Aquí, la sociedad adoradora siente la necesidad apremiante del poder y apoyo divinos, pero este apoyo debe necesariamente partir de la misma sociedad, tras sentir la necesidad del mismo, de modo que ésta se movilice para disponer los medios y conseguir el poder de sus fuentes originales.
Sentirse suficiente, mediante Dios, de aquello fuera de Él, y, mediante ello, procurar el auxilio absoluto y la grandeza en él:
«Y es a Ti a quien pedimos ayuda» و إيّاك نستعين
La ignorancia sólo es eliminada mediante el conocimiento, y la impotencia mediante el poder. El conocimiento también es el arma para lograr el poder.
Así como el individuo necesita ayuda, igualmente la sociedad. Este fundamento debe ser tenido en cuenta y debe existir fe en él, de una forma lo suficientemente fuerte como para infundir poder, grandeza y autosuficiencia, para que el impotente pueda bastarse mediante ello, sin necesitar de nada más, y al mismo tiempo proteja el espíritu del monoteísmo y se aleje del desorden y el desasosiego.
La fe en esta fuente abarcadora de todas las cosas, que es tan poderosa que no se ve impotente ante ninguna barrera, otorga a la sociedad creyente y al individuo creyente un estado de grandeza que parte de la fuente de toda grandeza. Es así que el débil debe fortalecerse mediante lo que supla su debilidad.
Reconocer la necesidad de ayuda, que nosotros necesitamos el auxilio divino, que esta ayuda debe estar precedida por una solicitud enfatizada a la fuente del poder que es Dios, Glorificado Sea, y que esta petición de ayuda debe extenderse a lo largo del camino y no circunscribirse a un período en particular, todo eso, es algo que el Sagrado Corán nos lo ha resumido en una sola frase al decir:
«Es a ti a quien adoramos»
Repetir esta frase e inculcar a la persona que, a pesar de contener la forma plural (y contener el plural generalmente es indicio de poder y fuerza), ese “poder” no compensa la necesidad del poder de Dios, Glorificado Sea, sino que la forma plural, no importa el conjunto al cual esté indicando, y no importa el poder que éste posea, tendrá una necesidad constante y permanente de dirigirse y requerir Su ayuda, Glorificado Sea. Este reconocimiento constituye el secreto de un fortalecimiento constante, y es el fiador de que el ser humano no se engañe, ni se ensoberbezca de su poder individual o social, e incluso de que la sociedad no se ensoberbezca cualquiera sea el nivel de fuerza y poder que haya alcanzado.
إلهي أنا الفقير في غناي، فكيف لا أكون فقيراً في فقري؟ إلهي أنا الجاهل في علمي، فكيف لا أكون جهولاً في جهلي؟ إلهي إنّ اختلاف تدبيرك و سرعة طواء مقاديرك، منعا عبادك العارفين بك عن السكون إلى عطاء، و اليأس منك في بلاء…
“¡Dios mío! Yo soy el pobre en mi riqueza, entonces ¿cómo no habría de ser el pobre en mi pobreza? ¡Dios mío! Yo soy el ignorante en mi sabiduría, entonces ¿cómo no habría de ser el ignorante en mi ignorancia? ¡Dios mío! La variedad de tus disposiciones, y el rápido transcurso de lo que has decretado, impiden a Tus siervos que Te conocen, sumirse en un letargo a esperar tus dádivas, y desesperanzarse de Tu ayuda ante la aflicción…”.
El culmen del conocimiento y la cima de la perfección, se encuentran en la sensación de impotencia real ante el Poder, y en el sentimiento de poseer una ignorancia primordial ante el Conocimiento Absoluto, así como en percibir la Majestad divina en las más adversas circunstancias y en los peores momentos.
Procurar el auxilio de Dios únicamente, implica la independencia total en todos los aspectos que gobiernan la vida del individuo y la sociedad. Esto es un resultado natural de la procura total de ayuda de la fuente del poder, y de circunscribir la ayuda al Poseedor de la Potestad Divina. Por eso, cuando la sociedad goza de esa profunda visión, resiste cualquier falacia cultural, política, militar o económica, que provenga de cualquier poder que no se base en los principios de la pura visión monoteísta. En la sociedad musulmana, encontramos la materialización real de las siguientes palabras del Altísimo: