Doctrinas Shî‘as

Feisal 7

Fuente: El Islam Shi’ah.
Capítulo III.
Por Muhammad Ali Shomalí.
Traducción: Lic. Sumeia Younes.

separador-01-01

Tras presentar un compendio de las creencias islámicas generales, nos explayaremos ahora en algunas de las doctrinas del Islam Shî‘ah en mayor detalle. Algunas de estas doctrinas son, por supuesto, compartidas también por algunos musulmanes no-shî‘as, si no en sus detalles, al menos como principio general. La razón por la que tratamos aparte estas doctrinas es por su centralidad para distinguir al pensamiento y dogma shiíta; quien crea en todas ellas puede ser identificado como un shî‘ah.

El Amor por el Profeta Muhammad (BP)

La Shî‘ah, al igual que el resto de los musulmanes, siente un gran amor hacia el Profeta Muhammad (BP). Ellos ven en el Profeta Muhammad el modelo perfecto de la total confianza en Dios, profundo conocimiento de Dios, suma devoción a Dios, sincera obediencia a la Voluntad Divina, el de más noble carácter, y una misericordia y clemencia para toda la humanidad. No fue circunstancial que él fuera elegido por Dios para proporcionarle Su último y más perfecto Mensaje para la humanidad. Estar capacitado para recibir la Revelación Divina requiere que la persona posea una muy elevada aptitud y disposición, y además, para estar capacitado para la Revelación más perfecta se requiere, claro está, de la más elevada de todas las capacidades.

El carácter y comportamiento personal del Profeta (BP) contribuyeron enormemente al progreso del Islam. Fue conocido desde su niñez como una persona honesta, confiable y piadosa. Durante su profecía, siempre vivió en base a sus principios y valores. Tanto en los tiempos de bonanza como en los de dificultad, en los de seguridad como en los de temor, en los de paz como en los de guerra, en los de victoria como en los de derrota, siempre manifestó humildad, justicia y confianza. Era tan humilde que nunca se admiró de sí mismo, nunca se sintió superior a otros ni vivió una vida de lujos. Tanto cuando se encontró solo y pobre como cuando gobernó a toda la península arábica y los musulmanes lo seguían con tesón recogiendo cada gota de agua que caía de su ablución, él se comportó de la misma manera. Vivió de una manera muy simple y siempre junto a la gente, especialmente los pobres. No tuvo palacios, ni cortes, ni guardias. Cuando se sentaba con sus Compañeros nadie podía distinguirlo de los demás si se consideraban su sitio o ropas. Eran solo sus palabras y espiritualidad las que lo distinguían de los otros.

Era tan justo que nunca ignoró los derechos de nadie, incluso los de sus enemigos. Ejemplificó en su vida los mandatos divinos:

t63

«¡Oh creyentes! Sed consecuentes para con Dios y fieles testimonios de la equidad: que el odio de un pueblo no os incite a ser injustos con ellos. Sed justos, porque ello está más próximo a la piedad, y temed a Dios, porque Dios está bien enterado de cuanto hacéis».[1]
Antes de las batallas, siempre daba instrucciones a sus soldados de no hacer daño a las mujeres, a los niños, a los ancianos y a aquellos que se rindieran, de no destruir los sembradíos y jardines, no perseguir a aquellos que escaparan del frente de guerra, y ser amables con los cautivos. Momentos antes de su muerte, anunció en la Mezquita: “Todo aquel que sienta que estoy en deuda con él o que no he observado sus derechos, por favor, que se adelante y reclame su derecho”. Los musulmanes lloraron, recordaron todos los servicios que el Profeta (BP) había hecho para ellos y los problemas por los que había pasado solo para guiarlos. Sabían que él nunca había dado ninguna prioridad a sus propias necesidades ni prefirió su tranquilidad y conveniencia por sobre las de los demás. Por lo tanto, le expresaron su declaración de profunda gratitud y respeto. Pero un hombre se puso de pie y le dijo: “¡Tú me debes algo! Previo a una de las batallas estabas ordenando a los solados en fila y tu bastón me golpeó. Ahora, yo quiero la represalia”. Sin ningún cuestionamiento, el Profeta (BP) le dijo a uno de sus íntimos Compañeros que fuera a su casa y le trajera el mismo bastón, tras lo cual le pidió al hombre que tomara su represalia y lo golpeara en la espalda. Pero el hombre le dijo: “Tu bastón me golpeó sobre la piel de mi vientre”. Ante esto, el Profeta (BP) levantó su camisa a fin de que él pudiera golpearlo sobre su piel, cuando de repente, el hombre besó el cuerpo del Profeta. La única razón por lo que esta persona actuó de esa manera, fue para poder besarlo por respeto y amor.

El Profeta tenía tal convicción que nunca dio señales de ninguna duda sobre su misión. La hostilidad de los politeístas manifestada en las torturas, crímenes y asesinatos de los musulmanes, la confiscación de sus propiedades y la propagación de rumores atribuyéndole la demencia o la magia al Profeta, nada de esto lo detuvo nunca. El Imâm ‘Alî, el bravo soldado del Islam y el conquistador de Jaibar, dice que cada vez que la batalla se volvía violenta, los musulmanes se refugiaban en el Profeta (BP).[2]

El Profeta era tan distinguido y amado que Dios enviaba Sus bendiciones sobre él dondequiera que se encontraba. De acuerdo al hadîz, otros profetas fueron informados de su exaltada posición ante Dios y en algunas ocasiones requerían a Dios que les concediera sus requerimientos invocando su persona. Hay muchos hadices que se refieren a esto, tanto en las fuentes shî‘as como no-shî‘as. Por ejemplo, Al-Hâkim An-Nîshâburî y otros narran de ‘Umar que Adán dijo a Dios:

t64
separador-01-01

“¡Dios mío, te pido por Muhammad que me perdones!”. Dios le dijo: “¡Oh Adán! ¿Cómo sabes respecto a Muhammad cuando Yo aún no lo he creado?”. Adán respondió: “¡Oh mi Señor! [Lo conozco] porque cuando Tú me creaste con Tu mano e insuflaste de Tu espíritu en mí, levanté mi cabeza y vi escrito sobre los pilares del Trono: “No hay divinidad sino Dios, Muhammad es el Mensajero de Dios”. Entonces supe que aquel cuyo nombre has colocado cerca del Tuyo debe ser alguien muy amado para Ti”. Luego Dios dijo: “¡Estás en lo cierto, oh Adán! Ciertamente que él es el más querido para mí. Invócame por su causa, y Yo te perdonaré. Si no fuera por Muhammad, Yo no (te) habría creado”.[3]

