¿Qué es el Islam?

Dedicación

Dedicamos este libro a la persona del Imam Mahdi (P) -que Dios apresure su llegada-
Esperanza de los seres humanos
Restaurador de la justicia sobre la Tierra
Rompedor de ídolos y avasallador de los arrogantes del mundo Instaurador de todos los valores humanos
Salvador de los pueblos oprimidos y descalzos del mundo
El que unificará la religión divina
El que recibirá a Jesús y rezará junto a él
El que liderará y comandará el único gobierno mundial
El que traerá felicidad y bienestar para toda la humanidad
El que traerá bendición para todos los seres vivos…
¡Dios nuestro, cuéntanos entre sus partidarios y los que esperan su llegada!

Fundación Cultural Oriente

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El Islam es una actitud ante el mundo y el Creador; una disposición del alma voluntariamente aceptada y una práctica consecuente con ella. Es el camino de la salud, la paz y la salvación. Y por todos estos sentidos no es sólo una religión, sino más bien un modo de vida sustentado en una doctrina, una cosmovisión que abarca todos los temas e intereses humanos. [15] El término Islam proviene de la raíz árabe slm que incluye las ideas de «paz» (silm, salam), «salud» (salama), y «salvación», Significa literalmente el estado de someterse a la voluntad divina para obtener la paz y la salvación. Quien así procede, el «sometido» a la Voluntad divina y a Sus Mandatos, es un muslim, musulmán. Los musulmanes jamás se designan a sí mismos con referencia al nombre del mensajero del Islam, Muhammad (Mahoma), por lo que no caben denominaciones tales como «mahometanismo» o «mahometano».

Ubicación

Si bien se ha pasado a denominar «Islam» a la religión que aparece a principios del siglo VII en Arabia (610 d.), por la revelación (el Sagrado Corán) que recibe el Profeta Muhammad (mal pronunciado Mahoma en castellano), con él sean la Bendición y la Paz, esta doctrina no se presenta a sí misma como algo exclusivo o novedoso, sino que reivindica ser la culminación del mismo mensaje divino comunicado en todas las épocas por una larga cadena de enviados y profetas, a quienes considera a su vez musulmanes y voceros del Islam. El Islam reconoce así a los grandes Profetas del Antiguo Testamento, y a Jesús, así como a otros cuyo nombre no figura en las escrituras judeo-cristianas y más aún: habla de 124 mil profetas enviados a todos los pueblos en distintas épocas «Diles (Muhammad) :”Creemos en Dios, en cuanto nos ha sido revelado, y en lo que fue revelado a Abraham, a Ismael, a Isaac, a Jacob y a las tribus; y en lo que fue concedido a Moisés y a Jesús, y en lo que fue dado a los profetas por su Señor; no hacemos distingos entre ninguno de ellos y seguiremos a El sometidos (lit: musulmanes)”» (Corán, Cap2; vers. 136).

El Sagrado Corán
El Sagrado Corán (del árabe qara’a, recitar, leer: La gran recitación o lectura, o compilación sintética) es la Revelación divina que recibió el Profeta Muhammad de Dios por intermedio del ángel de la revelación: Gabriel.

El Libro divino es una realidad inagotable que se plasmó en el corazón del Profeta y lo modeló desde el principio según su sabiduría eterna. Posteriormente la Revelación se actualizó paulatinamente en el texto del Sagrado Corán a lo largo de los 23 años que duró la misión profética. Descendió con El (el Corán) el Espíritu Fiel (Gabriel, y lo depositó) en tu corazón para que seas uno de los amonestadores (Corán, sura26:193-194)
El Profeta tenia un grupo de escribas-memorizadores que aprendían de inmediato todo pasaje nuevo que e1 recibía del Corán y lo ponían por escrito y guardaban en su mente. El Profeta indicaba el lugar de cada pasaje y controlaba todo el proceso de registro de la Revelación. A poco del fallecimiento del Profeta, entre el 632 y 634 d.C., se designó una comisión encabezada por Zaid Ibn Zabit, uno de los escribas, que realizó una compilación integral del Libro divino. Posteriormente, entre el 644 y 655 d.C., una copia fiel se envió a cada rincón del mundo islámico para servir como original de toda edición posterior. Esto ha preservado al Sagrado Corán de toda adulteración, y es el único mensaje divino que goza de este privilegio de autenticidad incuestionable. El Sagrado Corán está escrito en un especial y hermoso estilo de prosa rimada (que no es prosa ni verso), y se encuentra dividido en 114 capítulos o suras de extensión variable, que tienen entre 286 y 3 versículos o aiat (aleyas).

Las suras están organizadas aproximadamente de mayor a menor, con excepción de la sura de la Apertura, que se ubica al principio del Corán. Hay capítulos revelados en la ciudad de La Meca y otros revelados en Medina. En general las suras de La Meca son mas cortas y se ocupan de la admonición al hombre, de la condena de la idolatría y del anuncio del Juicio Final.

Las suras de Medina son mas largas y contienen numerosas disposiciones legales, propias de un período de la misión en que se instauró la primera comunidad islámica completa.

El Sagrado Corán no es un libro en el sentido usual del término. No tiene una ilación del principio al fin como una obra de origen humano, sino que por el contrario cada parte es como una unidad en si misma coherente con el todo. Se puede ingresar a el en cualquier sitio y, leyendo unos pocos versículos, es como si Dios nos estuviera hablando directamente.
El Corán contiene profecías sobre hechos que posteriormente se verificaron. Anunció el triunfo y la gloria del Islam cuando los seguidores del Profeta eran solo un puñado de hombres sin poder contra miles de idólatras poderosos y opresores. Anunció también el triunfo en un plazo definido de los bizantinos sobre los persas después de un triunfo de estos últimos y cuando nada hacia suponerlo. (Corán, sura 30:2 a 4)
Además el Sagrado Corán contiene numerosas referencias a la naturaleza y la creación, y encierra verdades de orden científico que no se comprobaron sine siglos mas tarde, como la creación de toda vida del agua, el régimen de vientos y Lluvias, las etapas del desarrollo embriológico humano, el origen del cosmos y los astros, la esfericidad de la tierra, las huellas dactiloscópicas, etc.

