Al-Qalqashandí
Al-Qalqashandí (1335-1418), al igual que su antecesor Ibn Fadl Allah al-Umarí, fue canciller de los mamelucos, conocido con el título del «Secretario del secreto» (katib al- sirr). Su obra enciclopédica la terminó en 1412, a la edad de setenta y siete años. El nombre que le dio, un tanto extraño debido a las exigencias de estilo de la época, en la que los títulos debían tener una rima elegante, encierra una metáfora relativa a la búsqueda de la luz y la inspiración literaria: «La mañana del hemeralope en las artes de la redacción» (Subh al-a’sha fi sina’at al-insha’). Esta contiene una información valiosísima, muy precisa y detallada, sobre la historia y la civilización islámica en el Egipto y la Siria de los siglos IX a XV. Fue publicada en 14 volúmenes en El Cairo, entre 1913 y 1919.
Al-Qalqashandí, al igual que sus pares antes citados, demuestra tener una cultura y unas informaciones históricas, geográficas y científicas considerables, producto del riquísimo universo mameluco, tan poco estudiado hasta el presente.
Al-Suyutí
Ÿalaluddín Abu-l Fadl Abdurrahman al-Assuiutí, más conocido por la fonética de al- Suyutí (1445-1505), era oriundo de una familia persa establecida desde hacía más de tres siglos en Assuiut, en el Alto Egipto. Afamado polígrafo y enciclopedista, es autor de trescientos quince escritos sobre la Tradición del Profeta (Sunna), Narraciones y dichos (Ahadith), jurisprudencia (fiqh), lingüística, ciencias, historia y literatura. Su «Historia de los Califas» (Tarij al-Julafa) fue muy admirada por sus valiosos detalles (publicada por al-Sa’ada, El Cairo, 1959). Se extiende desde Abu Bakr hasta el año 1497. Su «Historia de Egipto y de El Cairo», llamada en árabeHusn al-Muhadara, es una compilación de veintiocho obras históricas. Su Taqrir al-istihad fi tafsir al-iÿtihad fue publicado por Dar al-Dawah, El Cairo, 1983.
Bibliografía esencial
Esin Atil:Renaissance of Islam. Art of the Mamluks, Smithsonian Institution Press, Washington, 1981.
Claude Cahen: Introduction a l’histoire du monde musulman médiéval XIIe-XVe Siècle, J. Maisonneuve, París, 1982.
Francesco Gabrieli: Chronique arabes des croisades, Sinbad, París, 1977.
R. Grousset: Histoire des croisades et du royaume franc de Jérusalem, vol. VII y VIII, Tallander, París, 1981).
Robert Irwin: The Middle East in the Middle Ages: The Early Mamluk Sultanate, 1250-1382, Southern Illinois University Press, Illinois, 1986.
J.F. Michaud: Histoire des croisades, 4 vols., Editions de Saint-Clair, París, 1966-1967.
Nasser O. Rabbat: A New Interpretation of Royal Mamluk Architecture, E.J. Brill, Leyden,
1995.
Amín Maalouf: Las cruzadas vistas por los árabes, Alianza, Madrid, 1997.
David Nicolle: The Mamluks, 1250-1517, Osprey, Londres, 1993.
Robert Payne: El sueño y la tumba. Historia de las cruzadas, Península, Barcelona, 1997.
Henri y Ann Stierlin: Splendours of an Islamic Civilization. The Eventful Reign of the Mamluks, Tauris Parke Books, Londres/Nueva York, 1997.
Henri Stierlin: Islam. Volume II: From the Mamluks of Cairo to the Nasrids of Granada, Taschen, Köln, 1998.
