La Súplica en el Islam

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Significado de Du’â

La palabra du’â significa invocar a Dios, rogarle. El du’â, la súplica, es la comunicación del hombre con Dios, la confesión y manifestación de su fe, el medio por el cual se acerca a su Creador, encomendándose y vinculándose a El, como una gota que adhiere a un océano de Grandeza y Poder infinitos.

Así como no decimos que el alimento es únicamente para las personas debilitadas, tampoco el du’â, que alimenta el espíritu y perfecciona el alma, es sólo para los débiles. El desarrollo sano y completo de todas las potencialidades humanas sólo es posible si el hombre conoce a Dios y le ruega. Por ello el du’â no es un recurso para ser empleado únicamente en los momentos difíciles o peligrosos. Tampoco es una droga para que el hombre se olvide del mundo, de sus responsabilidades, de su trabajo y se encierre a adorar a Dios, sino que es preparación del alma y del cuerpo para actuar con el poder de Dios, con su guía y adquirir mayor confianza y seguridad.

No solamente los musulmanes destacan la importancia que tiene el du’â en el desarrollo de la persona, Alexis Carrel (1873 – 1944), un renombrado fisiólogo, afirma que cuando una nación abandona la suplica a Dios, alcanza muy pronto su desintegración y aniquilación. Aquella continuidad en la que el ruego a Dios muere, queda expuesta al pecado y a la perdición. Aclara que no es suficiente rogar a Dios por la mañana y el resto del día vivir como un salvaje, sin ningún sentido espiritual. El hombre no debe olvidar que necesita continuar el ruego; ser consiente de él, hasta que su efecto e influencias sean permanentes.

La súplica tranquiliza al hombre, amplía la mente y otorga valentía al alma. El ruego confiere éstos y otros benéficos efectos a la personalidad humana. Estos efectos son: la mirada tranquila, actuar con seguridad, la confianza, la alegría interior, además de prepararnos para afrontar los sucesos del mundo. Todo esto, da cuenta de la existencia de un tesoro escondido en la profundidad de nuestra alma, un poder por el cual, aún la gente menos dotada para el trabajo y el estudio pueden activar sus fuerzas morales y mentales. Dicho científico concluye que es lamentable el hecho de que en nuestro mundo las personas que conocen la súplica en su verdadero sentido son muy pocas. Podemos decir que lo expresado por Carrel se halla contenido en el siguiente versículo del Sagrado Corán que dice respecto a los creyentes:

“Aquellos cuyos corazones se sosiegan con el recuerdo de Dios. ¿No es acaso cierto que con el recuerdo de Dios se sosiegan los corazones?” (Corán, 12:28)
En ésta y otras aleyas, Dios dice que solamente con Su recuerdo se tranquiliza el hombre, no con dinero y cargos, familia, casas y otras posesiones. Es necesario, entonces que los hombres, en lugar de buscar el remedio a las crecientes enfermedades psicológicas que afectan a la sociedad de hoy en farmacias o costosos consultorios, recuerden más a Dios.
Dios, el Misericordioso, nos plantea la pregunta como un desafío para que no dejemos de intentarlo.

“¿No es acaso cierto que con el recuerdo Dios se sosiegan los corazones?”
Si una persona lee todas las noches del yumu`a (viernes) el du’â Kumail o diariamente otras importantes suplicas, sus problemas psíquicos, dudas y temores se desvanecerán. El libro Mafatih Al- Yinan (Las llaves del Paraíso) contiene numerosas súplicas del Profeta Mohammad (la paz sea con él y su descendencia) y los Imames (la paz sea con ellos) Si estas súplicas son leídas se comprenderá que el mundo no es más que una manifestación de Dios y que estamos permanentemente ante Su presencia.

El lenguaje de las súplicas

Podemos dividir las suplicas en dos grupos:

1. Las que describen los Atributos Divinos y,

2. Las que ruegan a Dios. A su vez, esos grupos se subdividen.
El primero se divide en:

a) Las súplicas que desarrollan los atributos especiales de Dios, como su Unicidad, su Poder y su Conocimiento.

b) Las que señalan atributos que no sólo pertenecen a Dios, aquellos que los siervos también son capaces de poseer, como el perdón, la generosidad, la fidelidad, etc.
Las súplicas que ruegan a Dios son de diferentes clases.

a) De tipo material, como pedir el bienestar, la salud, estar a salvo de las calamidades, etc.

b) De tipo espiritual, como el rogar por un buen carácter, la piedad, el poder aprovechar las capacidades y otros. Los puntos “b” de ambos grupos conciernen a la educación social del creyente. Quienes realizan este tipo de súplicas ruegan a Dios deseando verse agraciados con los Atributos Divinos.

Asimismo, cuando al suplicar, éstos elogian el comportamiento de los Imanes (la paz sea con ellos), desean ver reflejada esa actitud en ellos mismos.

Los Profetas y los Imanes a través del lenguaje de la súplica, indirectamente, pero con los más útiles métodos educacionales, enseñan al hombre cómo ser, cómo tratar al prójimo, cómo educar a sus hijos.

A manera de ejemplo, el Libro Sahifat as- Sayyadiiah, del cuarto Iman (la paz sea con él), constituye un espejo resplandeciente que, por un lado presenta el más bello y perfecto modelo de educación a los padres y por otro, demuestra claramente el reflejo de esta perfecta educación en el comportamiento de los hijos.

“El dulce lenguaje de la suplica, que se relaciona con lo más íntimo del espíritu humano, y constituye el mas bello aspecto de su vida, (su comunicación con el creador) cautiva al suplicante hasta que abandone todo pensamiento que no se vincule a Él. Este estado espiritual y de plenitud, cuando domina por completo el ser del suplicante, lo conduce hacia el rumbo de las virtudes del amado a quien suplica. Es un efecto tan profundo e importante que, si tiene continuidad, elevará seguramente por grados a la persona y la educará tanto individual como socialmente”. Como sabemos, el objetivo de la educación social es obtener los valores necesarios para servir a la sociedad. Los Profetas, los Imames, los Líderes y grandes reformadores sociales sólo pudieron cambiar las condiciones de las sociedades gracias a sus elevados espíritus vinculados a Dios.

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Condiciones Precisas de la Súplica

Al momento de suplicar debemos considerar una serie de condiciones necesarias para que nuestro ruego sea escuchado.

Debemos saber a quien le suplicamos, en que creemos y porque creemos en primer lugar, el suplicante debe conocer a Dios, el Altísimo. Dice el Iman Sadiq (la paz sea con él), explicando las condiciones de la súplica, considerando el Corán y las maravillas que Dios ha colocado sobre la faz de la tierra:

“ua haqqiq `adzamata-llâhi ua kibriâ`ahu ua `aîin bi jalqika `ilmahu bimâ fi damirika,uaittilâ`ahu `alâ sirrika ua mâ takunu Fihi mina-l haqqi ua-l bâtili”
“Convence a tu corazón de la Majestuosidad y Grandeza divinas, ayúdalo a observar la sabiduría de Dios en tu interior, sabe que Dios conoce lo oculto de tu ser, la verdad y la falsedad (cuando hayas alcanzado este estado nacerá en ti apego y amor hacia Dios y podrás suplicarle con confianza)”.

Y dijo también:
“Por cierto que el creyente suplica a Dios, Majestuoso y Poderoso, ante la necesidad. Entonces, dice Dios, Majestuoso y Poderoso (a los Ángeles que acatan sus ordenes): “!Retrasad la respuesta, porque amo oír su voz y su ruego! Y cuando llegue el Día del Juicio Final dirá Él:” !Ciervo mío! Me suplicaste y demoré la respuesta, y a cambio de ello tu recompensa es tal y tal (enumerando mercedes paradisíacas). Y me has suplicado por tal y tal cosa, y también retrasé la respuesta, a cambio de ello mi recompensa es tal y tal (y vuelve a enumerar)”. Agrega el Iman: ”el creyente dirá: ”!Ojalá no hubiese respondido ninguna de mis súplicas!” (al contemplar lo maravilloso de la recompensa)”.

Algunas Modalidades de la Súplica

En cuanto al recuerdo de Dios y la súplica se han recomendado algunas modalidades que nosotros haremos mención a algunas de ellas.

1. Sinceridad (Ijlas): la sinceridad es un factor muy importante en todas las oraciones y también en la súplica, pues suplicar sin tener absoluta sinceridad no sólo ésta no tiene efecto sino que lleva a la aniquilación de la persona debido que el suplicar sin sinceridad trae vanidad y orgullo.