Los Principios de la Fe

El Islam propone un pequeño número de principios que, como las raíces de un árbol, son capaces de sustentar todo el andamiaje de derivaciones que constituyen la cosmovisión islámica. La fe en estos principios no se impone come dogma, sino que se busca que resulte de la aceptación de la razón. Para el Islam cada individuo es responsable de sus creencias en cuanto ser portador de intelecto, por su capacidad de discernir la verdad del error, y no puede eximirse de ello invocando la práctica de sus padres o ancestros, o la costumbre de la sociedad en la que vive.
La verdad, por otra parte, es una semilla ya plantada en la esencia humana por el Creador, y tal simiente reconoce el agua vivificadora de la Revelación que la guía en su crecimiento y desarrollo. Tal verdad se resume en el Islam, como práctica y actitud de vida, y en el Tauhid (la doctrina de la Unidad Divina) como fundamento doctrinario esencial.

Los principios del Islam en los que debe creer el musulmán son sintéticamente los siguientes:
La Unidad divina. Dios es Uno y Único, y en Su Unidad e Infinitud es inalcanzable por el intelecto humano. El, exaltado sea, no conoce origen ni principio, siendo el Principio de todas las cosas. No engendro ni fue engendrado. Es Absoluto, Autosuficiente y Autosubsistente por Si Mismo, no dependiendo de nada. «El es Dios, no hay dios sino El, el Conocedor de lo oculto y de lo manifiesto, el Graciabilisímo, el Misericor- diosísimo. El es Dios, no hay dios sino El, el Soberano, el Santísimo, el Pacifico, el Firme, el Celador, el Poderoso, el Imponente, el Grandioso ¡Glorificado sea Dios por encima de lo que Le atribuyen! El es Dios, el Creador [de la nada], el Creador [providente], el Formador. A El pertenecen los Nombres más bellos y perfectos. Lo glorifica cuanto hay en los cielos y en la tierra, y El es Poderosísimo, Sapientísimo.» (Cap59:22-24)

La Práctica del Musulmán

El musulmán (del árabe muslim) es quien vive según el Islam es decir quien se ha sometido a la Voluntad divina expresada en la Revelación y actúa según lo que ésta dispone.
En lo cotidiano la condición de musulmán implica una serie de actos obligatorios: las oraciones diarias prescriptas, el ayuno del mes de Ramadán, el pago de una contribución sobre la riqueza, la peregrinación a los lugares santos donde transcurrieron los capítulos más importantes de la historia sagrada de la humanidad, el combate en defensa de la fe.
La oración prescripta se realiza cinco veces al día y es, como dijo el Profeta, el pilar del modo de vida islámico. A través de ella el musulmán se dirige a su Señor sin intermediarios, desde cualquier lugar limpio y tranquilo, en momentos claves de su jornada; y esta incesante renovación del vínculo que lo une al Creador lo mantiene limpio, lo aleja del error, como dice el Generoso Corán: «Por cierto que la oración preserva de la iniquidad y la obscenidad» (29:45).

El ayuno obligatorio se realiza durante todo el mes de Ramadán, noveno del calendario lunar islámico. Consiste en la abstención rigurosa de comida, bebida y otras satisfacciones sensuales durante las horas de luz diurna. Esta práctica, que siempre formó parte de la enseñanza divina («Se os ha prescripto el ayuno como fue prescripto a quienes os precedieron… », 2:183) tiene enormes beneficios para el alma y el cuerpo. Educa al hombre en la paciencia y el sacrificio, equipara a ricos y pobres en el hambre y la sed y, sobre todo, apartando al alma de sus apetencias cotidianas y automáticas, la hace volverse hacia lo sublime y la vuelve humilde y agradecida.
La contribución o caridad (zakat) es un reconocimiento de que toda riqueza y provisión emana de Dios, y de que somos responsables ante El por el uso que hacemos de aquello que nos dio. La caridad purifica la riqueza y es para los pobres, los necesitados, y para las obras de bien y la causa de la fe.

La peregrinación es para el musulmán como un retorno al origen, una recreación de la historia sagrada, una anticipación del Día del Juicio, un sacrificio en procura de la indulgencia divina. La historia de Adán y Eva, de Abraham e Ismael, y del Profeta Muhammad, con todos ellos sea la bendición de Dios, conoció hitos fundamentales en la sagrada ciudad de La Meca. Hacia allí se dirige el creyente a buscar el significado último de su existencia y del género humano y en procura del perdón de Dios.

El combate o esfuerzo por la causa de Dios, es la defensa activa de la fe ,de su modo de vida ,y de la justicia que dispone.

Y esta combate (Yihad) solo es lícito en legítima defensa de estos valores fundamentales para el individuo y la comunidad. Todo verdadero musulmán es entonces un muyáhid, un combatiente, alguien que se esfuerza por el bien y la justicia, con la palabra o con los hechos, tanto en su sociedad como en la intimidad de su alma.
A estos pilares básicos de la conducta islámica se suman muchos otros, pues el Islam propone una ética, una conducta integral y perfecta derivada del ejemplo de los Profetas, a la cual no escapan ni los actos más pequeños.

¿Qué sabe usted del Profeta?

