La formación del grupo de Tauhîd-ul Masâhif

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El primer paso que dio ‘Uzmân, fue enviar un representante hacia Hafsah –hija de ‘Umar y esposa del Profeta- quien llevaba un mensaje suyo donde le pedía que pusiera a su disposición, en condición de préstamo, el Mus·haf oficial del primer Califa que se encontraba en su casa, para realizar copias del mismo, garantizándole que tras finalizar el trabajo se lo regresaría [1] .

‘Uzmân constituyó un comité conformado por cuatro personas: Zaid ibn Zâbit, ‘Abd-ul·lah ibn Zubair, Sa‘îd ibn ‘Âs y ‘Abd-ur Rahmân ibn Hâriz [2] , diciéndoles que, ya que el Corán había descendido en dialecto quraishî, entonces, si es que discrepaban con Zaid ibn Zâbit -que no era quraishî- debían escribir el Corán en dialecto quraishí [3] .

Según otras fuentes, estas cuatros personas fueron el primer núcleo de este comité, al que se le agregaron luego otras personas. Muhammad ibn Sîrîn resalta el hecho de que ‘Uzmân reunió doce personas de entre los de Quraish y los Ansâr, quienes escribieron varios Masâhif. No se precisaron los nombres de las doce personas pero se puede obtener los nombres a través de la investigación en las narraciones: Zaid ibn Zâbit, Sa‘îd ibn Âs, ‘Abd-ul·lah ibn Zubair, ‘Abd-ur Rahmân ibn Hâriz –todos éstos miembros principales-, Ubai ibn Ka‘b, Mâlik ibn Abî ‘Âmir, Kazîr ibn Aflah, Anas ibn Mâlik, ‘Abd-ul·lah ibn ‘Abbâs y ‘Abd-ul·lah ibn ‘Amrû [4] .

La forma y etapas del trabajo:

El grupo de Tauhîd-ul Masâhif (unificación de los Masâhif) se constituyó en el año 25 de la Hégira [5] . Ibn Hayar dice: “La unificación de las lecturas del Corán ocurrió en el año 25 de la Hégira. Algunos de nuestros contemporáneos fueron negligentes y supusieron que este trabajo se llevó a cabo en el año 30 de la Hégira, sin llegar a mencionar ninguna prueba que corrobore ello” [6] .

El primer paso que por orden de ‘Uzmân dio este grupo, fue reunir todos las copias del Corán que existían por todos los rincones de la gran nación islámica de aquellos días. Además, como mencionamos anteriormente, ‘Uzmân solicitó a Hafsah, la hija de ‘Umar, que pusiera a disposición del grupo de “Tauhîd-ul Masâhif” el Mus·haf que había sido recopilado en épocas de Abû Bakr, y que tras él, había pasado a manos del segundo Califa ‘Umar y luego a la hija de éste, Hafsah, quien lo conservaba en su casa. Hafsah no estuvo dispuesta a entregarlo tan fácilmente, y es por ello que ‘Uzmân le juró que lo tomaba en forma de préstamo y que tras concluir el trabajo se lo regresaría. Se desprende de las fuentes que este Mus·haf fue uno de los Masâhif en los que se documentó este grupo.

Al principio ‘Uzmân se imaginó que este asunto era fácil de llevar a cabo, y por ello reunió un grupo deficiente para realizarlo. Finalmente se respaldó en otro grupo el cual estaba compuesto por personas aptas, capaces y competentes como el eminente lector e ilustre compañero Ubai ibn Ka‘b [7] .

Es así que otro de los Mus·haf en los que se documentaron fue el de Ubai ibn Ka‘b, quien se contaba entre las ocho personas que se unieron al primer grupo de cuatro personas, y según algunos, fue a él a quien se le designó la jefatura del grupo de doce personas. Abûl ‘Âliah, dijo: “Ellos recopilaban el Corán del Mus·haf de Ubai ibn Ka‘b. Ubai les dictaba las aleyas y un grupo las escribía” [8] . A pesar de que el Mus·haf de Abû Bakr y el de Ubai jugaron un papel muy importante en la compilación, este grupo no descuidó el hecho de referirse a otros escritos coránicos y a la investigación e indagación en los casos en que surgían dudas.

Luego de ello, los Coranes que se habían juntado y enviado a Medina, por orden del tercer Califa fueron quemados y/o hervidos en agua [9] , y es por esto que ‘Uzmân fue llamado “Harrâq-ul Masâhif” (el quemador de los Masâhif), y a pesar de que él fue quien inició el proyecto de Tauhîd-ul Masâhif, muchos lo censuraron por el hecho de quemar los Coranes.

‘Uzmân ordenó que fueran quemados -o despedazados y luego lavados en agua- todos los escritos, huesos, finas piedras blancas, cueros, loza de barro y hojas de palmeras datileras que habían traído los Compañeros y sobre los cuales estaban escritas las aleyas coránicas, para extirpar las raíces de la diferencia y la discordia, y todos los musulmanes se aferrasen a un solo texto, a una sola compilación y a una sola palabra.

Es por ello que, excepto dos Mus·haf, el de Imam ‘Alî (P) y el de ‘Abd-ul·lah ibn Mas‘ûd, el resto fueron destruidos. El de ‘Alî (P) no fue entregado a los oficiales de ‘Uzmân, permaneciendo entre sus herederos (P). Imam As-Sâdiq (P) mucho después se referiría a la existencia de este Mus·haf. En cuanto al de ‘Abd-ul·lah, los indicios señalan que éste existió por lo menos hasta el siglo sexto de la hégira.

Ahora cabe una pregunta: ¿Acaso la quema y destrucción de tales documentos fue correcta? Por una parte se dice que el Califa de los musulmanes habían determinado la conveniencia de la sociedad, acertando en su propósito. Por otro lado, todos esos documentos constituían un depósito científico del Islam que podía haber servido a los sabios e investigadores. Pero se debe decir que en este último planteamiento no se tuvieron en cuenta el tiempo y el lugar. Nosotros hoy, después de ca­torce siglos, hablamos desde el punto de vista de nuestro mundo actual, en el que cada ciudad cuenta con bibliotecas y museos, y nos olvidamos que la gente de aquellos días no había llegado aún a tal nivel de construir bibliotecas y mu­seos. En tal caso, la unifica­ción de la sociedad islámica y clausurar la puerta de la dis­cordia y la división respecto a la Palabra divina, es mucho más importante que la investi­gación y seguimiento de los vocablos y diferentes dialectos árabes.

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Pero hay quienes di­cen: todo lo mencionado es cierto, pero en relación a la sacralidad y respetabilidad de aquellos es­critos que fueron preparados en presencia del Enviado de Dios (BP) y bajo su vigilancia, ¿qué debemos decir? Estos papeles y huesos son los primeros docu­mentos del Corán, y los prime­ros escribas lo escucharon de boca del Profeta escribiéndolos en su presencia. Éstos contenían el texto exacto de las aleyas di­vinas, y para los musulmanes, hasta el fin de los tiempos, hu­bieran constituido la cosa más valiosa, preciosa y sagrada del mundo. Observarlos en cada lugar y época les hubiera recor­dado la persona del Profeta. De todos modos, se hizo lo que se hizo, considerando la conve­niencia mayor de los musulma­nes, y Allah es el más Sabio.

Después de la etapa de juntar todos los Coranes y quemarlos, y tras la etapa de escritura del Corán con una sola lectura, el paso siguiente fue comparar las copias recientes del Corán unas con otras, para estar seguros de la concordancia y unificación de la lectura en todas ellas. Por supuesto, es sabido que la escritura en aquellos tiempos se encontraba en sus primeras fases, y las letras que actualmente tienen puntos en ese entonces no se diferenciaban de las que no los tenían, por lo que una palabra podía ser leída de diferentes maneras. Así también, no era costumbre escribir la letra “alif” en medio de la palabra, y las palabras no tenían I‘râb (uso de las desinencias y declinaciones gramaticales), y es por ello que, a pesar de que este grupo se esforzó sobremanera en la precisión, no logró completamente su objetivo, ya que más tarde surgieron nuevamente diferencias menores en la recitación del Corán.