NOTAS
(1) Mamluk (castellanizado mameluco) es una palabra árabe que significa «poseído», «gobernado», es decir esclavo de origen no-musulmán. Los esclavos que componían la institución mameluca dominante habían llegado a Egipto y Siria en calidad de paganos, llevados por venecianos y genoveses y otros mercaderes para ser vendidos allí. El apodo del sultán Qala’ún al-Alfi suele interpretarse por el hecho de que había costado mil (alf) dinares, mientras que el gran Baibars, azote de cruzados y mongoles, sólo se pagaron cuarenta dinares, porque tenía un defecto en un ojo. Los jóvenes mamelucos que compraban los sultanes ayubíes recibían una concienzuda educación islámica y buena preparación militar en colegios especiales de El Cairo, y cuando, al cabo de de varios años, salían de ellos completamente transformados, se enrolaban en el cuerpo de los mamelucos reales y recibían la libertad, caballos y el equipamiento debido, además de una tenencia de tierra que les permitía vivir independientemente. En su mejor momento, el soldado mameluco de caballería era notable por su pericia ecuestre y por su habilidad en el amnejo de las armas, en particular el arco y la lanza. Las tropas mamelucas mantenían su alto nivel de manejo de armas con prácticas, entrenamientos y ejercicios en varios terrenos especialmente acotados que había en torno a el Cairo, y la literatura que ha llegado hasta nosotros sobre estos «ejercicios caballerescos» (furusiyya) nos da descripciones detalladas de los procedimientos a seguir, junto con útiles ilustraciones del equipamiento a usar. Había ejercicios coordinados de caballería y juego de polo y esgrima, de lucha libre y de arquería. Conviene también mencionar en este punto la importancia que tuvieron los períodos ayubí y mameluco en el desarrollo de la heráldica. Durante estos períodos, los grandes emires usaban blasones que el sultán les había concedido a título individual. Las palabras árabes con que se designaban estos blasones eran rank (derivada de una palabra persa: rang, que significa “color” y que originó el término “rango” como expresión de jerarquía —en inglés se dice rank) y shi’ar, que quiere decir «emblema». Estas divisas parecen tener origen en los cargos de la casa o la administración del sultán que ostentaban esos emires; así, por ejemplo, el maestre de polo ostentaba palos de polo, etc. A mediados del siglo XIV, un monje irlandés viajero, émulo de San Brendan, presenció en El Cairo un gigantesco partido de polo jugado por seiscientos caballeros mamelucos (trescientos por bando) que era muy similar al (hurling) que «jugaban los pastores en los países cristianos con una bola y un palo curvo, excepto que el sultán y sus nobles nunca golpeaban la bola a menos que estuvieran montados a caballo… Esto provocaba que muchos caballos y caballeros quedasen incapacitados para el servicio activo en el futuro». El sultán Aibak, esposo de Shaÿar ad-Durr, era un entusiasta y formidable jugador de polo.
(2) Hacia 1798 el Imperio otomano concertó una alianza con Inglaterra contra la Francia revolucionaria. Napoleón Bonaparte (1769-1821), inquieto general de la República, pensaba que la batalla contra los ingleses no debía ser librada en el Támesis sino en el Nilo. Los ingleses necesitaban de Egipto, Palestina y Siria para asegurarse la ruta a la India. Además el estratega corso soñaba con reabrir el antiguo canal de los faraones, pasar sus navíos al mar Rojo y socorrer con su ejército al sultán Tipu de Mysore (1750-1799) en el sur del subcontinente asediado por un contingente británico entre los que se encontraba Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington.El 21 de julio de 1798, entre las pirámides y el Nilo, el ejército bonapartista derrotó a la columna egipcia (seis mil mamelucos y quince mil fellahín) de Murad Bey que representaban los intereses anglo-otomanos en la región. La carga de caballería de los mamelucos fue desbaratada por el nutrido fuego de fusilería de los granaderos franceses. La mayoría de los jerarcas mamelucos huyeron a Siria y luego ayudaron a los británicos en Acre (Palestina) contra el infructuoso sitio que realizó Bonaparte entre el 17 de marzo y el 21 de mayo de 1799. También participarían del ataque anglo-turco contra Abukir el 25 de julio de 1799 que terminó en un desastre.