Muhammad (Mahoma) Ibn Abdallah nació en la ciudad de La Meca en el 570 d.C., en el clan más noble de la tribu que gobernaba dicha metrópoli. Pese a pertenecer a la nobleza de los árabes, su clan era pobre. Quedó huérfano de padre antes de nacer, y perdió a su madre cuando sólo contaba cuatro años, siendo a partir de entonces criado primero por su abuelo y luego por un tío paterno.[9]

La ciudad de La Meca gozaba desde antiguo de un privilegio especial en la atrasada Península Árabe. Era la sede de la Kabah, el primer templo al Dios Único que las tradiciones remontan a Adán, y que fuera reedificado por Abraham e Ismael su hijo. No obstante la pura tradición monoteísta de Abraham había sido oscurecida con el paso de los siglos y el templo de la Kabah se hallaba repleto de variados ídolos a quienes rendían culto las distintas tribus árabes.
En este ambiente de atraso surgió el Sello de los Profetas, y esto constituye uno de sus galardones mas notables por la transformación radical, realmente milagrosa, que operó su prédica en esa sociedad, una de las más atrasadas e incultas de la Época, convirtiéndola en el germen de la civilización más sorprendente de la historia.
Hasta los cuarenta años el futuro profeta vivió en el seno de su comunidad sin someterse a sus bajezas, y era tal su honestidad y espíritu de justicia que se lo apodó Al-Amín, que significa el verídico y leal, el digno de fe y confianza Se casó con una mujer viuda de su propia tribu, de nombre Jadiya y tuvo varios hijos e hijas, de las cuales sólo sobrevivieron estas últimas. Sus hijas no tuvieron descendencia, con excepción de la menor, Fátima, la más amada por el Profeta. Fátima se casó con Ali ibn Abi Talib primo del Mensajero de Dios), y tuvieron dos hijos: Al-Hasan y Al-Husain, la Paz sea con todos ellos. Cabe destacar que Ali había sido criado como un hijo por el Profeta, y que fue el primer hombre en creer en su misión y aceptar el Islam.

Fátima, Alí, Al-Hasan y Al-Husain, constituyen la Gente de la Casa del Profeta (Ahlul-Bait), a quienes Dios purificó especialmente y en los que depositó la Sabiduría y la Custodia del Legado del Mensajero de Dios. El Profeta Llamaba a sus nietos Al-Hasan y Al-Husain como «mis hijos».
Cuando tenia cuarenta años, durante uno de los retiros que solía realizar en las afueras de la ciudad de La Meca, recluido en una caverna, anhelante de la Verdad, recibió por primera vez la Revelación divina y la función profética A partir de ese momento su vida sufre un cambio total. Se dedica de lleno a la misión que le es encomendada, proclama en La Meca la Unicidad de Dios y exhorta a abandonar la idolatría. El, que no conocía la lengua escrita ni mucho menos poseía antecedentes literarios o poéticos, de la noche a la mañana les recitaba a sus conciudadanos versículos bellísimos en la más pura lengua árabe.

La oligarquía Quraishita temiendo que La Meca se convierta en la ciudad de un solo y único Dios desplazando la idolatría imperante persiguió encarnizadamente al Profeta y sus seguidores. Los trece años de prédica en La Meca fueron de persecución e injusticia hasta que el Mensajero de Dios recibe la orden de Dios de emigrar a Iazrib luego llamada Medina distante 400km al norte de La Meca. Este acontecimiento crucial es conocido como Hégira o emigración y es el punto de partida del calendario lunar islámico que lleva ya 1428 años.
En pocos años y luego de sortear con éxito diversos ataques y guerras con los idólatras de La Meca. Purificó ese territorio sagrado como era en época de sus ancestros Abraham e Ismael y destruyó todos los ídolos del templo de la Kabah.

En último año de su misión, durante la peregrinación llamada «de la Despedida y al retomar de la misma, el Mensajero de Dios transmitió a su comunidad dos enseñanzas finales para la preservación del Islam. Dijo el Profeta: «¡Humanidad! Dejo entre vosotros las dos cosas más preciosas: el Libro de Dios y la Descendencia de la Gente de mi Casa (Ahlul-Bait). No las separéis hasta que os encontréis conmigo en la Fuente del Kauzar «en el Paraíso» Y dijo más adelante, ante un numeroso contingente de peregrinos musulmanes «De quien yo soy su maulá (protector y maestro), este, ‘Alí, es su maulá ¡Dios mío! ¡Sé amigo de sus amigos y enemigos de sus enemigos!», designando de esta forma a su sucesor al frente de La Comunidad universal (Ummah) de los musulmanes Alí fue el sucesor del Profeta y después de el Al-Hasan y Al-Husein sus hijos y nietos del Mensajero de Dios, y posteriormente nueve descendientes de Al-Husain hasta completar Doce Imames (líderes) el último de los cuales volverá para restablecer la Verdad y la Justicia sobre la tierra.[13]

El Profeta falleció en el 632 d.C., a los 63 años, tras 23 años de misión profética (13 años en La Meca, y 10 en Medina), y dejó tras de sí, de lo que era una miríada de grupos dispersos y antagónicos, una Arabia unida bajo la bandera de la fe y la justicia. Una revolución que no conoce de discriminaciones ni de razas, y que se expandió rápidamente llevando justicia a los pueblos sometidos por Bizancio y Persia siendo todas esas regiones iluminadas por la misma doctrina y la misma fe.

En menos de un siglo el Islam se extendía desde España hasta la India cubriendo todo el Norte de África el Cercano Oriente y adentrándose en la China. Pero su expansión no fue la que se conquista con la fuerza, sino la que persuade con el ejemplo, las ideas y la doctrina, la que crea civilización y cultura. Prueba de ello es que los pueblos adoptaron el Islam porque vieron en él una liberación y son hasta hoy día musulmanes.