2. Humildad: el efecto que tiene la súplica cuando uno se relaciona humildemente con Dios no es el mismo que cuando uno suplica sin humildad. Por eso el Corán nos dice: Suplicad a vuestro Señor con humildad y en secreto. En verdad Él no ama a los transgresores. (Corán, 7:55)

3. Suplicar a través de las súplicas transmitidas a través del Corán y de los hadices. En las súplicas y recuerdos de Dios debemos confiar en aquello que nos ha llegado de parte de los Profetas y de los Imames de Ahlul Bait (la paz sea con ellos), ya que son los más conocedores de Dios y del modo en el que hay que invocarle. Al mismo tiempo hay que evitar las suplicas inventadas por otros que no tengan conocimiento. (1)

4. Metas elevadas: ten en la súplica metas elevadas. En tus súplicas no pidas asuntos efímeros y materiales, e incluso ni siquiera el paraíso ni castillos como único objetivo, sino que busca a Dios mismo, que si lo encuentras tendrás todas las cosas. Así como el Iman Husain ( la paz sea con él) dice en la súplica de Arafat:” Ma dafaqada man uayadaka” ¿Qué no tiene aquél que te tiene a Ti? “. Pide al igual que los Imames de Ahlul Bait (la paz sea con ellos): una absoluta desvinculación de lo mundano (kamal enqeta`) y grandeza del encuentro (`ezzate liqa-) ( Súplica Sha`baniah)

5. Realizar las recomendaciones introductorias de la súplica:

a) Comenzar la suplica en el Nombre de Dios, ya que cualquier obra que no comience en el nombre de Dios
no obtendrá el resultado deseado.

b) Alabar y elogiar a Dios.

c) Decir salauat (2) al comienzo de la súplica, a que existen
numerosos dichos de los infalibles que afirman el efecto
del salauat en la respuesta de Dios a las súplicas.

d) Pedir a Dios a través de la intercesión del Profeta y su
descendencia.

e) Antes de suplicar confesar ante Dios sus propios
pecados y faltas y pedir perdón por ello.

f) Realizar dos ciclos de oración y luego, humildemente
suplicar y pedir lo que desea que si Dios quiere le será
concedido.
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(1) Por supuesto que cada uno puede invócale a Dios a través de palabras provenientes de su corazón, pero cuando se habla de las suplicas transmitidas por los Profetas, Imames o sabios, se hace referencia a aquellas súplicas que tienen su origen en la sabiduría divina y que éstas nos ayudan a alcanzar aquello que invocamos o deseamos que Dios nos otorgue.

(2) Salauat significa saludar al Profeta y su descendencia con la frase: “Allahumma Ssal-le `ala Muhammad ua ali Muhammad. (Dios nuestro, bendice al Profeta Muhammad y su familia).

La súplica en el Sagrado Corán

Varios versículos del Sagrado Corán destacan la importancia de la súplica. Podemos citar algunos en que Dios ordena a sus siervos que le rueguen, pues Él ha garantizado su respuesta. Por ejemplo, en la sura (capítulo) Al-Isra` (17, El Viaje Nocturno), cuando le revela a Muhammad (la paz sea con él y su descendencia):

“Diles: “¡Invocad a Dios o invocad al Graciabilisimo! Cualquiera de ambos Nombres con que le invoquéis, Suyos son los mas sublimes epítetos”. (Corán, 17:110)

En la sura Al –Gàfir (El Perdonador), dice:
“Vuestro señor ha dicho: “¡Invocadme y os escucharé! Los que (llevados de su soberbia) no Me adoren, entrarán, humillados, en el infierno”. (Corán 40:60)
“Suplicad, pues a Dios con sincera devoción, aunque ello disguste a los incrédulos.”
(Corán 40:14)

El Profeta Ibrahim –Abraham- (la paz sea con él) en la sura que lleva su nombre, afirma:
“Mi señor oye, ciertamente, a quien Le suplica. ¡Oh Señor mío!, hazme observante de la oración así como a mi descendencia. ¡Oh Señor nuestro!, ¡acepta mi súplica!” (Corán, 14:39 y 40)