La etapa final consistía en enviar los Masâhif copiados a las regiones y capitales más importantes. Con el envío de estos Masâhif por parte del Califa, quien había remitido también, junto a cada uno de ellos un lector para que los leyera a la gente, de ahí en adelante los musulmanes comenzaron a leer el Corán de acuerdo al Mus·haf matriz [10] .

El numero de Masâhif de ‘Uzmân:

Existen diferencias al respecto. Abû ‘Amrû Ad-Dânî, en el libro Al-Muqni‘, dice: “La mayoría de los sabios coinciden en que ‘Uzmân escribió los Masâhif en cuatro copias, cada una de las cuales envió a una región: Kûfah, Basora y Damasco, quedándose él con una. Algunos dijeron que fueron siete las copias y que además de las ciudades mencionadas, se enviaron también a La Meca, al Yemen y a Bahrein. Pero lo más correcto es lo que mencionamos primero, y los expertos en Ciencias Coránicas están convencidos de ello” [11] .

Suiutî dice: “Lo conocido es que los Masâhif de ‘Uzmân eran cinco. Ibn Abî Dâwûd, transmitió de Abû Hâtim As-Sayistânî que escribió siete Mus·haf y los envió a La Meca, Damasco, Yemen, Bahrein, Basora y Kûfah, dejándo ‘Uzmân una copia en Medina para sí” [12] .

Ia‘qûbî, en su Ta’rîj mencionó que fueron nueve los Masâhif ‘Uzmânî, añadiendo a Egipto y a Al-Yazîrah a las regiones anteriores [13] .

El Doctor Râmiâr, en su investigación, tras transmitir diferentes versiones, llega a la conclusión que existían tres centros islámicos y militares importantes en épocas de ‘Uzmân: Damasco, Kûfah y Basora. Estas ciudades, con el agregado de las dos ciudades de La Meca y Medina, que gozaban de cierta posición especial, tenían Masâhif de ‘Uzmân, siendo estas mismas ciudades de las que surgirían posteriormente las recitaciones principales. La propagación de las diez lecturas o recitaciones en las ciudades también certifican este tema: en Medina: Nâfi‘ y Abû Ya‘far; en La Meca: Ibn Kazîr; en Basora: Abû ‘Amrû ibn ‘Alâ’ y Ia‘qûb; en Damasco: Ibn ‘Âmir; en Kûfah: ‘Âsim, Hamzah, Kisâ’i y Jalf. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que los Masâhif enviados a los alrededores fueron cinco” [14] .

De todos estos dichos se concluye que los Masâhif fueron enviados a las regiones o ciudades de importancia. ‘Uzmân además, envió a cada Mus·haf con un lector, para que todos recitaran el Corán de acuerdo a una sola lectura, y se remitieran a él en caso de surgir discrepancias. La gente de cada región hacía copias del Corán oficial. Los lectores que fueron enviados son: ‘Abd-ul·lah ibn Sâ’ib (hacia La Meca), Muguîrah ibn Shahâb (hacia Damasco), Abû ‘Abd-ur Rahmân Sulamî (hacia Kûfah), ‘Âmir ibn ‘Abd-ul Qais (hacia Basora), y el lector de Medina, donde se encontraba el Mus·haf original o matriz, también llamado Mus·haf Imâm, era Zaid ibn Zâbit [15] .

Si es que surgía alguna diferencia entre los Masâhif enviados a las diferentes regiones, se remitían a dicho Mus·haf Imâm o Mus·haf Umm que se encontraba en Medina. Al resto de los Masâhif matrices también se los llamó Imâm, puesto que cada uno en su región era el referente para las otras copias que se hacían de los mismos.

[1] Al-Burhân, T. 1, p. 330; Al-Itqân, T. 1, p. 187; Sahîh Al-Bujârî, T. 6, p. 581; Al-Kâmil fi At-Ta’rîj, T. 3, p. 112.

[2] La mayoría de los temas de esta parte se narran del libro Ta’rîj-e Qor’ân, del Dr. Mahmûd Râmiâr, p. 417-419. Todos éstos se contaban entre los allegados íntimos de ‘Uzmân.