Muhammad, el Profeta del Islam, con él sean la bendición y la paz es, a juicio de investigadores independientes, el hombre que mayor influencia tuvo en la historia. Y esto no es exagerado: hay en el mundo hoy 1200 millones de musulmanes distribuidos en los cinco continentes; el Islam es una fe viva y fuerte, en expansión en África, Europa y América es una alternativa ideológica clara y profunda que se opone al materialismo y la opresión y que, como tal, ha cautivado y convencido en las dos últimas décadas a notables personalidades occidentales, intelectuales, científicos y filósofos. La fuerza del Islam no decrece, sino que por el contrario se la ve renacer con renovado vigor como en sus primeros siglos. Por ejemplo, hacia fines de este siglo XX, el Islam se ha convertido en la segunda religión de Francia, con más de cuatro millones de creyentes. ¿No alcanza esto para considerar al Profeta la más grandiosa personalidad de la historia?
Los anuncios del Profeta La venida del Profeta del Islam, como Sello de la Profecía y portador del Sagrado Corán, como Mensaje definitivo a la humanidad, era conocida y fue anunciada por los grandes Profetas y Mensajeros que le precedieron.[11]

Leemos en el Deuteronomio que Dios le dice a Moisés: «Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. Profeta Les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare mas a cualquiera que no oyere mis palabras que el hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta (Deut, 18:17-18). Este importante párrafo habla de un Profeta suscitado entre los hermanos de los hijos de Israel, ¿Y quienes son esos hermanos sino los hijos de Ismael, los árabes? Además Dios le dice a Moisés que tal profeta será como tú. Como Moisés sólo puede interpretarse en el sentido de una similar jerarquía, en cuanto Profeta, conductor del pueblo y promulgador de una ley. Ninguno de los profetas de Israel posteriores a Moisés cumplió estos requisitos (además del hecho de que pertenecían a Israel y no a sus hermanos pues ninguno, por ejemplo, promulgó una nueva ley. En cuanto a Jesús, con él sea la Paz de Dios, pertenecía a la casa de Israel por parte de su madre, y no tuvo por intención cambiar la ley de Moisés, pues dijo: «No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir (Mateo, 5:17). En cuanto al Profeta del Islam, cumplió no sólo con los requisitos de esta profecía sino que además las similitudes con Moisés son asombrosas: Ambos fundaron una religión, dejaron una Escritura completa, condujeron a su pueblo como gobernantes se casaron y formaron familia, emigraron con sus seguidores en busca de una tierra segura y conocieron en vida el triunfo de su causa. El versículo del Deuteronomio dice además que tal Profeta hablará en Mi nombre. Y vemos que todo capítulo del Sagrado Corán empieza con la fórmula fundamental: En el Nombre de Dios, el Graciabilísirno, el Misericordiosísimo, ¿Quién cumplió sino esta profecía?
En el evangelio de Juan, capítulo 14, Jesús anuncia: «Y yo rogaré al Padre y os dará un Paráclito para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir porque no le ve, ni le conoce mas el Paráclito él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que y os he dicho Pero cuando venga el Paráclito, a quien yo os enviaré del Padre, el espíritu de verdad, que procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. …Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Paráclito no vendría a vosotros Y cuando É1 venga, dará al mundo evidencia convincente respecto al pecado, a la justicia y al juicio, (Juan 14:16, 26; 15:26; 16:7)
¿Quién es este Paráclito que Jesús anuncia en los momentos finales de su misión? ¿Quién vino después suyo a establecer la justicia y a hablar la verdad sobre Jesús sino Muhammad el veraz, el muy alabado (Ahmad: el más alabado, que en griego se escribe Periclitos) en este mundo y en el otro, quién trajo una evidencia clara (el Corán) sobre el pecado, la justicia y el juicio? ¿Puede decirse que Jesús, con él sea la Paz, estaba anunciando simplemente al Espíritu Santo?

¿Cuáles son las fuentes del Islam?

El Islam tiene dos fuentes principales de las cuales deriva su doctrina y la legislación con la cual se rige y que son, en orden de importancia:

1. El Sagrado Corán, la Palabra divina revelada. Que fue compilada y preservada sin alteraciones hasta Ia actualidad en su lengua original[1]
2. Las tradiciones (Hadiz) del Profeta y sus sucesores, los Imames de su descendencia por él designados. Esto se conoce como Sunnah que significa costumbre o tradición. Estas tradiciones están recopiladas en diversas obras y se cuentan por miles. Consisten en la palabra y/o actos del Profeta (dichos, consejos, actos, omisiones etc.) que éste realizó por sí mismo.
En lo referente a las derivaciones legales que se requieran en cada época, los sabios del Islam se valen de otras dos fuentes:
3. El consenso de los sabios del pasado sobre la aplicación de la ley divina en determinadas cuestiones;
4. El intelecto, la razón como elemento fundamental de la condición humana.

La ley islámica no es entonces un corpus cerrado e inamovible sino un conjunto dinámico de principios y leyes fundamentales a partir de los cuales, en cada época, los sabios (valiéndose de el intelecto y el conocimiento de las fuentes derivan las leyes prácticas que el hombre y la sociedad necesitan.[16]

El Islam además reconoce como válidas y dignas de respeto las leyes reveladas a otros pueblos que poseen una escritura Y en tal sentido la gente del Libro (judíos cristianos y otros) que viven en territorio islámico pueden regirse por sus propias leyes en los asuntos que entre ellos se susciten, contando incluso con sus propios jueces y tribunales.

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¿Qué falsedades se sostienen Sobre el Islam?