Dirigirse al Profeta (BP) por ayuda:

En vida del Profeta los musulmanes le requerían su mediación. Ahmad ibn Hanbal, At-Tirmidhî, e Ibn Mâÿah han narrado que una persona ciega se presentó ante el Profeta y le requirió que orara a Dios que lo curara. El Profeta (BP) dijo: “Si lo deseas suplicaré, pero si eres paciente será mejor para ti”. El hombre repitió su requerimiento. El Profeta le dijo que realizara una ablución (al-wudû) adecuada y que dijera: “¡Mi Señor! Ciertamente que te pido y me dirijo a tu Profeta Muhammad, el Profeta de la misericordia. ¡Oh Muhammad! ¡Ciertamente que invoco a mi Dios procurando tu mediación en mi requerimiento a fin de que pueda ser garantizado! ¡Oh mi Señor! Dispón a Muhammad como mi intercesor (shafî‘)”.[4]

Obviamente, el hecho de requerir la ayuda del Profeta continúa después de su muerte. De acuerdo al Islam, la muerte no implica la destrucción. La muerte es una puerta a una vida superior y más intelectiva. El Corán expresamente habla de la vida después de la muerte para todas las personas, y que los probos tendrán una vida beatífica después de la muerte hasta que sean resucitados en el Día del Juicio y se adentren en la eternidad. El Corán nos ordena no hablar de los mártires como si estuviesen muertos:

t65

«Y no digáis de quienes sucumbieron por la causa de Dios: “¡Están muertos!”. Al contrario: “¡Están vivos!”, pero vosotros no lo advertís».[5]

O incluso pensar en ellos como si estuviesen muertos: «Y no creas que quienes sucumbieron por la causa de Dios están muertos». Todos los seres humanos están vivos después de la muerte, pero los mártires «viven agraciados a la vera de su Señor».[6]

Por consiguiente, tanto los musulmanes shî’as como sunnis creen que el Profeta está definitivamente vivo y que recibe nuestras invocaciones, y el poder que Al·lâh le otorgó para ayudarnos no disminuye por morir en cuerpo. Ad-Dârimî narra que la gente de Medina estaba pasando hambre por lo que fueron ante ‘Â’ishah, una de las esposas del Profeta, quejándose de su condición. Ella dijo:
Mirad (y visitad) la tumba del Profeta. Haced un agujero en el techo sobre la tumba hacia el cielo, a fin de que no quede ninguna barrera entre la tumba y el cielo.

Ad-Dârimî añade que la gente de Medina hizo lo que ella les había mandado y luego llovió tanto que la hierba creció y sus camellos engordaron.[7] Curiosamente, Bujârî narra que el Califa ‘Umar en muchas ocasiones pidió a Dios que hiciese llover por consideración a ‘Abbâs, el tío del Profeta, al igual que él ha pedido a Dios que hiciese llover por consideración al Profeta mismo.[8]

El amor por la Familia del Profeta (BP):

A pesar de que los musulmanes se sentían profundamente en deuda con el Profeta y estaban preparados para hacer cualquier cosa por él, el Profeta no les pidió nada a cambio. Hizo todo lo que hizo simplemente por Dios:

t66

«Di (¡oh Mensajero!): “No os exijo remuneración alguna por ello…”».[9]
Sin embargo, Dios Mismo le pidió que dijera a la gente que debían amar a su familia:

t67

«Di: “No os exijo remuneración alguna por ello, sino que améis a mis parientes cercanos”».[10] Esto no contradice el hecho de que el Profeta no pidiera nada para sí mismo, puesto que los beneficiarios de este amor son la gente misma. Nuevamente el Corán dice:

t68

«Diles: “Lo que os exigí de retribución fue en vuestro interés, porque mi recompensa sólo incumbe a Dios…”».[11]

De esta manera, el Enviado de Dios (BP) dirigió el sentimiento natural de gratitud de la gente hacia algo que los guiaría. Es en cierto modo comparable a un padre que hace todo por su hijo, tal como proveerle con comida, cuidados de salud, vestimenta y dinero, y luego lo inscribe en una escuela y le dice: “No quiero de ti nada a cambio. Lo único que quiero es que aprendas de tu maestro y sigas sus consejos”.

De esta manera queda claro por qué la Shî‘ah ama a la Familia del Profeta (BP). Este amor ha sido establecido por el Profeta y en realidad por Dios Mismo como “el sendero hacia su Señor”[12], y la Shî‘ah, en conformidad, ha transformado este amor en un modo de vida.

Debe hacerse notar que los profetas anteriores tampoco pidieron recompensa, ejemplos de ellos son Noé (26: 109, 11: 29 y 10: 72), Hûd (26: 127 y 11: 5), Sâlih (26: 145), Lot (26: 164) Shu‘aib (26: 180), que la paz de Al·lâh sea con todos ellos.

Aparte del hecho de que el Profeta Muhammad (BP) tenía la más difícil tarea entre todos los profetas, una llamativa diferencia en su caso es que, él es el único respecto a quien consta que Dios le dijo que requiera de su gente amar a su familia como “su sendero hacia su Dios”. La razón para ello es clara. El Profeta Muhammad (BP) era el Sello de los Profetas y ningún profeta vendría después de él. A fin de permanecer en el sendero recto, de allí en adelante sus seguidores necesitaban de personas que pudiesen preservar y presentar sus puras enseñanzas, especialmente en lo concerniente a la explicación del Glorioso Corán. Como vimos antes, este punto es recalcado muy claramente en los hadices Az-Zaqalain y As-Safînah, hadices que son aceptados por todos los musulmanes.