Zaid ibn Zâbit: Era de los Ansâr, de la tribu de Jazray, y era el único entre estas cuatro personas que no era quraishí. Tenía once años de edad cuando el Enviado de Dios (BP) emigró a Medina, y es conocida su afinidad con el aparato gubernamental y su obediencia al Califa. En épocas del Profeta había sido uno de los escribas de la revelación y en la Saqîfah de Banî Sâ‘idah, donde se reunieron para elegir al Califa tras el fallecimiento del Profeta (BP), fue el joven disertante de los Ansâr en favor de los Emigrantes. En épocas de ‘Umar la emisión de juicios y dictámenes estuvo a su cargo, y cada vez que ‘Umar salía de la ciudad, lo dejaba en su lugar. En épocas de ‘Uzmân era el responsable del Tesoro Público. Permaneció fiel a ‘Uzmân hasta los últimos días de la vida de éste e incluso se negó a dar la Bai‘ah a ‘Alî (P).

Sa‘îd ibn ‘Âs: Nació en La Meca en el año de la Emigración. Su incrédulo padre murió en la batalla de Badr a manos de ‘Alî (P). Era huérfano y creció bajo la protección de ‘Uzmân. Cierto día ‘Umar le dijo: “Yo no maté a tu padre, sino que murió a manos de ‘Alî”. El joven le respondió: “Aunque hubieras sido tú el que lo mató, tú hubieses estado con la verdad y él con la falsedad”. Es así que ‘Umar le dio por esposa a la hija de Sufiân ibn ‘Awîf y luego también se casó con la hija de ‘Abd-u Ar-Rahmân ibn Hâriz. En el año 30 ‘Uzmân le encomendó la gobernación de Kûfah. (Al-Kâmil fi At-Ta’rîj, T. 3, p. 107). Sa‘îd falleció en su palacio, a tres millas de Medina, en épocas de Mu‘awiah.

‘Abd-ul·lah ibn Zubair: Fue el primer nacido de los Emigrantes en Medina. Era de apariencia desagradable e irritable. Su tía ‘Â’ishah lo quería mucho y fue uno de los que puso a ‘Â’ishah en contra de ‘Alî (P). Cierto día le dijo a Ibn ‘Abbâs: “Hace cuarenta años que oculto mi odio hacia Ahl-ul Bait” (At-Tamhîd, T. 1, p. 411, traducc. al persa).

‘Abd-ur Rahmân ibn Hâriz: Tenía la misma edad de Sa‘îd. Su padre murió en el año 18 de la Hégira en Siria y ‘Umar se casó con su madre. Desde los dieciocho años creció en casa de ‘Umar y se enorgullecía por ello.

Lo más sorprendente es que las tres personas mencionadas eran quraishí y yernos de ‘Uzmân. Mientras ‘Uzmân era Califa casó a su hija Mariam con ‘Abd-ur Rahmân y a Umm ‘Amrû con Sa‘îd. Y ‘Abd-ul·lah ibn Zubair también, después de ‘Uzmân ibn Hâriz, se casó con ‘Â’ishah la hija de ‘Uzmân.

Está claro que tal elección acarrearía diferentes posturas. Según las fuentes históricas, nadie se opuso a la medida original tomada por ‘Uzmân respecto a recopilar el Corán, sino que hasta lo consideraban necesario. Incluso ‘Alî (P) opinó positivamente respecto a la decisión de ‘Uzmân, corroborándolo, pero lo que ocasionó que algunos como ‘Abd-ul·lah ibn Mas‘ûd se opusieran firmemente a ‘Uzmân, fue la manera de elegir a los miembros del grupo. ‘Abd-ul·lah ibn Mas‘ûd manifestó esto abiertamente diciendo: “¿Acaso nos deja de lado, olvidándonos en la cuestión de la recopilación del Corán, siendo que en épocas del Enviado de Dios (BP) yo ya había aprendido setenta suras, mientras que Zaid ibn Zâbit aún jugaba con los niños?”. (Muhammad Bâqir Huyyatî, Ta’rîj-ul Qur’ân, p. 446). Esta oposición llegó a tal punto que ‘Abdul·lah ibn Mas‘ûd no aceptó entregar su Mus·haf a ‘Abd-ul·lah ibn ‘Âmir, el oficial de ‘Uzmân.

