La Ética Religiosa

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¿Qué significa moralidad?

Antes de hablar de la “ética religiosa”, se debe aclarar lo que se quiere decir por “ética” o “ético” por un lado y “religión” o “religioso” por otro lado. En este trabajo no hago distinción entre ética y moral, aunque entiendo que originalmente estos dos términos surgieron de raíces diferentes.[1]

La moralidad le muestra a la gente cómo erradicar las malas cualidades que poseen y cómo promover las buenas. Por supuesto, los diferentes sistemas morales pueden variar en su énfasis. Por ejemplo, en la moralidad Occidental por lo general el mayor énfasis (o el único énfasis) se ha hecho en el comportamiento y en las prácticas humanas. Y es así como Paul Foulquie define a la ética como un código de práctica, la práctica que lleva a los seres humanos a sus objetivos finales.[2]

Por otro lado, vemos que algunos sistemas morales toman con mayor seriedad los aspectos humanos. Por ejemplo, Sadra al-Din al-Shirazi, un destacado filosofo musulmán, se refiere a los caracteres humanos y a las prácticas originadas a partir de dichos caracteres, como dos asuntos separados en el tema de la moralidad.[3]

Para explicar qué tipo de investigación ética se lleva a cabo en este trabajo cuando se discute la ética religiosa, tengo que señalar que existen tres tipos de investigación ética: la descriptiva, la normativa y la meta-ética.

La ética descriptiva es un estudio empírico de los códigos o prácticas morales de un cierto individuo, grupo, sociedad, religión o cosa similar. Por ejemplo, un experto en ética descriptiva puede proveernos una reseña de la moralidad de Sócrates o la ética de la Antigua Grecia o la ética Islámica, inclusive la Marxista. El método aquí es netamente descriptivo, para dar un informe exacto sobre lo que en realidad es el código, sistema o práctica moral, y no lo que debería ser. De esta manera aquí no se requiere de un juicio evaluativo.

La ética normativa estudia las teorías morales sobre el bien y el mal. Da respuesta a preguntas tales como: ¿Qué es lo que hace a una acción moralmente buena o mala? ¿Es una acción buena o correcta, si genera placer o felicidad, o bien, es una acción buena si en su esencia es buena sin importar sus consecuencias? La ética normativa discute también el estatus moral de los temas en particular, por ejemplo: ¿Es bueno o malo el aborto?

La meta-ética o ética analítica no trata con los hechos históricos o empíricos, ni con un juicio evaluativo o juicio normativo, mas bien investiga interrogantes sobre la ética tales como: ¿Cuál es el significado o el uso de expresiones tales como “bien” o “mal”? ¿Puede ser demostrada la moral y el juicio evaluativo? ¿Qué distingue a la moral de lo no-moral? ¿Qué significa agente libre o responsable?

Históricamente, la filosofía moral (la ética o el estudio filosófico de la moralidad) incluía la ética normativa y la meta-ética. Sin embargo, muchos filósofos de la actualidad, que defienden principalmente a la filosofía analítica la han hecho exclusiva de la meta-ética. Creen que el estudio filosófico solamente es posible con respecto a los temas de la meta-ética.

Aquí, vale la pena resaltar que los filósofos morales por lo general toman el enunciado moral como un enunciado que tiene uno de los siete conceptos, mencionados a continuación, como su predicado. Estos siete conceptos son: el bien contra el mal, lo correcto frente a lo incorrecto, lo que debería ser frente a lo que no debería ser, y el deber. Por ejemplo, “Decir la verdad es bueno” es un enunciado moral, porque su predicado es uno de los conceptos morales. Sin embargo, “Lo bueno es lo que genera la mayor felicidad para el mayor número de personas” no es un enunciado moral, aunque esté relacionado con la moralidad. En otras palabras, es más meta-ética que ética.[4]

[1] “Ético” se derivó de una palabra griega que hace referencia al carácter personal, pero la palabra “moral” se derivó de una palabra latina que se refiere a las costumbres sociales. Ver Williams 1997, p. 546.

[2] Como se describió en Modarresi, 1997, p. 18.

[3] Ver al-Shirazi, 1378 A.H., Vol. 4, p.116.

[4] Ver Frankena, 1973, pp. 10 y 98.

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