Los musulmanes aman a la familia del Profeta no solo porque fueron sus parientes o Compañeros, sino porque ellos ejemplificaron todos los valores predicados por el Enviado de Dios (BP). No existe duda entre los musulmanes que la Familia del Profeta fue una personificación colectiva de los méritos y virtudes de la comunidad islámica. Cuando el Profeta Muhammad tuvo una disputa con los cristianos de Naÿrân, Dios le reveló lo siguiente:

t69
separador-01-01

«Pero quienes te discutan acerca de ella, después de haberte llegado el Conocimiento, diles: “¡Venid! Convoquemos a nuestros hijos y a los vuestros (abnâ’anâ wa abnâ’akum), a nuestras mujeres y a las vuestras (nisâ’anâ wa nisâ’akum); a nosotros mismos y a vosotros mismos (anfusanâ wa anfusakum); luego deprequemos para que la maldición de Dios caiga sobre los embusteros”».[13]

Todas las fuentes musulmanas narran que el Profeta llevó consigo a Hasan y Husein, representando a los niños musulmanes (abnâ’anâ – «nuestros hijos»), a Fátima, representando a las mujeres musulmanas (nisâ’anâ – «nuestras mujeres»). También llevó a ‘Alî con él, pero como parte de su misma presencia allí (anfusanâ – «nosotros mismos»). Hay también auténticos hadices que confirman el rango de estas cuatro personas. Por ejemplo, el Enviado de Dios (BP) dijo:

t70

“Fátima es parte de mí. Quien la hace enfadar me hace enfadar a mí”.[14] También le dijo a Fátima (P):

t71

“¿Acaso no te complace ser la Señora de las damas del Paraíso”.[15] Respecto a Hasan y Husein, el Profeta (BP) dijo:

t72

“Hasan y Husein son los señores de los jóvenes del Paraíso”, y:

t73

“Husein es de mí y yo soy de Husein”.[16]

Es también un hecho bien comprobado que cuando el Profeta quiso establecer el Pacto de Hermandad (‘ahd al-ujuwwah) entre los Muhâÿirîn y los Ansâr en Medina, eligió a ‘Alî como su compañero y hermano, aún cuando ambos eran de entre los Muhâÿirîn. Además, el Profeta dijo a ‘Alî, Fátima, Hasan y Husein:

t74

“Yo estoy en guerra con aquellos con quienes vosotros estáis en guerra, y en paz con aquellos con quienes vosotros lo estáis”.[17]
De este modo, el amor por la familia del Profeta Muhammad es universalmente sostenido por los musulmanes de todas las escuelas de pensamiento, y siempre ha sido considerado como un corolario de la fe y amor por el Profeta mismo. La Shî‘ah en particular ha tratado de cumplir con todos los requerimientos de este amor el cual ha sido establecido en el Corán como una “recompensa” proporcional a la misión del Profeta y como un “sendero hacia el Señor”.

Los Compañeros del Profeta (BP):

Como el resto de los musulmanes, la Shî‘ah siente un gran respeto por los Compañeros del Profeta, es decir, aquellos que sinceramente abrazaron el Islam y apoyaron la misión del Enviado de Dios (BP) con sus vidas y recursos sin esperar ninguna recompensa o posición, y que permanecieron leales al Profeta en toda circunstancia, especialmente tras su muerte, durante y hasta el final de sus vidas. Dice el Corán:

t75

«Y cuando les ves, su aspecto te agrada, y cuando hablan les escuchas atentamente… Son los enemigos; precávete, pues, de ellos. Que Dios les maldiga: ¡Cómo se descaminan!».[25]

Ellos incluso fueron tan lejos al punto de construir una mezquita, conocida como Ad-Dirâr, e invitaron al Profeta a rezar allí. Dios reveló su intención al Profeta y le ordenó no rezar allí. De hecho, esa fue la primera mezquita que fue destruida, no por los enemigos del Islam sino por el mismo Enviado de Dios (BP). Dice el Corán:

t76

«Mas quienes erigieron una mezquita en perjuicio de los creyentes, para difundir entre ellos la incredulidad, la discordia y la acechanza de quienes anteriormente combatieron a Dios y a su Mensajero, jurarán diciendo: “No quisimos con ello sino el bien”, pero Dios es testigo de que son mentirosos».[26]

Además de las dificultades experimentadas durante la vida del Profeta, sus devotos seguidores tuvieron que soportar dificultades aún mayores tras su fallecimiento. Debían proteger al Islam de las amenazas de los enemigos externos tales como los Bizantinos así como también aquellas presentadas por los enemigos internos. Estos últimos incluían a los hipócritas que nunca habían creído en el Profeta y su Mensaje, y otros que habían creído, pero que no permanecieron en el sendero recto. Esto es algo que el Corán ha advertido:

t77

«Muhammad no es más que un Mensajero a quien precedieron otros mensajeros ¿Acaso si muriese o fuese muerto volverías a la incredulidad?».[27]
Muchas guerras y disputas tomaron lugar tras el fallecimiento del Profeta, en las cuales por lo menos una de las partes debe haber estado en el error y actuado en contra de los intereses del Islam y de los valores hacia los que el Enviado de Dios (BP) había invocado. Bujârî, Muslim, Ibn Mâÿah, Ahmad ibn Hanbal y otros han narrado que el Profeta dijo:

t78

“Yo os precederé a la Fuente. Quien pase junto a mí beberá y quien beba nunca más tendrá sed. Vendrán hacia mí personas que conoceré y que me conocerán. Luego algo se interpondrá entre ellos y yo, y diré: “¡Ellos son de mí!”, y se dirá: “Tú no sabes las cosas que innovaron después de ti”. Yo diré: ¡Lejos! ¡Lejos con quien haya cambiado después de mí!”.
En esta misma narración al final se agrega que dijo:

t79

“El Día de la Resurrección vendrá hacia mí un grupo de mis Compañeros y serán privados de la Fuente. Yo diré: “¡Oh Señor! ¡Son mis Compañeros!”. Dirá: “Tú no sabes las innovaciones que hicieron después de ti. Ellos renegaron volviendo sobre sus pasos”.[28

separador-01-01

Bujârî también narra que el Profeta (BP) dijo a sus Compañeros:

t80

“Me adelantaré a vosotros a la Fuente y se presentarán ante mí unos hombres de entre vosotros. Luego se les impedirá venir hacia mí, y yo diré: “¡Mi Señor! ¡Ellos son mis Compañeros!”. Y se dirá: “Tú no sabes qué es lo que ellos innovaron después de ti”.[29]