“Dijeron: Cierto día que ‘Uzmân estaba disertando, ‘Abd-ul·lah ibn Mas‘ûd entró a la Mezquita. ‘Uzmân dijo: “Ahora mismo una bestia negra vino hacia ustedes”. Este fue un feo insulto propinado a un notable compañero del Profeta (BP), por lo que Ibn Mas‘ûd le respondió: “¡Yo no soy eso! Yo fui el auxiliador del Profeta en el día de la batalla de Badr (en la que ‘Uzmân no estuvo), estuve presente en la Bai‘at-ur Ridûan (Juramento de Fidelidad al Profeta (BP), en el que ‘Uzmân no estuvo) y en el día de Uhud no escapé (‘Uzmân escapó y regresó tras tres días)”. Fue ahí que ‘Â’ishah gritó: “¡‘Uzmân! ¿Insultas así a un compañero del Profeta?”. A lo que éste le dijo: “¡Tú cállate!”. Entonces ‘Uzmân ordenó que agarraran de los pies a ‘Abd-ul·lah ibn Mas‘ûd y lo arrastraran, y es así que le rompieron dos costillas. ‘Alî (P), que también se encontraba en dicha reunión, recriminó duramente a ‘Uzmân su accionar. Lo cierto es que lo correcto hubiese sido que no hubiera encolerizado y humillado a un Compañero como ‘Abd-ul·lah ibn Mas‘ûd. Lo correcto hubiese sido consultar y dar participación en este trabajo a aquéllos que tenían más derecho y primacía para este trabajo, desde que era un trabajo social y eterno.

[3] Al-Burhân, T. 1; Al-Itqân, T. 1; Sahîh Al-Bujârî, T. 6, Al-Kâmil fî At-Ta’rîj, T.3.

[4] Al-Itqân, T. 1, p. 188; Dr. Râmiâr, Ta’rîj-e Qor’ân, p. 420.

[5] En la narración que transmitimos del libro Al-Kâmil fi At-Ta’rîj, de Ibn Azîr, éste mencionó la presencia de Hudhaifah en Azerbaiján y su encuentro con Sa‘îd ibn Âs y los acontecimientos acaecidos, en los sucesos del año 30 de la Hégira, pero teniendo en cuenta los hechos históricos relacionados a la conquista de Azerbaiján y Armenia, y el análisis de las diferentes narraciones al respecto, los investigadores están convencidos de que el comienzo de este trabajo corresponde con los finales del año 24 y principios del 25 de la Hégira, concluyendo el trabajo antes del año 30 de la Hégira. (Ver: Dr. Râmiâr, Ta’rîj-e Qor’ân; pp. 433-435; At-Tamhîd, T. 1, pp. 416-419, traducc. al persa).

[6] Al-Itqân, T. 1, p. 187.

[7] Ta’rîj Ia‘qûbî, T. 2, pp. 159-160.

[8] At-Tamhîd, T.1, p.422 (traducción al persa), transmitiendo de Al-Masâhif, p.30.

[9] Sahîh Al-Bujârî, T. 6, p. 581; Al-Burhân, T. 1, p. 330; Al-Itqân, T. 1, p. 187; Qor’ân dar Islâm, p. 131.

[10] Ver: Sahîh Al-Bujârî, T. 6, p. 581, bajo el Hadîz de Anas ibn Mâlik.

[11] Al-Burhân fi ‘Ulûm-il Qur’ân, T. 1, p. 334.

[12] Al-Itqân, T. 1, p. 189.

[13] Mûyiz ‘Ulûm-ul Qur’ân, p. 165; Al-Mizân, T. 12, p. 122.

[14] Ver: Ta’rîj-e Qor’ân, pp. 459-464.

[15] Ver: At-Tamhîd, T. 1, p. 426 (traducción al persa), transmitiendo de Manâhil-ul ‘Irfân, T. 1, pp. 396-397.

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