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En la sura Mariam –María- (la paz sea con ella), el Profeta Zacarías (la paz sea con él) dice:
“Jamás fue rechazada mi súplica a Ti, ¡Oh Señor mío!” (Corán, 19:4)
En la sura Al -`Araf (Los Murallones), se lee:
“¡Invocad a vuestro Señor, fervorosa e íntimamente, porque El no aprecia a los que se exceden (los que violan la ley)! Y no corrompáis en la Tierra después de haberla pacificado e invocadle con temor y esperanza, porque la misericordia de Dios está al alcance de los bienhechores.” (Corán, 7:55 y 56)

Dios responde, en la sura An- Naml (Las Hormigas), a quienes han perdido toda esperanza en otro que en El y que suplican con devoción:
“¿Quién sino escucha el ruego del necesitado, quita el mal y hace de vosotros sucesores en la tierra? ¿Podrá haber otra divinidad junto a Dios? ¡Cuán poco reflexionáis!” (Corán, 27:62)

Suplicar a otro que a Dios no beneficia en nada. Dice el Sagrado Corán:
“Por cierto que aquellos a quienes invocáis en vez de a Dios, son siervos como vosotros. ¡Suplicadles, pues, y que os escuchen, si es verdad lo que decís…! (Corán, 7:194)
Dios guía a quien le invoca. En la sura Al-Furqan (El Criterio), se lee:
“Di`: “Mi señor no se preocuparía de vosotros si no le invocareis.” (Corán, 25:77) Y en la segunda sura del Sagrado Corán, Al –Baqarah (La Vaca), Dios revela:

“Cuando Mis siervos te pregunten por Mí, diles que estoy cerca y que escucho la oración del que ora cuando Me invoca. Que me escuchen y crean en Mí, a fin de que se iluminen.” (Corán, 2:186)

Como dijimos antes el Du’â es necesario para el desarrollo sano y pleno del ser humano y este no debe limitarse a los momentos difíciles o de peligro. El Sagrado Corán dice, al respecto, en la sura Az-Zumar (Los Tropeles):

“Cuando sufre el hombre una desgracia, invoca a su Señor, volviendo a El arrepentido. Luego, cuando El le agracia con su merced, se olvida del objeto de su invocación anterior y atribuye iguales a Dios para extraviar a otros de su camino. Di: “¡Goza un poco de tu incredulidad! Tu serás de los moradores del fuego”. (39:8) “Cuando sufre el hombre una desgracia, nos invoca. Luego cuando le dispensamos una gracia nuestra, dice: “Ciertamente que la he logrado por mi propio mérito”, ¡No! Es una prueba pero la mayoría de ellos no saben,” (Corán, 39:49)
El Sagrado Corán nos enseña, también, la forma en que suplicaron los Profetas, siendo modelos de perfección para nuestras plegarias. La mayoría de ellas comienzan con el Atributo o nombre Divino Rabbana (¡Oh Señor nuestro!). También los Ángeles y los siervos sinceros de Dios comienzan sus invocaciones con la palabra “Rabbana”. En la sura Al-Araf, el Profeta Adam –Adan- (la paz sea con él) junto con Eva (la paz sea con ella), Dicen:

“¡Oh Señor nuestro! (Rabbana) Hemos sido injustos con nosotros mismos. Si no nos perdonas y te apiadas de nosotros, seremos, ciertamente, de los que pierden.” (Corán, 7:23)
El Profeta Nuh –Noé- (la paz sea con él), en la sura que lleva su nombre, súplica:
“¡Oh, Señor mío! ¡Perdónanos, a mí y a mis padres, a quien entre en mi casa como creyente, a los creyentes y a las creyentes! ¡Y a los impíos no hagas sino perderles más!” (Corán, 71:28)
El Profeta Ibrahim (la paz sea con él) dice:

“¡Oh, Señor nuestro!, en verdad he establecido a una parte de mi descendencia en un valle inculto, cerca de tu Sagrada Casa, ¡Oh Señor nuestro!, para que observen la oración; dispón, pues en su favor, los corazones humanos y agráciales con los frutos a fin de que Te agradezcan.”