A pesar de todas las dificultades, gracias a Dios y a la guía del Profeta (BP), desde su fallecimiento los musulmanes sinceros no se han enfrentado a ninguna ambigüedad al momento de identificar el sendero recto. El Enviado de Dios (BP) les ordenó aferrarse al Corán y a su Familia, “dos cosas preciosas que jamás se separarán hasta que se encuentren en la Fuente de Kauzar con el Profeta”.
Finalizaremos este tema con una súplica del Imâm ‘Alî ibn Al-Husein (P):

t81

“¡Dios mío! Bendice a Muhammad, a quien confiaste Tu Revelación; distinguido por Ti entre Tus criaturas; devoto a Ti entre Tus siervos; el Imâm de la misericordia; el líder de lo bueno; la llave de las bendiciones. Quien cansó su alma por Tus asuntos; expuso su cuerpo a detestables cosas por Tu causa; demostró enemistad hacia sus allegados en la convocatoria hacia Ti; luchó contra su familia por Tu complacencia; cortó vínculos familiares por vivificar Tu religión; alejó a los cercanos debido a su negación; acercó a los alejados por haberte respondido; demostró amistad a los más distantes por Tu causa; mostró enemistad hacia el más cercano por Tu causa; hizo perseverar a su alma en hacer llegar Tu Mensaje, la fatigó en convocar hacia Tu credo, la ocupó en aconsejar a aquellos dignos de Tu convocatoria; emigró a la tierra del exilio y lugar distante al hogar del que partió, su territorio y lugar de nacimiento, donde su alma se sentía en intimidad, por su deseo de exaltar Tu religión, y buscando ayuda contra aquellos que descreyeron en Ti”.[30]

La Justicia Divina:
Entre los atributos divinos, la Shî‘ah pone un gran énfasis en Su Justicia. Por supuesto, todos los musulmanes creen que Dios es Justo (‘âdil), que Dios nunca comete injusticia alguna con Sus siervos, y que Él nunca oprime a nadie. Este hecho está claramente expresado en el Corán:

t82

«Dios nunca es injusto para con Sus siervos».[31]

t83

«Tu Señor no es injusto para con sus siervos».[32]

t84

«Jamás Soy injusto para con mis siervos».[33]

t85

«Dios no es injusto ni en la medida de una minúscula partícula».[34]

t86

«Por cierto que Dios en nada es injusto con la gente sino que las personas son injustas
consigo mismas».[35] El Corán dice además:

t87

«Acaso no es Dios el más prudente de los jueces?».[36] En otra parte nuevamente dice:

t88

«E instalaremos las balanzas justicieras para el día del Juicio Final. Nadie será defraudado en lo más mínimo, aunque fuere en el peso de un grano de mostaza lo tendremos en cuenta. Nos bastamos por computadores».[37]

Hay muchos más versículos en el Sagrado Corán afirmando la Justicia Divina.

Además de la importancia de la Justicia Divina en el Corán y los hadices, existe una razón eventual e histórica para el énfasis puesto en este dogma por parte de la Shî‘ah. Los Asharíes, un grupo de teólogos sunnitas, han afirmado que no hay un criterio objetivo para distinguir moralmente a los actos correctos y equivocados (esto es, creen que los actos correctos o equivocados no poseen ningún criterio inherente). Bueno es aquello que Dios hace o todo lo que es ordenado por Dios. Por lo tanto, todo lo que Dios hace u ordena es bueno y justo por definición. Ellos creen que si Dios requiriese de nosotros mentir, entonces mentir se volvería algo bueno, y si Dios enviara a la gente piadosa al Infierno, ello sería justo. Por supuesto, creen que Dios nunca realiza esos actos, no porque ellos sean incorrectos “en sí mismos”, sino porque en la práctica Él ha dicho que esos actos son incorrectos. Los Asharíes también creen que los seres humanos no poseen libre voluntad y que es Dios quien crea sus actos sin que ellos tengan ningún rol en ese respecto excepto la “adquisición” (kasb) de tales actos. Ellos solo son receptáculos de los actos Divinos.

La Shî‘ah y algunos otros teólogos sunnitas, tales como los Mutazilíes, creen que lo bueno y lo malo, o lo correcto y lo errado siguen criterios inherentes, y que hay criterios racionales para los juicios morales. En otras palabras, ellos creen en el bien y mal “intrínsecos”. Creen que efectivamente existe una diferencia entre, por decir, justicia y opresión, y no es arbitrario que Dios nos haya ordenado ser justos y no oprimir a nadie incluso a nuestros enemigos. Ellos creen también que los seres humanos son libres y responsables de sus actos. Por supuesto, los Mutazilíes además creen en el tafwîd (delegación absoluta), es decir, que Dios ha delegado a las personas Su autoridad sobre los actos voluntarios del ser humano y éstas poseen completo control sobre los mismos. Pero la Shî‘ah cree que, si bien el determinismo(ÿabr) es incorrecto y contrario a la Justicia Divina, y que los seres humanos son libres, su libertad y poder son limitados, y que Dios posee una total autoridad sobre sus actos. Este hecho es expresado en el famoso dicho del Imâm Ÿa‘far As-Sâdiq (P):

t89

“No hay determinismo (ÿabr), ni delegación absoluta de poder (tafwîd), sino que la posición real se encuentra entre los dos extremos”.[38]

Debido a la fundamental importancia de este tema para cualquier sistema de valor, laShî‘ah siempre ha hecho hincapié en la cuestión de la Justicia Divina y frecuentemente la ha presentado junto al tema de la Unicidad Divina, la Profecía, el Imamato (Liderazgo Divino) y la Resurrección, como uno de los cinco Principios de la Fe (Usûl Al-Madh·hab), en contraste a la Unicidad Divina, la Profecía y la Resurrección, que se cuentan como los tres Principios de la Religión (Usûl Ad-Dîn), los cuales son compartidos por todos los musulmanes.

separador-01-01

Resurrección, como uno de los cinco Principios de la Fe (Usûl Al-Madh·hab), en contraste a la Unicidad Divina, la Profecía y la Resurrección, que se cuentan como los tres Principios de la Religión (Usûl Ad-Dîn), los cuales son compartidos por todos los musulmanes.