La guerra y La violencia

Una de los prejuicios más frecuentes en lo que concierne al Islam es la acusación que se le hace de ser una religión guerrera y violenta, y el de haberse expandido por la fuerza. Alimentan esta postura la propaganda de los medios masivos de difusión con un tratamiento antojadizo de la situación en las regiones islámicas y sus conflictos y, en general, toda la educación e información que sobre el Islam se transmite en occidente, empezando por los textos de historia de los colegios de enseñanza media. El tema de la «guerra santa» es citado por muchos pero comprendido por muy pocos.
Digamos en primer lugar que el Islam compromete totalmente al individuo y a la sociedad por la Causa de Dios, que es la causa de la Justicia entre los hombres. Una de las obligaciones del musulmán es “ordenar el el bien y prohibir el mal y esto constituye un acto obligatorio de la fe islámica. El musulmán sabe que la verdadera piedad reside en una conducta comprometida con sus hermanos en la fe y sus congéneres, y en esto se guía por el dicho del Profeta quien dijo: «Ninguno de vosotros alcanzará la fe (verdadera) hasta que ame para su hermano lo que ama para sí mismo». Y dijo también: «Quien comienza su día y no se interesa por los asuntos de los musulmanes, no es de los nuestros». Bastan estas referencias para comprender que en el espíritu de la religión islámica no se percibe esa dualidad (generalmente hipócrita) entre el poder temporal y la esfera religiosa. El Islam es una unidad y ningún asunto humano le es ajeno. En el Islam la religión, la política, la economía o el gobierno de un estado no están separados, sino integrados en una misma unidad de acción y concepción.

El Islam prescribe entonces la lucha, principalmente en legítima defensa ante la agresión externa que sufra el pueblo islámico. La legítima defensa (de su territorio, de sus bienes y recursos naturales de un modo de vida, de su libertad y creencias es un derecho inalienable de toda comunidad así como de todo individuo. Tal lucha, en defensa de valores sagrados como la libertad, la fe y los bienes legítimos, es para el Islam una lucha sagrada, es el Yihad o combate por La Causa de Dios «Combatid por la Causa de Dios a quienes os combatan. Pero no os excedáis o provoquéis, porque Dios no Ama a los agresores (2:190) «¿Qué os impide combatir por la Causa de Allah y la de los indefensos oprimidos (mustad‘afin): hombres, mujeres y niños que claman “¡Señor mío! Sácanos de esta ciudad de gente opresora, y concédenos de Tu parte un protector y danos de Tu Parte un socorredor (4:75)

A lo largo de su historia, desde sus mismos inicios el Islam se expandió por la persuasión y el valor del ejemplo, ejemplo de justicia y comprensión. Bizancio y Persia atacaron al Islam en sus orígenes, y éste respondió a sus agresiones con la fuerza de la fe pese a la inferioridad de recursos. Los musulmanes fueron recibidos como libertadores en esos extensos territorios del mundo antiguo. ¿Acaso si los musulmanes hubieran sido injustos hubiera perdurado la fe islámica en esas regiones (el Cercano Oriente, Irán) hasta hoy día, o en otras, como China, África, o el Sudeste Asiático? o tomemos el ejemplo de las cruzadas, ¿no fueron acaso promovidas por occidente en aras de una causa religiosa que era más bien hegemónica y política?

El Islam sostiene que la violencia es de dos tipos: la que responde a la agresión, la injusticia y la opresión, y la que con justicia se opone a ella. Las sociedades humanas, y la humanidad en su conjunto, son como un cuerpo vivo sujeto a las condiciones dinámicas del desarrollo, la enfermedad, etc . Cuando un organismo extraño penetra en el cuerpo humano, éste se defiende apelando a su sistema inmunológico y ataca al intruso, y da cuenta de su presencia con fiebre y otros síntomas ¿A alguien se le ocurre pensar que esta violencia del cuerpo contra otros seres vivos que pueden alterar su equilibrio y llevarlo a la muerte, es injusta? Desde luego que no. De manera análoga las sociedades deben defenderse de aquello que las socava y pretende destruirlas llámese corrupción o injusticia, violencia, iniquidad, mentira o engaño Islam significa paz, y las condiciones para la licitud de la guerra en la ley islámica son muy precisas: debe existir el antecedente de una agresión o una amenaza cierta de ella que ponga en peligro a la comunidad islámica. Jamás los musulmanes fueron agresores y las ocasionales injusticias de algunos hipócritas y desviados no permiten generalizarlo al conjunto, La orden de la Revelación es preferir siempre la paz «Y si se inclinan hacia la paz, inclínate tú también a ella!, y confía en Dios (8:61). Si se apartaron de vosotros y [ya] no os combaten, y os ofrecen la paz, entonces Dios no os faculta para Subyugarlos (4:90).

Más aún, debemos al Islam la humanización de la guerra.
Catorce siglos antes de la Convención de Ginebra (Protocolo de 1925) el Profeta sentó el precedente y ordenó el trato humanitario de los prisioneros, el respeto de las propiedades privadas del campo enemigo, la no agresión a personas no involucradas en el combate, el respeto de los acuerdos, etc., todo lo cual las avanzadas naciones occidentales no respetan (pese a los acuerdos que firmaron) ni siquiera hoy día. Esta apretada reseña de la posición del Islam ante la violencia y, sobre todo, el testimonio objetivo de la historia, muestran que el Islam y los musulmanes son en verdad los agredidos y no los agresores. Y así seguirá siendo mientras haya musulmanes que mantengan en alto la bandera de la justicia, y proclamen la verdad.
«Sois musulmanes la mejor comunidad que jamás se haya suscitado entre los hombres: Ordenáis el bien, prohibís el mal y creéis en Dios.» (3: 110)