“¡Oh Señor mío! Hazme observante de la oración, así como a una parte de mi prole. ¡Oh Señor nuestro! ¡Escucha mi súplica!”
“¡Oh Señor nuestro! ¡Perdóname a mi, a mis padres y a los creyentes el día que se ajusten las cuentas!” (Corán, 14:37, 40 y 41)

En la sura Al-Muntahanan (La Examinada), dice Ibrahim (la paz sea con él):
“¡Oh Señor nuestro! A Ti nos encomendamos y a Ti nos volvemos arrepentidos. Eres Tú el fin de todo.” (Corán, 4:60)

El Profeta Iusuf –José- (la paz sea con él) invoca a Dios: “¡Oh, Señor mío!” Tú me has dado dominio y me has enseñado a interpretar sueños. ¡Oh, Creador de los cielos y de la tierra! ¡Tú eres mi protector en la vida de acá y en la otra! ¡ Haz que muera sometido a Ti y júntame con los virtuosos!” (Corán, 12:101)

En la segunda sura del Sagrado Corán, llamada Al-Baqarah, Dios revela a Muhammad (la paz sea con él y su descendencia) la historia del combate que libraran contra Yalut (Goliat), los Profetas Talut –Saúl- (la paz sea con él) y Daud- David- (la paz sea con él).
“Mas cuando se enfrentaron con Yalut y sus huestes, dijeron: “¡Oh Señor nuestro! ¡Infunde en nosotros paciencia, afirma nuestros pasos, y auxílianos contra el pueblo infiel!” (Corán, 2:250)

En la sura Taha, el Profeta Musa –Moisés- (la paz sea con él), ruega a Dios con estas palabras:

“¡Oh, señor mío!, dilátame el pecho; facilítame la tarea, y desata el nudo de mi lengua.” (Corán, 20:25, 26 y 27)
En Al- Qasas (La Narración), Musa (Moisés) se dirige a su Señor en estos términos:
“¡Oh Señor mío! ¡Por cierto que estoy desesperado, soy menesteroso de cualquier bien que me envíes!”
“¡Oh Señor mío! ¡Puesto que me has agraciado, juro que jamás seré amparo de los pecadores!” (Corán, 28:24 y 17)

También sabemos por el sagrado Corán que el modo en que invocó el Profeta Sulaimán – Salomón- (la paz sea con él): “¡Oh Señor mío!¡ Perdóname y concédeme un imperio que nadie, después de mí, pueda poseer otro igual; porque Tú eres el Magnifico por excelencia!” (Corán, 38:35)
En el capítulo llamado Los Profetas, en árabe Al-Anbiá, Dios revela a Muhammad (la paz sea con él y su descendencia) el du’â que le hiciera a Su siervo, el Profeta Zacarías (la paz sea con él):

“Y acuérdate de Zacarías, cuando imploró a su Señor: ‘¡Oh Señor mío!’ ¡No me dejes solitario (sin prole) desde que Tú eres el mejor de los herederos!”. (21:89) “Entonces Zacarías rogó a su Señor diciendo: ‘¡Oh Señor mío! ¡Regálame de Ti una descendencia buena! Tú escuchas a quien te suplica’.”(Corán, 3:38)

El Profeta Isa – Jesús- (la paz sea con él), en la sura Al- Ma’idah (La Mesa Servida), invoca a Dios:
“¡Oh Dios! ¡Señor nuestro! ¡Envíanos del cielo una mesa servida, que sea un festín para el primero y el último de nosotros, y un prodigio Tuyo! ¡Provéenos del sustento necesario, Tú que eres el mejor de los proveedores!” (Corán, 38:35)

Dios enseña a Muhammad (la paz sea con el) una suplica:
“Y dí: ‘¡Oh Señor mío!’ ¡en Ti me amparo contra las insinuaciones de los demonios! ‘(Corán 23:97) “Y di: ‘¡Oh Señor mío! ¡Aumenta mi ciencia!’.” (Corán, 20:114)

El Sagrado Corán nos enseña además, una de las formas en que suplican los sabios.
“Dicen: ¡Oh Señor nuestro! Por cierto que congregarás a los humanos en un día inevitable, porque Dios no falta a Su promesa”. (Corán, 3:9)

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“Quienes recuerdan a Dios de pie, sentados o acostados y meditan profundamente en la creación de los cielos y de la tierra, diciendo: ‘¡Oh Señor nuestro! ¡No lo creaste en vano! ¡Glorificado seas!¡ Presérvanos del castigo del fuego!¡ Oh Señor nuestro!, por cierto que aquél a quien arrojes al fuego le habrás frustrado, pues los inicuos no tendrán defensores. ¡Oh Señor nuestro!, ciertamente, hemos oído a un pregonero que nos convocaba a la fe, diciendo: Creed en vuestro Señor, y creímos. ¡Oh Señor nuestro! ¡Perdónanos nuestras faltas, absuélvenos de nuestras malas acciones y acógenos con los piadosos!¡ Oh Señor nuestro!¡ Concédenos lo que nos prometiste por boca de Tus Mensajeros, y no nos afrentes en el Día de la Resurrección, porque tu jamás quebrantas la promesa!” (Corán 3:191-194).

Quienes combatieron en el Camino de Dios junto a los profetas, dicen: “¡Oh Señor nuestro! ¡Perdónanos nuestros pecados y los excesos que hemos cometido! ¡Afirma nuestros pasos! ¡Auxílianos contra el pueblo infiel!” (Corán, 3:147)

Los creyentes imploran a Dios en la sura Al- Furgan (El Criterio):
“¡Oh Señor nuestro! Haz que nuestras esposas y nuestra descendencia sean nuestro consuelo, y desígnanos Imames de los temerosos de Dios.” (Corán, 25:74)

Asiah, la esposa de Faraón, en la sura At-Tahrim (La Prohibición) pide a Dios.
“¡Oh Señor mío!¡ Constrúyeme junto a Ti,’ una casa en el Jardín (Paraíso) y sálvame del Faraón y de sus obras. Sálvame del pueblo impío!” (Corán, 66:11).
Los siervos de Dios dicen:

“¡Oh Señor nuestro!, aleja de nosotros el suplicio del Infierno, porque su tormento es inevitable.” (Corán, 25:65)

Con respecto a aquellos que sólo imploran a Dios para obtener los bienes de esta vida, el Sagrado Corán, en la sura Al-Baqarah, dice:

“Hay quienes dicen: ‘¡Oh Señor nuestro! Danos en la vida de acá’, Esos no tendrán parte en la otra vida. Otros dicen: ‘¡Oh Señor nuestro! ¡Danos de la vida de acá y en la otra y presérvanos del castigo del fuego! Estos si que lograrán la porción que hayan merecido, porque Dios es diestro en Sus juicios.” (Corán, 2:200 a 202)

Los oprimidos piden a Dios:
“¿Y que os impide combatir por la Causa de Dios y la de los indefensos, hombres, mujeres niños que dicen: ‘¡Oh Señor nuestro! ¡Sácanos de esta ciudad cuyos habitantes son opresores! ¡Desígnanos de Tu parte un protector y desígnanos de Tú parte un socorredor!’?’’ (Corán, 4:75)

La palabra Rabb designa un Atributo Divino del cual depende eternamente la creación de Dios. Su significado en castellano es Criador, Señor, Amo, Dueño. Por ello Dios enseña a implorarle de ese modo, porque El es el dueño, el que cría, el que administra todos los asuntos de Su creación. Es recomendable imitar y memorizar la forma en que los Profetas (s) ruegan a Dios.

La Súplica en los Hadices

Dijo el Profeta Muhammad (la paz sea con él y su descendencia):
“La súplica es el alma del creyente, es pilar de la religión y es luz de los cielos y de la tierra.” (Al-Kafi, tomo II, capitulo Ad-Du’a, pag214).

Dijo el Profeta Muhammad (la paz sea con él y su descendencia):
“La súplica es el intelecto de la adoración.” (Bihar, tomo XCIII, Pág. 300)
Dijo el Iman Ali (la paz sea con él):
“La Súplica es el escudo del creyente.” (Mizan el Hikmat, t. III)

Dijo el Imán Ar Rida (la paz sea con él):
“Es vuestro deber tomar el arma de los Profetas.” Entonces le preguntaron: “¿Cuál es el arma de los Profetas?” Respondió: “El du’â”. (Al-Kafi, tomo IV, Pág. 216).
Narraron del Profeta Muhammad (la paz sea con él y su descendencia) que dijo:
“¿Queréis que os dirija a un arma que os rescatará de vuestros enemigos y que hará abundante vuestro sustento?” dieron: “Sí”. El Profeta respondió: “Rueguen de noche y de día, porque el arma del creyente es el du’a .” (Bihar, t.XCIII, Pág.291).