Este énfasis en el tema de la Justicia Divina no solo ha tenido su rol en el aspecto teórico del Shiísmo. En realidad, la Shî‘ah ve el tema de la Justicia Divina como un aspecto fundamental del Islam, al punto que siempre ha llamado también a la implementación del principio de la justicia en la escala social. Los movimientos shî‘as que han tenido lugar a través de la historia siempre han estado caracterizados por su invocación por la justicia. Analizaremos este tema más adelante cuando reseñemos las características distintivas del Islam Shî‘ah.

El Imamato

La Shî‘ah cree en la institución del Imamato como una continuación de la Profecía. En árabe, el término “Imâm” literalmente significa “líder”. Un Imâm, en la terminología general, puede ser bueno o malo, y el alcance de su liderazgo puede ser muy amplio -tal como dirigir a toda una nación- o limitado -como dirigir congregaciones en una mezquita. Sin embargo, en la creencia Shî‘ah el Imâm, en su sentido más preciso, es la persona que está a cargo de todos los asuntos políticos y religiosos de la nación islámica. Más exactamente, el Imâmes la persona que ha sido designada por Dios y presentada por el Profeta (BP), y luego, por cada Imâm precedente, por medio de una designación explícita (nass), para guiar a la comunidad musulmana, interpretar y proteger la religión y la ley (sharî‘ah), y guiar a la comunidad en todos los asuntos. El Imâm es el Representante de Dios en la Tierra (Jalîfat- ul·lâh) y el sucesor del Profeta (BP). Debe ser inmaculado y poseer conocimiento divino tanto del significado exotérico como esotérico del Sagrado Corán.

Los Shî‘as Duodecimanos, quienes constituyen la gran mayoría de los musulmanes shî‘as,creen que el Profeta (BP) fue sucedido por doce Imames. Ellos son:

1. Imâm‘AlîibnAbîTâlib[39]
2. ImâmHasanibn‘Alî
3. ImâmHuseinibn‘Alî
4. Imâm‘AlîibnHusein,As-Saÿÿâd
5. ImâmMuhammadibn‘Alî,Al-Bâqir 6. ImâmŸa‘faribnMuhammad,As-Sâdiq 7. ImâmMûsaibnŸa‘far,Al-Kâdzim
8. Imâm‘AlîibnMûsa,Ar-Ridâ
9. ImâmMuhammadibn‘Alî,Al-Ÿawâd 10. Imâm ‘Alî ibn Muhammad, Al-Hâdî
11. Imâm Hasan ibn ‘Alî, Al-‘Askarî
12. Imâm Muhammad ibn Hasan, Al-Mahdî
Martirizado40HQ/659D.C. Martirizado50HQ/669D.C. Martirizado61HQ/680D.C. Martirizado95HQ/712D.C. Martirizado114HQ/732D.C.
Martirizado148HQ/765D.C. Martirizado183HQ/799D.C. Martirizado203HQ/817D.C. Martirizado220HQ/835D.C. Martirizado 254 HQ / 868 D.C. Martirizado 260 HQ / 872 D.C. Nació 255 HQ / 868 D.C.

Con la muerte de su padre en el año 260 HQ, Al-Mahdî, el duodécimo Imâm, entró en ocultación (gaibah), manifestándose en ese entonces solo ante algunosshî‘as sobresalientes. Más adelante examinaremos las doctrinas concernientes a él.

El Punto de Vista Sunni: Los musulmanes sunnitas utilizan el término Imâm en ciertos contextos como un equivalente al término “Califa” (Jalîfah). En árabe el término “jalîfah”significa “sucesor”. El término Califa ha sido usado como un título para todo aquel que asumió el poder y gobernó el Estado Islámico después de la muerte del Profeta Muhammad (BP). Un Califa puede ser electo, nominado por su predecesor, o elegido por un comité, o incluso puede hacerse del poder a través de la fuerza. Un Califa no necesariamente debe ser inmaculado. Tampoco necesita ser superior a otros en cualidades tales como la fe y el conocimiento.

Es apropiado referirnos aquí a una serie de hadices en los cuales el Profeta mencionó que habrá doce líderes después de él. Por ejemplo, Bujârî narra que el Profeta (BP) dijo:

t90

“Habrá doce líderes (amîr) después de mí”.
Luego el narrador comenta que el Profeta dijo algo que no pudo escuchar. Él pidió a su padre, quien también estaba presente allí, que le dijera qué era lo que el Profeta había dicho. Su padre le respondió que el Profeta había dicho:

t91

“Todos (estos doce líderes) serán de la tribu de Quraish”.[40]
Muslim también transmite esta tradición, diciendo que el narrador de la misma se dirigió con su padre al lugar donde se encontraba el Profeta (BP), y el Profeta dijo:

t92

“Esta religión no terminará hasta que haya doce sucesores (jalîfah)”.
Luego el narrador dice: “El Profeta dijo algo que no entendí y le pregunté a mi padre. Él dijo: “El Profeta dijo:

t93

“Todos ellos son de Quraish”.[41]
En otra narración, Muslim transmite que el Profeta dijo:

t94

“Los asuntos de la gente serán adecuadamente dirigidos mientras los lideren doce hombres”.[42]
En otro hadîz él dijo:

t95

“El Islam será exaltado en tanto haya doce sucesores”.[43]
Es interesante el hecho de que algunas versiones del hadîz implican que la existencia de estos doce finalizará con la del mundo y del Islam. Por ejemplo, el Profeta dijo:

t96

“Esta religión (el Islam) estará en pie mientras haya sobre vosotros doce sucesores”.[44] El significado pareciera ser que los doce sucesores vendrán después del Profeta y que la duración total de su vida se prolongará hasta el fin de los tiempos.