La situación de la mujer

El Islam enalteció a la mujer y la equiparó al hombre al punto que en el Sagrado Corán recibe un trato igualitario con su congénere masculino (es prácticamente el único libro sagrado que se dirige a la mujer como tal y la trata en pie de igualdad con el hombre. La mujer es valorada en la sociedad islámica por su inteligencia y virtud.
Desde sus mismos orígenes el Islam le otorgó a la mujer derechos y privilegios que la mujer occidental, en la mayoría de los países sólo obtuvo en este siglo, como el libre manejo de sus bienes, la capacidad de testar, etc. La mujer es, para el Islam, un tesoro invalorable, un bien fundamental sobre el que se cimenta la familia núcleo de la sociedad .El Profeta destacó enormemente el valor de la mujer como compañera del hombre, esposa y madre. Colocó a la madre en una jerarquía tres veces superior a la del padre, y dijo: «El Paraíso yace a los pies de las madre» y prometió la misma recompensa para quien críe, sustente y eduque en el bien y la fe a una hija mujer.
Pese a esta realidad incuestionable existe el prejuicio, debidamente alimentado y atizado por los medios masivos de difusión al servicio del imperialismo de que la mujer es poco menos que esclava en la sociedad islámica y el blanco preferido de esta crítica es el pudor de la mujer musulmana que cubre su cuerpo y no lo exhibe como en una vidriera. Lo que en otra época, en una sociedad más sana, se hubiera valorado como un signo de virtud y nobleza, hoy, invirtiendo los valores, se denuncia como degradación y humillación. No olvidemos que la mujer musulmana hoy, como hace catorce siglos, se viste igual que lo hacía María la madre de Jesús la paz sea con ambos, a quien cualquier mujer occidental cristiana dice venerar pero no imita.

La realidad que se esconde detrás de esta situación es muy otra. la mujer occidental moderna es un pobre ser esclavo de la moda y de un estereotipo femenino artificial. La mujer vale solamente por su cuerpo y su apariencia, poco importa su inteligencia. Y para cumplir con el «modelo» que la sociedad le impone muchas mujeres llevan la peor de las vidas, detrás de dietas y trabajando sólo para satisfacer sus necesidades de vestuario y afeites. Este es el saldo deplorable de la pretendida liberación femenina que, más que liberar a la mujer terminó convirtiéndola en esclava de toda una forma de consumo. El gran logro del sistema capitalista y consumista que agobia a Occidente es precisamente el haber incorporado de lleno a la mujer al ámbito del consumo y la producción. Medítese sino unos breves instantes en todos los productos de esta sociedad que tienen como destinatario a un prototipo de mujer artificial creado de la nada en las últimas décadas y que sólo ha alejado a la mujer de su esencia y sus verdaderos valores convirtiéndola (igual que al hombre), en un ser infeliz, insatisfecho y conflictuado.[8]

Intolerancia y fanatismo

Hoy en día la fe y la entrega por la causa de la Verdad y la justicia parecen para el hombre “posmoderno” algo del más remoto pasado, algo enterrado en libros de historia que hablan de mártires y santos una condición felizmente “superada” por el ser humano.

No es extraño entonces que la cultura occidental, tan alejada ya de los valores sagrados y trascendentes tan apartada de Dios, vea como “fanatismo” y «locura» toda entrega sincera por la fe, todo sacrificio en aras de la Verdad. Un ser preocupado solo por sus intereses inmediatos y materialistas no puede comprender que otro hombre se sacrifique por un ideal de justicia, o que luche para liberar a sus hermanos de la opresión, o que someta a sus pasiones y no se entregue a las bajezas que degradan su jerarquía humana.

No existió ni existe cultura más justa y tolerante que el Islam. Prueba de ello es que aceptó en su seno y protegió a los devotos de otras religiones, que prosperaron siempre bajo su gobierno. Basta como ejemplo el caso de los judíos, que siempre vivieron tranquilos en territorio del Islam hasta hoy día (hay muchos judíos aun hoy en países como Marruecos, Turquía, Siria e Irán); ni que mencionar el período de la España musulmana, en que tuvieron un florecimiento notable de su filosofía y estudios religiosos La cultura occidental es altamente discriminadora y no dejan de presentarse en ella, de tanto en tanto, serios brotes de racismo. «Negros», «judíos», «árabes», «extranjeros», «hispanos», etc. son objeto de la discriminación. Es una cultura egoísta en donde la tendencia es a separar y dividir, no hay hermandad ni una concepción universal del hombre. En el Islam en cambio, conviven todas las razas en pie de igualdad, y dijo el Profeta: «Los musulmanes son hermanos entre sí y afirmó también:
Todos los hombres son iguales como los dientes del peine del tejedor; no hay diferencia entre el árabe y el no- árabe, entre el blanco y el negro, excepto por la piedad destacando» que la única nobleza es la espiritual.
A diferencia de otras religiones el Islam acepta la salvación de la gente del Libro que, al menos, crea en Dios y en el Día Final y obre el bien. Dice el Sagrado Corán: «Los creyentes;, y los judíos, cristianos y sabeos, los que de ellos crean en Dios y en el Día final y obren el bien, tendrán una recompensa ante su Señor y no temerán ni se atribularan» (2:62)

El Sagrado Corán es perfectamente claro cuando establece que la fe no se impone por la fuerza, sino que se evidencia por sí misma a la razón y el corazón del hombre: «No haya imposición en cuanto a la religión, pues ya se ha evidenciado la verdad del error» (2:256) ¿Tiene parangón esta apertura universal cuando se la compara con páginas sombrías de la historia como la Inquisición, el holocausto de los indígenas americanos, la esclavización de los negros, la depredación del imperialismo anglosajón, o la usurpación de Palestina por el sionismo?

