contra.
Uno se podría preguntar: ¿por qué razón sufrió Muhammad (pbef) todas aquellas dificultades? Su gente le ofreció aceptarlo como Rey y poner toda la riqueza de sus tierras a sus pies, con la condición que dejara de predicar su mensaje. Pero él rechazó todas sus ofertas y siguió predicando; ante insultos, un boicoteo social y hasta asaltos físicos a su persona.
¿Además, si venia con un diseño para crear rivalidades en contra de los cristianos y los judíos, porqué entonces creía en Jesucristo, en Moisés y en los demás Profetas de Dios (la paz sea sobre ellos); que, en si, es un requerimiento básico de la fe Islámica, sin el cual nadie puede llamarse musulmán?
“Si la grandeza de objetivo, falta de medios y resulta- dos asombrosos son los tres criterios de un genio, ¿quien podría atreverse a comparar a cualquier gran hombre, de la historia moderna, con Muhammad? Los hombres más famosos crearon solamente armas, leyes e imperios. Fundaron, si es que se le puede llamar así, poderíos basados en cosas materiales, que a menudo se derrumbaron ante sus ojos. Este hombre no solo movió ejércitos, legislaciones, imperios, personas y dinastías; sino también a millones de hombres, un tercio del mundo de aquel entonces- y más que eso, derrumbo altares y dioses, cambio religiones, ideas, creencias y almas… Su paciencia en la victoria, su ambición, que fue dedicada completamente a un ideal, sin pensar en formar ningún imperio, sus rezos infinitos, sus conversaciones místicas con Dios, su muerte y su triunfo después de la muerte; todo esto atestigua, no a un impostor, sino a una convicción firme que le dio el poder de restaurar un dogma. Un dogma doble, la unidad de Dios y la inmaterialidad de Dios; el primero define lo que es Dios, el segundo dice lo que no es Dios; uno derroca a dioses falsos con la espada, el otro crea ideas por medio de la palabra.
Filósofo, orador, apóstol, legislador, guerrero, conquistador de ideas, restaurador de dogmas racionales, de un culto sin imágenes; el fundador de veinte imperios terrestres y de un imperio espiritual, este es Muhammad ¿En cuanto a todas las normas por las cuales la grandeza humana puede ser medida, bien podríamos preguntarnos, hay algún hombre más grande que él? “
Lamartine, Histoire de la Turquie, Paris 1854, Vol. II, pp. 276-77.
“No es la propagación sino la permanencia de su religión lo que merece nuestro asombro; la misma impresión pura y perfecta que él grabó en Meca y Medina es preservada, después de las revoluciones de doce siglos por los indios, africanos y los prosélitos turcos del Corán…. Los musulmanes uniformemente se han resistido a la tentación de reducir el objeto de su fe y devoción al nivel de los sentidos y la imaginación del hombre. “Yo creo en Un solo Dios y Muhammad es el Apóstol de Dios”, es la simple e invariable profesión del Islam. La imagen intelectual de Deidad nunca ha sido degradada por algún ídolo visible; los honores de Profeta nunca han transgredido la medida de la virtud humana; y sus preceptos de vida han refrenado la gratitud de sus discípulos dentro de los límites de la razón y la religión.”