Este conjunto de hadices suscitan una serie de preguntas: ¿Quiénes son esas doce personas? ¿Quiénes son los sucesores del Profeta? ¿Cómo puede prolongarse la duración de la vida de doce personas hasta el final de los tiempos? ¿Quiénes son las fuentes de exaltación para el Islam? ¿Y quiénes son los doce sucesores que son todos de Quraish?

La Shî‘ah cree que la respuesta a estas preguntas yacen en el hecho de identificar a las doce personas mencionadas en los hadices, con los doce Imames. Algunos sabios no-shî‘as se han esforzado denodadamente para redactar una lista diferente con doce individuos. Algunos quisieron incluir a todos los Califas comenzando por Abû Bakr, pero cuando llegaron a Iazîd ibn Mu‘âwîah se vieron obligados a excluirlo, puesto que él fue quien asesinó al nieto del Profeta y a muchos de sus parientes y Compañeros del Profeta (BP) en el año 61 HQ, y atacó Medina en el año 62 HQ.[45] Otro problema con el que se enfrentan es que cuando llegan al decimosegundo candidato de la lista, ven que no hay mucha diferencia entre él y un décimo tercer sucesor en potencia, que posee los mismos atributos que sus predecesores. Los esfuerzos de este tipo no han proporcionado ningún resultado satisfactorio.

separador-01-01

La Infalibilidad

Los musulmanes creen que los profetas fueron infalibles (ma‘sûm) en los asuntos pertinentes a su misión.[46] No obstante, ha habido diferencias de opinión entre las diferentes escuelas del Islam respecto al alcance y duración de la infalibilidad requerida. LaShî‘ah cree que los profetas nunca cometieron pecados, mayores o menores, antes o después del comienzo de su Profecía, intencionalmente o sin intención, ya sea en asuntos pertinentes a su misión o en su vida personal. Los musulmanes sunnis generalmente creen que los profetas fueron infalibles solo durante su Profecía, y algunos incluso restringen su infalibilidad a asuntos directamente relativos a su Mensaje. Los Asharíes, por ejemplo, confinan la infalibilidad a los pecados intencionales, ya sean menores o mayores, de modo que los profetas pueden haber cometido algunos pecados involuntariamente. LosMutazilíes creen que los profetas fueron infalibles en relación a los pecados mayores, deliberados o indeliberados, pero que pueden haber cometido pecados menores.

Al-Bagdâdî, en su Al-Farq bain Al-Firaq describe la creencia de los musulmanes sunnitas en esta cuestión de la siguiente manera: “Ellos creen en la infalibilidad de los profetas en relación a los pecados. Han interpretado lo que es narrado respecto a sus deslices como que ocurrieron antes de su profecía”.[47] ‘Al·lâmah Al-Hil·lî, en su Al-Bâb Al-Hâdî ‘Ashar describe la creencia de los shî‘as a este respecto de la siguiente manera:“Ciertamente que los profetas son infalibles desde el comienzo de sus vidas hasta el final, puesto que los corazones de la gente no suelen obedecer a aquellos a quienes han observado previamente cometiendo diferentes tipos de pecados menores o mayores y actos execrables o desagradables”.[48]

Los musulmanes han argumentado de diferentes maneras para ratificar la infalibilidad de los profetas. A menudo es citado el siguiente versículo coránico:

t97

«Y de cuando su Señor probó a Abraham con ciertos mandamientos que él observó. (Dios) le dijo: “Por cierto que te designaré Imâm de los hombres”. (Abraham) dijo: “¿Y también lo serán los de mi descendencia?”. Díjole: “Mi promesa no alcanzará a los opresores”»[49].

A pesar de que el comienzo del versículo concierne a la posición del Imamato, la frase final sugiere una regla general: para estar calificado para cualquier posición conferida divinamente, se debe poseer un extraordinario grado de piedad y pureza de alma. De acuerdo al Corán, cualquier incumplimiento de las leyes religiosas es considerado un acto de opresión (dzulm). Aquellos que cometieron pecados, especialmente shirk (asociar alguien a Dios), el más grave de todos los pecados, no pueden haber sido elegidos por Dios para convertirse en profeta. Quienes no creen en la necesidad de la infalibilidad antes del comienzo de la profecía piensan que no es perjudicial si un futuro profeta comete algún u otro pecado, a condición de que luego tal conducta cese.

Hay también argumentos teológicos para el tema de la infalibilidad, tal como el que encontramos en el siguiente pasaje de M. R. Mudzaffar:

La razón para la infalibilidad de un profeta es que si él comete un pecado o error, o si es olvidadizo o algo similar, debemos elegir entre dos alternativas: obedecemos sus pecados y errores, en cuyo caso, desde el punto de vista del Islam, obramos mal, o no debemos obedecer sus pecados y errores, lo que también es incorrecto, ya que ello es contrario a la idea de la profecía donde la obediencia es necesaria; además, si todo lo que él dice o hace tiene la posibilidad de ser o correcto o errado, entonces es imposible para nosotros seguirlo. El resultado es que el beneficio de su misión estará perdido; se vuelve innecesario, y el profeta llega a ser como el común de la gente cuyos actos y palabras no poseen el inapreciable valor que nosotros buscamos, con el resultado de que no habrá obediencia y no se podrá confiar en sus acciones.[50]

Debe hacerse notar que los argumentos para la infalibilidad de los profetas difieren en sus alcances e implicaciones; algunos consideran su infalibilidad durante toda su vida y otros se concentran en sus vidas después del inicio de la profecía. En lo que sigue, trataremos de separar y discutir diferentes aspectos de la infalibilidad.

I. La infalibilidad después del comienzo de la profecía en lo que respecta a la prédica y transmisión del Mensaje Divino

Esto es algo en lo que todos los musulmanes concuerdan, puesto que si un profeta cometiera errores o hiciera caso omiso de sus deberes en relación a predicar el Mensaje Divino, se perdería el beneficio de transmitir el Mensaje y, además, la gente se extraviaría al seguirlo.[51]

II. La infalibilidad después del comienzo de la profecía en cuanto a la vida personal, como por ejemplo en el trato con la familia, amigos, vecinos, etc.