¿Qué logros puede exhibir la cultura islámica?

La ciencia y el arte

A diferencia de otras religiones, el Islam ha promovido siempre la ciencia y el conocimiento como el logro más propio de la condición humana. Dijo el Profeta (BPD): «Buscar el conocimiento es una obligación de todo musulmán y musulmana. ¿Acaso no ama Dios a los anhelantes de conocimiento?», y dijo también: «Procurad la ciencia en todas partes, hasta la China», y estos son sólo dos de los cientos de dichos proféticos que destacan el valor del conocimiento y la ciencia. En cuanto al Sagrado Corán, incita al hombre por doquier a la reflexión, a ver los signos del Creador en la naturaleza meditando sobre su perfección y maravilla. «Di: ¿Acaso se equiparan los que saben con los que no saben? No se persuaden sino los dotados de intelecto» (39:9).

Esta postura frente al conocimiento ha hecho que la cultura islámica se destacara por el cultivo de la ciencia. La ciencia islámica brillaba cuando Europa estaba sumida en la más oscura ignorancia medieval. Y puede afirmarse que fue gracias al legado de la ciencia islámica que occidente renació a la luz. El álgebra, la química, la astronomía, la medicina, la geografía y otras disciplinas menores tuvieron avances impresionantes bajo el amparo de la cultura islámica.

Jamás se planteó en el Islam un enfrentamiento entre la ciencia y la fe, ¡porque es la fuente misma de la fe (El Corán) la que precisamente impele al conocimiento!
El arte, que es como una puerta al alma de una cultura, da
también testimonio de la grandeza del Islam. Las huellas de la
belleza del Islam pueden encontrarse en todos los continentes,
desde la Mezquita de Córdoba en España al Mausoleo Taj Mahal
de Agra en la India. Una arquitectura grandiosa y serena, y una
artesanía delicada y abstracta dan prueba de un profundo sentido
espiritual de la estética, que se refleja, con sus rasgos
característicos, en toda región del amplio territorio islámico. [2,3, y 16]
Los frutos del Islam están a la vista, las palabras huelgan.

Civilización y cultura Pese a haber surgido en el seno de un pueblo atrasado y sin antecedentes culturales, el Islam y su Escritura, el Sagrado Corán, se convirtieron en el núcleo vivo de una enorme civilización de decisiva influencia en el curso de la historia humana. La culminación del Mensaje divino en el Sagrado Corán produjo una revolución profunda en el pensamiento humano que perdura hasta nuestros días. Abrió las mentes, educó las almas, cultivó el tesoro de los espíritus. Llevó progreso y justicia a las regiones del mundo donde se estableció. Hermanó a los pueblos bajo una divisa común que los trasciende a todos uniéndolos en lo más elevado: No hay divino sino Dios, el Uno y Único; sólo El merece la adoración del hombre, y sólo El es la Guía y la Meta Última.

Los efectos de la civilización y la cultura islámicas no se circunscribieron, como ya adelantamos, a su ámbito. Los progresos científicos y el particular enfoque ideológico y gnoseológico de los científicos y filósofos musulmanes, como Avicena (980-1037), se esparció incluso por los países cristianos. No olvidemos que durante siglos la lengua árabe era el idioma de la ciencia y la filosofía, y que en los centros de educación más importantes de Europa se seguían los tratados de los sabios musulmanes en temas como medicina, matemáticas, filosofía, astronomía, geografía, química, etc. Y aunque los avances científicos hayan sido superados, ciertas ideas perduraron y florecieron fuera del Islam.
En cuanto a las particularidades del «ser islámico», el carácter distintivo del musulmán, es inspirado sin lugar a dudas por la Revelación, el Sagrado Corán, y por el ejemplo siempre vivo del Profeta. La nobleza, la generosidad, el sacrificio, el realismo y el espíritu universal que no se encierra en particularidades, son caracteres distintivos del musulmán hoy como ayer, en las grandes metrópolis como entre las tribus nómades. [2,15 Y 16]

Un ejemplo: La España musulmana y la Amé- rica hispana Uno de los ejemplos quizás más cercanos de la fértil influencia del Islam en la cultura y la civilización la tenemos en Al Andalus, la España musulmana. Durante ocho siglos (711-1492) el Islam gobernó la Península Ibérica en lo que fue, incuestionablemente, el período más fecundo que conoció dicho territorio europeo. Los vestigios más evidentes de esa presencia islámica en España los encontramos en los monumentos arquitectónicos dispersos por toda la nación, como la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba o la Giralda de Sevilla, para mencionar sólo los más famosos.

