En su lugar encontrarás a personas que, siendo tanto juiciosas como instruidas, no han tenido mentalidad pecadora o criminal ni han ayudado a los tiranos en su tiranía, ni asistido a los pecadores a llevar a cabo sus actos indignos. Tales personas te ocasionarán menos dificultades. Serán de la mayor ayuda, simpatizarán contigo sinceramente. Si tienes confianza en ellos, romperán sus relaciones con tus opositores. Conserva como compañeros a tales personas, tanto en tus reuniones personales como oficiales.
Solamente compañeros y ministros tan honestos y humanos deberían obtener tu completa confianza. Confía en que te dirán las más amargas verdades, sin temor a tu rango. También rechazarán asistirte o ser parte en acciones que a Dios le disgusta que realicen Sus Amigos. Como compañeros y amigos, junta y reúne a tu lado a personas piadosas, honestas y veraces. Enséñales a que no te adulen ni busquen tu favor mediante falsos ruegos, porque la adulación y las falsas súplicas, engendran la vanidad y la presunción; haciendo que uno pierda la conciencia de su real personalidad y deberes. No deberías tratar de igual forma a los buenos y a los malos porque así desmoralizarías a los justos y alentarías a los perversos a continuar con sus iniquidades. Cada uno debería recibir el tratamiento que se merece, acorde a sus actos.
Trata de comprender que un gobierno puede crear la buena disposición en las mentes de sus súbditos, haciéndolos sinceros y fieles, sólo cuando ese gobierno es amable y considerado, cuando reduce sus problemas y dificultades, cuando no les oprime ni tiraniza, y cuando jamás les exige cosas más allá de sus capacidades.
Estos son los principios que debes conservar y sobre los que debes actuar. Permite que tu actitud sea tal, que ellos no te pierdan la fe, porque la buena fe de su parte, te reducirá muchos problemas administrativos y mitigará tus apremios. Y en lo concerniente a tu confidencia y confianza, otórgala a aquellos a quienes has probado en las dificultades y a quienes has favorecido, y en cambio desconfía siempre de aquellos a quienes has ofendido y de aquellos que han demostrado su infidelidad, su ineficiencia y su ineptitud.
No abandones estas prácticas y tradiciones. No destruyas las costumbres y leyes que
han introducido los buenos musulmanes, creando con ellas unidad y amistad entre los diversos sectores de la sociedad y generando la prosperidad de los pueblos. No destruyas ni introduzcas innovaciones en ellas, porque si haces a un lado estas buenas tradiciones y disposiciones, el premio por haberlas introducido será para los que las desarrollaron y tuyo será sólo el castigo por haberlas abolido.
Estudia mucho con los hombres de conocimiento (ulemas) y conversa mucho con los sabios (hukama’) respecto de la consolidación de aquellos que haga que tu comarca prospere y el pueblo se fortalezca.
TERCERA PARTE:LASDISTINTASCLASESDEHOMBRES
Debes saber, Mâlik, que las personas que tú gobiernas están divididas en clases y grados. La prosperidad o el bienestar de cada clase, individual o colectivamente, está tan íntimamente relacionada con las de las otras clases, que forman un todo inseparable. Una clase no puede existir pacíficamente ni puede vivir felizmente y no puede trabajar sin el apoyo y buenos deseos de la otra. Entre ellas están los soldados del ejército de Dios que defienden Su causa. La otra clase, es la de los secretarios de estado, cuyos deberes están redactados y asignados en órdenes especiales o generales. El tercer grupo es el de los jueces y magistrados que administran justicia. El cuarto, es el de los funcionarios que mantienen la ley y el orden y protegen la paz y la prosperidad del país. Luego están los hombres comunes, musulmanes que pagan los impuestos exigidos por el gobierno y los no musulmanes que pagan tributo al estado (en lugar de los impuestos de la religión islámica). Luego, viene la clase de hombres que ejercen distintas profesiones y tareas comerciales. Y finalmente, pero no los menos, están los pobres, que son considerados como la clase más baja de la sociedad. El Señor Misericordioso ha fijado para cada uno de ellos derechos y deberes que han sido determinados, ya sea en Su Libro (el Corán) o bien explicados a través de las órdenes y tradiciones del Santo Profeta (BP), un completo código que es preservado por nosotros.