Algunos musulmanes consideran a este tipo de infalibilidad como innecesaria respecto a los pecados menores o aquellos cometidos intencionalmente. Los shî‘as y algunos otros creen, sin embargo, que esta dimensión de infalibilidad también es necesaria, puesto que los profetas no son meros instructores o propagadores; ellos fueron designados por Dios para personificar un sendero de perfección y piedad en todos sus dichos y en la entereza de su conducta. La gente necesita, además de lecciones teóricas, ejemplos prácticos. Un profeta que no incorporó en su vida personal los valores que él mismo estaba predicando no habrá cumplido con su misión.

¿Qué hay en cuanto a los pecados o errores indeliberados por los cuales generalmente no se es considerado responsable? Es evidente que incluso en este caso surgirán muchos de los mismos problemas. Primero, la gente no siempre será capaz de distinguir entre los actos intencionales y los indeliberados. Por ejemplo, si ven que un profeta está quebrantando una ley, pasando por alto los derechos de alguien o no está realizando algún acto religioso, no siempre será posible para ellos decidir si él está totalmente conciente de sus acciones o no. Las personas que están buscando una excusa para justificar sus propias faltas serán propensas particularmente a reparar en tales incidentes. Además, aún suponiendo que la gente fuese capaz en la práctica de distinguir entre los pecados intencionales y los indeliberados, solo puede esperarse que tan pronto como vean que su profeta es factible a la equivocación y que posee sus propias fallas y defectos, pierdan su confianza en él en relación a su prédica y Mensaje. Si el Profeta olvida un compromiso o se olvida de rezar, ¿cómo puede la gente estar segura de que él no ha cometido errores o que ha olvidado algo al momento de comunicar el Mensaje revelado? ¿Cómo puede la gente estar preparada para confiar sus vidas y almas a tal persona?

Debe admitirse, como un asunto real, que los creyentes comunes, que constituyen la mayoría de aquellos hacia quienes la misión profética se dirige, no serían capaces de hacer las sutiles distinciones que algunos teólogos sugieren. En realidad, muchos de aquellos mismos teólogos no serían capaces de hacer distinciones similares en su propia experiencia personal, tal como distinguir entre la verdad de algo que es dicho y el status moral o la intención del disertante. La mayoría de la gente, incluso si ellos mismos son musulmanes, no prestarán ninguna atención a un diestro o sabio predicador conocido por cometer actos inmorales en su vida personal. Se desprende entonces que los incrédulos que han llevado una vida desenfrenada, no congruente con ninguna creencia en Dios, se sentirán aún menos inclinados por seguir a una persona de carácter dudoso que los invita a cambiar sus vidas totalmente, someterse a nuevos valores, y estar preparados para experimentar sacrificios.

Ha habido, por supuesto, muchas personalidades piadosas en el mundo musulmán, especialmente entre los sabios, que han llevado vidas de pureza ejemplar. La diferencia entre tales personas y los profetas es que la infalibilidad de los profetas es total, y que a diferencia de los profetas, ellos no se encuentran salvaguardados de la posibilidad de cometer pecado.

separador-01-01

III. La infalibilidad antes de la profecía:

A la luz de lo antedicho, puede entenderse por qué la Shî‘ah cree que los profetas fueron infalibles antes de su profecía. A pesar de que los profetas fueron seres humanos que vivieron con otros y compartieron sus preocupaciones humanas, fueron siempre destacadas figuras respetadas por la gente y admiradas incluso por sus enemigos. Por ejemplo, el Profeta del Islam era conocido en la sociedad pagana de La Meca como Al-Amîn (el Fiel), y fue un dechado de virtud desde su infancia hasta su muerte. De hecho, la virtuosa vida de un profeta antes del comienzo de su profecía y antes de que la gente crea en él, es en un sentido, más importante, puesto que el momento más crucial llega cuando el profeta desea convencer a la gente de su palabra; si él resulta de confianza en todos los otros asuntos, puede demandar confianza en su persona en lo relacionado a Dios y a la religión.

Otra razón para la creencia en la infalibilidad, aplicable tanto al período precedente al comienzo de la profecía como al posterior, es que la elección de Dios no es arbitraria. Para que Dios se dirija a alguien para recibir la Revelación y la comunicación directa e inmediata desde lo oculto, exige una experiencia tan extraordinaria que puede ser soportada solo por alguien que posea una capacidad espiritual elevada. Dice el Corán:

t98

«Por cierto que vamos a revelarte un Mensaje ponderable».[52]
Nadie puede alcanzar la posición requerida si es tentado por una falsa creencia o un pecado, puesto que los pecados son dañinos para el espíritu y para la pureza del alma, aún si son cometidos sin intención. Una persona que comete un pecado por error puede ser disculpada, como por ejemplo una persona que bebe vino sin darse cuenta de que es tal, pero el pecado, no obstante, posee su efecto natural sobre el alma.

De este modo, la Shî‘ah tiene a la Profecía en una muy alta consideración. Cree que los profetas fueron piadosos y puros durante toda su vida y que ellos fueron inmunes de cometer pecados u otros actos perniciosos para su espíritu o para la confianza de la gente en ellos.

¿Cuál es la verdadera naturaleza de la infalibilidad?

Sobre la verdadera naturaleza de la infalibilidad, Nâsir Ad-Dîn At-Tûsî, un gran sabio shî‘ahcapaz de conciliar la Teología (kalâm) con la Filosofía, dice:
La infalibilidad es cuando el siervo (de Dios) tiene la capacidad de realizar pecados, pero no desea hacerlo en absoluto. Y esta falta de voluntad (por cometer pecados) o la existencia de algo que le disuade de ello es una gracia divina para él. Por lo tanto, él no desobedece a Dios, no porque no pueda hacerlo, sino porque no desea hacerlo, o porque hay algo que está por encima de su voluntad. De este modo, considerando su poder (y libre voluntad) le es posible realizar pecados, pero considerando su falta de voluntad o la existencia del obstáculo dominante, es imposible.[53]

Al-Iÿî, un famoso teólogo asharí, explica la infalibilidad de la siguiente manera:

