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La Dimensión Espiritual de la Personalidad del Imam Husein (P)

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La personalidad admirable y resplandeciente del Imam Husein (P) presenta dos dimensiones:

Una es la dimensión del yihâd y el martirio, y el ciclón que provocó a lo largo de la historia, siendo que este ciclón permanecerá -con las bendiciones con las que se caracteriza- tronante a lo largo de las épocas. Ustedes están familiarizados con esta primera dimensión.

En cuanto a la segunda, es la dimensión espiritual y mística. Ésta se manifiesta de una forma evidente y sorprendente en la súplica de ‘Arafât.

Hay otra súplica para el día de ‘Arafât que nos llegó en As-Sahîfah As-Sayyadîiah del Imam Zaîn Al-‘Âbidîn (P). Una vez estuve comparando entre estas dos súplicas, primero leía la suplica del Imam Husein (P) y luego leía la transmitida en As-Sahîfah As-Sayyadîiah. En repetidas ocasiones me pareció que la súplica del Imam As-Sayyâd (P) era una explicación de la súplica de ‘Arafât, como si la primera -o sea la súplica del Imam Husein (P)- fuera el texto original, y la segunda la explicación; como si la primera fuera la base y la segunda una ramificación. La súplica de ‘Arafât es verdaderamente una súplica asombrosa. Encontrarán ese mismo tono y ese mismo espíritu huseinî que se observa en la súplica de ‘Arafât, en la disertación que pronunció ante las grandes personalidades de su época y los grandes musulmanes de entre los Tabi’în en Mina.

Cuando observamos el suceso de ‘Âshûrâ’ y los acontecimientos de Karbalâ’, vemos al Imam Husein (P) hablar y desenvolverse con un idioma de amor, complacencia y mística con Dios, Glorificado Sea, a pesar de que se encontraba en un campo de batalla, espada y muerte. Y al final de la batalla, cuando puso su bendita mejilla sobre el polvo de la ardiente Karbalâ’, se lo escuchó decir: “¡Dios mío! Mi complacencia está en lo que es Tu designio y me someto a Tu disposición”. Asimismo, cuando partía de La Meca decía: “¡Quien quiera sacrificar su vida por nosotros, y se sienta preparado para hacer que su alma se encuentre con Dios, que parta con nosotros!”.

Él vinculó su salida con la súplica, la letanía y el deseo de encontrar a Dios. El significado de esto es que el suceso de ‘Âshûrâ’ se cuenta por sí mismo como un suceso místico, a pesar de que está mezclado con el combate, la muerte, el martirio y la masacre. La carnicería de ‘Âshûrâ’ es una página sublime que sobresale en todas las épocas. Si observan la profundidad de la trama de ese suceso sangriento, verán las señales de la mística, la espiritualidad, el sometimiento a Dios, y la esencialidad de la súplica de ‘Ârafât.

Entonces, esa es la otra dimensión de la personalidad del Imam Husein (P), y debe ser objeto de consideración al lado de la primera dimensión representada en el yihâd y el martirio.

La cuestión que quiero señalar es que es posible decir categóricamente que las señales del impulso espiritual, la mística y la súplica a Dios, el aniquilamiento en Él, y no ver el yo ante Su Sagrada Voluntad, es lo que anexó al suceso de Karbalâ’ esa majestuosidad, grandeza y eternidad. En otras palabras, la primera dimensión, o sea el aspecto del yihâd y el martirio, viene como producto y resultado del segundo, o sea, de ese mismo espíritu místico y espiritual del que carecen muchos de los creyentes de entre aquéllos que combaten y obtienen el martirio con toda la nobleza que ello representa.

Si se debilita ese vínculo con Dios, y el ser humano cae víctima de sus arrebatos, y su atención es gobernada por sus pasiones, se debilita entonces su poder para combatir al enemigo. El ser humano está expuesto a las pasiones y los deseos, y no es fácil que se mantenga indemne de ellos de una forma definitiva, mas lo importante es que no permita que las pasiones internas, los intereses materiales y los deseos banales delineen el curso de su vida, determinen para él el sendero que procura, y tengan un papel decisivo y un poder para cambiar el camino por el que está transitando.

Aquello que disminuye los perjuicios en este aspecto son precisamente esas cuestiones espirituales y morales, la súplica, el recuerdo y la atención en Dios, la purificación del alma y la construcción de sí mismo, limpiándola de los vicios, y brindando gran importancia a este comportamiento. Así es, cuántas personas hay que realizan muchas súplicas, invocaciones y otras acciones parecidas, pero que no logran extirpar de sus almas los vicios, el egoísmo, la soberbia, la avaricia, la codicia, la envidia, el rencor, el mal pensamiento, la inquina contra éste o aquél, ni tampoco anular los efectos de ello sobre su comportamiento.

El Islam quiere que la gente sea compasiva entre sí, que cada uno se preocupe del destino del otro, que procure los intereses de los demás y corrija sus errores, que cada uno suplique por el otro y se traten con amor y benevolencia «Y se recomiendan mutuamente la misericordia» (Sura Al-Balad; 90:17). La persona debe procurar que se incremente el amor entre los hermanos, entre las hermanas, entre los amigos, entre los miembros de la comunidad islámica, que se incrementen los vínculos afectivos, el deseo de bien a los demás y los atributos de virtud y altruismo.

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