Ÿabir Ibn Hayyán
El alquimista más famoso del Islam fue Abu Musa Ÿabir Ibn Hayyán al-Azdí (721-815), el Geber de los latinos. Era un sabio originario de Kufa (Irak), hijo de un botánico, que vivió un tiempo en Tus (Jorasán, Irán), donde estableció un laboratorio. Convertido en uno de los alquimistas de la corte de Harún ar- Rashid (763-809), conoció tanto la desgracia como el favor de los poderosos visires barmakíes.
Según el alquimista Aidamur al-Ÿaldakí, Ÿabir fue discípulo de por los menos dos de los santos imames de la escuela duodecimana o shií, el VI Imam Ÿa’far as-Sadiq (702-765), y el VIII Imam Alí ar-Rida (765-818), la Paz sea con ellos.
Autor de 500 trabajos sobre las más diversas materias, sólo 80 han llegado hasta nosotros. Los más conocidos son «Los Setenta Libros» (Kitab al-Sab’in) y «El Libro de la Balanza» (Kitab al-Mizân), «El mercurio oriental» (al-Zi’bak al- Sharkí), «El libro de la gloria» (Kitab al-Maÿid), «El libro de la reunión» (Kitab al-Taÿammu) y «El libro puro» (al-Kitab al-Jalís). Ÿabir fue considerado el más grande alquimista de Oriente y Occidente.
En cuanto al aspecto práctico, Ÿabir describió los métodos perfeccionados para la evaporación, filtración, sublimación, fusión, destilación y cristalización. Detalla cómo se preparan muchas sustancias químicas, por ejemplo, el cinabrio (sulfuro de mercurio), el óxido de arsénico y otros. Conoció el procedimiento para obtener vitriolos, alumbres, álcalis, sal amoníaco y salitre casi puros, así como el llamado «hígado» y «leche» de azufre, calentando el azufre con un álcali y cosas análogas. Preparó perfectamente el óxido de mercurio puro y el sublimado, así como acetatos de plomo y otros metales, algunas veces cristalizados. Conoció la obtención del ácido y ácido sulfúrico en crudo, así como la mezcla de ambos (el agua regia) y la solubilidad del oro y de la plata en esta clase de ácido. Una nueva sustancia química, desconocida para los griegos, que aparece en los trabajos de Ÿabir, es la sal amoníaco.
Ÿabir Ibn Hayyán sugirió la idea de que «si el átomo pudiera ser dividido podría liberar una fuerza suficiente para destruir una ciudad del tamaño de Bagdad», lo cual fue el primer anticipo de la teoría atómica desarrollada a partir de John Dalton (1766-1844) hasta Albert Einstein (1879-1955).
La traducción del corpus ÿabireano del árabe al latín ejerció una profunda influencia en alquimistas europeos de la talla del monje franciscano Roger Bacon (1214-1294), San Alberto Magno (1193-1280), Ramon Llull (1235-1315) y, más tarde, Nicolás Flamel (1330-1418), influencia que se prolongó de hecho hasta el siglo XVII.
El investigador y arabista alemán Paul Kraus (1904-1944), discípulo del historiador de las ciencias naturales Julius Ruska (1867-1948), que publicó una obra monumental sobre Jabir ibn Hayyân, Contributions a l’histoire des idées scientifiques dans d’Islam (vols. 44 y 45, Memorias del Instituto de Egipto, El Cairo, 1942-3), señala: «La alquimia que se conoce bajo el nombre de Ÿabir es una ciencia experimental, basada sobre una teoría filosófica que en gran parte deriva de la física de Aristóteles. Ningún escrito alquimístico del Islam presenta un conocimiento tan vasto de la literatura antigua, y posee un carácter tan enciclopédico como éstos. En esto ellos pueden compararse con las Epístolas de los “Hermanos de la Pureza” que, por lo demás derivan de las mismas fuentes» (cfr. E.J. Holmyard: The Arabic Works of Jabir ibn Hayyan, París, 1928; Henry Corbin: “Le livre du Glorieux” de Jabir ibn Hayyân, —Eranos- Jarbuch, XVIII—, Zurich, 1950; Yves Marquet: La Philosophie des alchimistes et l’alchimie des philosophes: Jabir ibn Hayyan et les Ihwan al-Safa, Maisonneuve et Larose, París, 1988).