Narro el Imán Ali (la paz sea con él):
“Defiéndanse de las olas de aflicciones y calamidades con el du’â” (Nahyul Balagah). En su carta a su hijo, el Iman Al-Hasan (la paz sea con él) dice:

“Cuando lo invoques (a Dios) te escuchará. El acepta tus ruegos cuando le reces. Implora a El para que te conceda los deseos de tu corazón. Cuéntale acerca de todas las calamidades que te han sobrevenido, los infortunios que enfrentas y suplica por Su ayuda para superarlos. ¡Invoca Su Ayuda y apoyo en las dificultades y aflicciones! Implórale para que te conceda larga vida y buena salud. Rézale a El por la prosperidad y requiere de El los favores y dones que nadie sino El puede conceder y adjudicar. Piénsalo bien. Por el simple hecho de concederte el privilegio de rezar por Sus Favores y Mercedes, El te ha entregado las llaves de Sus tesoros y dichas. Algunas veces encontrarás que tus requerimientos no son concedidos inmediatamente. Por consiguiente, significa que no necesitas que sean establecidos porque la concesión de los ruegos depende del verdadero propósito e intención de quien los implora. Algunas veces los ruegos son denegados porque el Dios Misericordioso quiere que recibas más premios, soportando pacientemente calamidades y sufrimientos, creyendo, no obstante, en Su Ayuda. Así te puede otorgar mayores favores que los que pediste.

Algunas veces tus ruegos son rechazados y esto también te beneficia, porque comúnmente, inconscientemente pides cosas que son realmente dañinas para ti. Si esos pedidos fuesen concedidos, te harían más mal que bien, y pudiendo ser muchos de tus requerimientos como esos, te llevaría a tu eterna condena. Así el rechazo a acceder a tus solicitudes resulta como una bendición que no llegas a percibir.

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Aunque comúnmente tus pedidos se rechacen, sin deberse a que sean realmente dañinos para ti en este mundo o la otra vida, se te concederán luego en cantidad mucho mayor de la que pediste, produciendo tal beneficio con su entrega como nunca pudiste imaginártelo.
Por lo tanto deberías ser muy cuidadoso al pedir Sus Favores, solamente implora por las cosas que son realmente beneficiosas para ti, cuyos beneficios sean duraderos y que a la larga no resulten perjudiciales”. (Nahyul Balagah)

Estos dichos del Profeta (la paz sea con él) y los Imames (la paz sea con ellos), nos muestran la importancia del du’â. Necesitamos tener presente que las súplicas que han dirigido a Dios los Profetas e Imanes son muy elevadas y encierran grandes enseñanzas y beneficios. Un ejemplo de ello es el Du’â Kumail:

“En verdad has decretado Tu adoración y alabanza por parte de Tus siervos y les ordenaste Te suplicaran y aseguraste a ellos la respuesta.
Así que hacia Ti, mi Señor, he vuelto el rostro; Y hacia Ti, mi señor, he extendido mi mano. Por tu Grandeza, responde a mi súplica.

Tu realizas lo que Te place ¡Oh Quien Su Nombre es remedio, Su recuerdo curación y Su obediencia riqueza!”

U otros du’âs como los que se encuentran en Sahifah Sayyadiah (Los du’âs del Iman Zain Al-Abidin (la paz sea con él) por ejemplo, Makarimul Ajlaq (La nobleza del carácter). El imam dice:
“Líbrame de darle importancia a las cosas de este mundo y has que le dé importancia a lo que mañana me preguntarás. Otórgame buena reputación entre la gente pero líbrame de la arrogancia. Y hazme tu adorador, tu siervo. Pero no anules mi oración por mi vanidad.”
Citemos un dicho del Imam Al Baqir (la paz sea con él) sobre la verdad de la súplica. Dijo el Imam a uno de los discípulos:

“¿Quieres que te hable de aquello que contiene la curación de todas las enfermedades y desesperanzas?”

Respondió el discípulo.”Si”. Entonces el Imam dijo: ‘el du’â’.
Para finalizar, suplico a Dios que dé el triunfo a todos los creyentes y oprimidos del mundo y que estas súplicas y ruegos sean elevados por todos en favor de los musulmanes comprometidos en el camino de la paz y la justicia. Y pido a Dios que nos entregue la felicidad en este mundo y en el otro y que nos preserve del fuego infernal, que conceda su misericordia y su indulgencia a nuestros fallecidos, salud y bienestar a nuestros enfermos y necesitados.

El significado de la Súplica en el Islam es el prólogo al Libro “Las Llaves del Paraíso”, Letanías y Salutaciones. Autor Sheij Abbás Qummí.
Hayyatulislam M.R., Rayab 1430

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