La cuestión que quiero señalar es que es posible decir categóricamente que las señales del impulso espiritual, la mística y la súplica a Dios, el aniquilamiento en Él, y no ver el yo ante Su Sagrada Voluntad, es lo que anexó al suceso de Karbalâ’ esa majestuosidad, grandeza y eternidad. En otras palabras, la primera dimensión, o sea el aspecto del yihâd y el martirio, viene como producto y resultado del segundo, o sea, de ese mismo espíritu místico y espiritual del que carecen muchos de los creyentes de entre aquéllos que combaten y obtienen el martirio con toda la nobleza que ello representa.
Si se debilita ese vínculo con Dios, y el ser humano cae víctima de sus arrebatos, y su atención es gobernada por sus pasiones, se debilita entonces su poder para combatir al enemigo. El ser humano está expuesto a las pasiones y los deseos, y no es fácil que se mantenga indemne de ellos de una forma definitiva, mas lo importante es que no permita que las pasiones internas, los intereses materiales y los deseos banales delineen el curso de su vida, determinen para él el sendero que procura, y tengan un papel decisivo y un poder para cambiar el camino por el que está transitando.
Aquello que disminuye los perjuicios en este aspecto son precisamente esas cuestiones espirituales y morales, la súplica, el recuerdo y la atención en Dios, la purificación del alma y la construcción de sí mismo, limpiándola de los vicios, y brindando gran importancia a este comportamiento. Así es, cuántas personas hay que realizan muchas súplicas, invocaciones y otras acciones parecidas, pero que no logran extirpar de sus almas los vicios, el egoísmo, la soberbia, la avaricia, la codicia, la envidia, el rencor, el mal pensamiento, la inquina contra éste o aquél, ni tampoco anular los efectos de ello sobre su comportamiento.
El Islam quiere que la gente sea compasiva entre sí, que cada uno se preocupe del destino del otro, que procure los intereses de los demás y corrija sus errores, que cada uno suplique por el otro y se traten con amor y benevolencia «Y se recomiendan mutuamente la misericordia» (Sura Al-Balad; 90:17). La persona debe procurar que se incremente el amor entre los hermanos, entre las hermanas, entre los amigos, entre los miembros de la comunidad islámica, que se incrementen los vínculos afectivos, el deseo de bien a los demás y los atributos de virtud y altruismo.