En lo que se refiere a los soldados, son la fuerza de la religión, y una fortaleza para proteger y defender a los súbditos y al estado; son la honra del gobierno y del país. Ellos proveen poder y protección a la religión, propagan y preservan la paz entre los hombres. En realidad, son los verdaderos guardianes de la paz y, a través de ellos, se puede mantener una buena administración interna. La conservación y el mantenimiento del ejército, dependen de los impuestos que cobra el estado y de los cuales Dios ha fijado una parte para ellos. Con esta suma, se proveen dignamente sus requerimientos, manutención y armas para luchar por la religión y la causa de la justica.
Aunque el ejército y la gente común (ciudadanos en general que pagan impuestos o tributos) son dos clases importantes, en un estado justo de bienestar no puede garantizarse sin adecuado funcionamiento y preservación del orden por parte de las otras clases, los jueces y magistrados, los secretarios de estado y funcionarios de los distintos departamentos, quienes cobran las rentas públicas, mantienen la ley y el orden como así también preservan la paz y la armonía entre los diversos estamentos de la sociedad; su función es también proteger los derechos y privilegios de los ciudadanos y cuidar de la ejecución de numerosos deberes que conciernen a los individuos y las clases. Y la prosperidad de todos ellos (soldados, gente común y funcionarios), depende de los comerciantes e industriales.
Estos actúan como intermediarios entre los consumidores y proveedores. Ellos atienden las necesidades de la sociedad, proveen de mercadería, habilitan negocios, mercados y centros comerciales y así satisfacen las necesidades de los consumidores. Alivian a los ciudadanos de tener que correr detrás de los requerimientos de la vida.
Luego está la clase más baja, la de los pobres y las personas incapacitadas; es absolutamente necesario velar por ellos, ayudarles y proveerles.
El Señor Misericordioso ha dispuesto la forma y medios para mantener y proveer a los sectores más pobres y cada una de estas clases tiene este derecho sobre el Gobierno del Estado: que se provean al menos las mínimas necesidades para su bienestar.
Recuerda, Mâlik, que Dios Todopoderoso, no absolverá a ningún gobernante de las obligaciones que se le imponen a menos que, sinceramente, trate de mejorar el cumplimiento de sus deberes, ruegue para que el Señor le ayude, y permanezca constante y diligente en el sendero de la verdad y la justicia, soportando todo, tanto si sus obligaciones son simpáticas como odiosas.
En lo concerniente al ejército, su comandante debería ser una persona que fuese la más sincera y fiel a Dios, al Santo Profeta (BP) y a tu Imam. Debería ser el hombre más piadoso, alguien conocido por su paciencia, clemencia y gentileza, ni de mal genio ni irritable, una persona que trate con benevolencia a quienes se disculpen sinceramente; deberá ser amable y compasivo con el débil, pero arrogante y dominante con el fuerte y poderoso; alguien que no se vuelva violento cuando aplique los castigos y a quien no hagan retroceder la incapacidad o el desánimo.
Para encontrar y seleccionar tales personas, debes buscarlas en tus contactos con familias nobles de espíritu y piadosas, familias con altos ideales y puras tradiciones, linaje conocido por su valentía y coraje, por su generosidad y magnanimidad. Estas son las personas a las que se puede considerar como fuertes de magnificencia y manantiales de piedad y buena sobras. Cuando hayas encontrado y seleccionado tales personas, obsérvalas como los padres observan a sus hijos. De esta forma podrás descubrir si en ellas se evidencia alguna falta en sus personalidades. Trátalos con agrado y amablemente. No escatimes tenerlos en tu más alta estima si ellos se lo merecen, y no desdeñes sus favores, aunque sean pequeños. Este tipo de trato creará simpatías recíprocas; confiarán en ti y te serán fieles. Bajo la impresión de que has prestado atención suficiente a sus mayores necesidades y requerimientos, no cierres tus ojos a los menores requerimientos y necesidades, porque pequeños favores a menudo producen mejores frutos, aunque la cuidadosa atención a las mayores necesidades es también muy importante.