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Pero la influencia de este crisol de cultura no se limitó al ámbito islámico, pues aparte de grandes pensadores musulmanes como el filósofo y médico Averroes (1126-1198), o el gran místico Ibn Arabi de Murcia (1165-1204), la floreciente cultura judía de Sefarad (España) vio nacer bajo el amparo del Islam a Musa ibn Maimún (Maimónides, 1135- 1204), el más grande filósofo y teólogo del judaísmo, que escribió sus obras en lengua árabe.
Como hispanoamericanos portamos, inconscientemente por lo general, una parte importante de esa cultura islámica que fue reprimida por la fuerza en España precisamente el año en que se descubría América. Muchos de los hijos de AI-Andalus vinieron entonces al nuevo continente, y es así que nuestra lengua y nuestra idiosincrasia rebosan de detalles cuya filiación no es difícil remontar hasta las costumbres islámicas: el gaucho y sus costumbres, la música, detalles de la arquitectura y de la indumentaria, para no mencionar los miles de términos árabes que encontramos en el idioma castellano. [2,3, 12, 15 Y 16]
El renacimiento islámico
La gloria del Islam no es algo que pertenece al pasado. El Islam es como una sólida planta que, habiendo dado muchos frutos, se debilitó temporalmente en su fecundidad y fuerza. Su fuerza no es la fuerza de los hombres, ni de las ideologías humanas, es la fuerza que dimana de Dios mismo a través de aquellos hombres que superan el continente limitado de su egoísmo. En la medida en que los musulmanes se apartaron de sus principios, sus posibilidades decayeron, en tanto retornan a sus fuentes, sus posibilidades vuelven a renacer con renovados bríos. Vistos los efectos nocivos que la hegemónica ideología occidental provoca en el hombre y en sus valores. los musulmanes de esta época dirigen de nuevo sus miradas hacia sus orígenes, las fuentes de su cultura. Y se descubren en posesión de un tesoro incalculable: una doctrina pura, una alternativa viable, una ideología abierta y universal que no encadena al espíritu humano.
Lo más notable, sin duda, de la segunda parte del siglo que pasó, es el renacimiento del Islam que puede apreciarse en todos los rincones del mundo. El Islam atrae incluso a las mentes más esclarecidas de la época y progresa sorprendente mente en regiones insospechables. El Mensaje del Corán salió victorioso de la lucha contra el comunismo, en lo ideológico y lo político, y es de esperar que el monstruo capitalista siga su misma suerte, para que reine en el mundo la enseñanza de los Profetas.

Dice Dios en la última Revelación inspirada al Profeta Muhammad: «Hoy os he perfeccionado vuestro din (fe, religión, modo de vida y doctrina), he completado Mi merced para con vosotros y Me complazco con el Islam como din»
(5:3).

Bibliografía

La siguiente es una bibliografía orientativa disponible en español (que puede consultarse en nuestra Mezquita, San Nicolás 674, Capital) mediante la cual pueden profundizarse distintos aspectos del Islam, su doctrina, pensamiento y cultura. Los números entre corchetes que se insertan en el texto remiten a esta reseña bibliográfica para que el lector sepa donde obtener mayor información sobre ese tema.

Fuentes:
[1] El Sagrado Corán, traducción de Ahmed Abbud, Ed. Arábigo Argentina El Nilo, Buenos Aires 1980.
Pensamiento y doctrina:
[2] Historia del pensamiento en el mundo islámico, de Miguel Cruz Hernández. 3 vols. Alianza Editorial, Madrid 1996. Un panorama general de catorce siglos de creación intelectual analizados por un prestigioso islamólogo español.
[3] La arquitectura del mundo islámico, de George Michell, Alianza Editorial, Madrid 1985. Un exhaustivo trabajo que abarca las más diversas áreas de la vida social y espiritual: mezquitas, madrasas, palacios, fortalezas, etc.
[4] Los fundamentos de la doctrina islámica, de Sayyed Mujtaba Musavi Lari, Fundación para la Propagación de la Cultura Islámica en el Mundo, Qum, 1992.
[5] Introducción a la Filosofía del Islam, de Beheshti y Bahonar. Ed. Alborada, Buenos Aires, 1988. Voluminoso compendio de doctrina y pensamiento islámico en donde se tratan prácticamente todos los temas.
[6] La recopilación de las virtudes, de Al-Naraqi. Ed. Mezquita At- Tauhíd, Buenos Aires, 1987. Tratado clásico de ética islámica.
[7] El Islam en Occidente. Córdoba, capital del pensamiento unitario, de Roger Garaudy. Ed. Breogán, Madrid 1987. Ensayo sobre la cultura islámica y su propuesta siempre viva para el bienestar de la humanidad. El autor es un reconocido filósofo francés convertido al Islam.
[8] Los derechos de la mujer en el Islam, de Murteza Mutahhari. Organización de Propagación Islámica, Teherán, 1986.
Historia:
[9] La Luz de la Eternidad, de Ya‘far Subhani. Ediciones Mezquita At- Tauhíd, Buenos Aires, 1989. Biografía del Profeta Muhammad e historia de los orígenes del Islam.
Obras diversas:
[10] La Biblia, el Corán y la Ciencia, de Maurice Bucaille, Arias Montano Editores, Madrid, 1991. En esta obra un médico francés analiza los datos científicos del Sagrado Corán que no se contradicen con la ciencia moderna, a diferencia de lo que ocurre con la Biblia.
[11] Muhammad en la Biblia, de Abdul Ahad Dawud. Ed. Al-Fayr, Buenos Aires, 1994. Prolijo estudio de un ex sacerdote católico sobre los anuncios del Profeta del Islam en el Antiguo y Nuevo Testamento.
[12] La civilización hispano-árabe, Titus Burckhardt, Alianza Editorial, Madrid, 1979. Este es un profundo y hermoso estudio de la importancia de la civilización de Al-Andalus, la España musulmana, muy recomendable.
[13] Huellas del Islam, Asín Palacios. Espasa Calpe, 1941. Esta y otras obras del famoso sacerdote y arabista español (como La escatología musulmana en la Divina Comedia, Hiperión, Madrid, 1984); tienen interesantes referencias sobre la influencia del Islam en distintos campos: filosofía, mística, literatura.
[14] Polarización en torno del Carácter de ‘Alí ibn Abi Talib, de Murteza Mutahhari. Ed. Al-Fayr, Buenos Aires, 1993. Estudio de la influencia del sucesor del Profeta en la comunidad islámica.
Revistas:
[15]El Mensaje del Islam, N° 9, Buenos Aires, abril 1993.
[16]El Mensaje del Islam, N°10, Buenos Aires, diciembre 1993.
[17] Az-Zaqalain, Nros. 1 a 20. Revista de estudios islámicos en español,
con muchos artículos de interés.

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