Para nosotros (los Asharíes) la infalibilidad es que Dios no cree en ellos (los profetas) ningún pecado. Para los filósofos es un carácter (al-malakah) que le impide a uno pecar y es motivado por el hecho de conocer la ruindad de los pecados y los méritos de la obediencia a Dios y es fortalecido por la repetición de la revelación de las órdenes y prohibiciones.[54]

Los teólogos y filósofos shî‘as creen que, desde que los profetas son humanos y deben ser ejemplo de seres humanos, en esencia les es posible cometer pecados. Los profetas no son como los ángeles que no pueden cometer pecados. Sin embargo, los profetas son tan puros en sus almas, profundos en su comprensión, perspicaces en su conducta y atentos a Dios, que ni ellos desean realizar actos inmorales, ni se les ocurre cometer tales crasas acciones. Efectivamente, la mayoría de nosotros somos infalibles respecto a ciertos actos, tales como comer barro, golpear a nuestros padres, aparecernos desnudos en público, o arrojarnos desde el techo. Aún cuando podemos realizar todos esos actos mencionados, poseemos un tipo de inmunidad respecto a los mismos, según lo cual ni siquiera se nos ocurriría hacer tales cosas ridículas. Esto es motivado por nuestra dignidad y circunspección por un lado, y por nuestra clara comprensión del perjuicio y el desatino de dichos actos, por el otro.

Los profetas poseyeron esta inmunidad en relación a todo tipo de pecados. No estaban satisfechos incluso con su inmunidad respecto a los pecados convencionales. Para ellos, dejar de recordar a Dios por un momento, aún mientras se encontraban realizando ciertos deberes sociales, era inaceptable. Consideraban insuficientes muchos actos juzgados como actos de piedad y adoración para los seres humanos comunes y pedían perdón a Dios cuando los realizaban. Cabe, por lo tanto, hacer notar que lo que los profetas consideraban pecado para sí mismos y por los cuales pedían perdón, no eran pecados en el sentido consuetudinario del término.

Basándose en los argumentos mencionados arriba y en las claras enseñanzas de la familia del Profeta (BP), la Shî‘ah no confirma ningún hadîz o narración que sugiera la realización de pecados o algún acto por parte de los profetas que pueda hacer que la gente los desprecie o se distancie de ellos. Los sabios shî‘as han analizado todos los versículos del Corán en los que se basan a veces para sugerir lo contrario y han demostrado que la interpretación real de dichos versículos no contradice la idea expuesta arriba.[55]

La Shî‘ah siente la más elevada de las estimas por el Profeta Muhammad –que las bendiciones y la paz de Al·lâh sean con él y su familia- y ve en todos los aspectos de su carácter y conducta el más perfecto modelo:

t99
separador-01-01

«Realmente tenéis en el Mensajero de Dios un excelente ejemplo…»[56]

También cree que los Imames deben gozar de la misma cualidad de infalibilidad. La razón para ello es que el Imamato es también una posición divinamente otorgada, que requiere un alto grado de pureza y espiritualidad. Nadie puede alcanzar esta posición sin encontrarse completamente libre de pecados y actos inmorales. Como se mencionó anteriormente, incluso muchas cosas que son permitidas para el común de la gente, deben ser evitadas por tales personas, como hablar mucho, o comer o dormir más de lo necesario. Y desde que la gente debe confiar completamente en ellos, los Imames deben asimismo encontrarse libres de errores.

Además de la aleya que hemos mencionado anteriormente (2: 124), respecto a la Familia del Profeta (BP) el Corán dice:

t100

«Al·lâh solo quiere alejar de vosotros la impureza ¡Ahl-ul Bait! y purificaros sobremanera».[57]

El Corán claramente afirma que la Familia (Ahl-ul Bait) del Profeta está protegida y purificada de todo tipo de impureza, incluyendo los pecados y el mal carácter. Se encuentran libres de todo aquello por lo que los seres humanos sienten aversión. Libres del pecado es ciertamente lo que quiere decir dicha aleya; de lo contrario no habría diferencia entre ellos y otros creyentes que se salvaguardaron a sí mismos, como dice el Corán:

t100

«Por cierto que los timoratos, cuando alguna tentación satánica les acosa, se acuerdan (de Él), y heles aquí iluminados».[58]
Esta aleya muestra que los piadosos no solo no cometen errores deliberadamente, sino que tampoco son seducidos por Satán.

La Doctrina del Mahdî

La creencia en un Salvador que vendrá al final de los tiempos es compartida por la mayoría de las religiones (si no por todas). En el Islam, la idea de un Salvador es presentada muy argumentadamente en la doctrina de Al-Mahdî (el Guiado), quien se levantará con bendiciones divinas y llenará la Tierra de justicia después de haber sido llenada de injusticia y opresión.[59] Sintetizando las creencias de todos los musulmanes respecto al Mahdî – que Al·lâh apresure su aparición-, Ibn Jaldûn (f. 808 / 1406) escribe:

Debes saber que es un acontecimiento famoso narrado por todos los musulmanes en cada época, el hecho de que necesariamente al final de los tiempos un hombre de la familia del Profeta hará su aparición, fortalecerá el Islam y propagará la justicia; los musulmanes lo seguirán y él obtendrá dominio por sobre los territorios musulmanes. Será llamado Al- Mahdî.[60]

La idea de un Salvador o de un buen final para el mundo es indicada en muchos versículos coránicos y hadices islámicos. Por ejemplo, leemos en el Corán:

t102

«Dios prometió, a quienes de vosotros creen y practican el bien, entronizarles en la tierra, como entronizó a sus antepasados; consolidarles su religión que Le complace para ellos y mudar su temor en sosiego. ¡Que me adoren y no me atribuyan nada! …»[61]

t103

«Hemos prescrito en los Salmos, después del Mensaje (La Torá), que la Tierra la heredarán mis siervos meritorios».[62]

t104

«Y quisimos agraciar a los sometidos en la Tierra designándoles imames y les constituimos en herederos (de la misma)».[63]

Los siguientes son solo algunos ejemplos de hadices sobre la misma idea del Salvador narrados tanto a través de fuentes sunnitas como shiítas:

1. Dijo el Enviado de Dios (BP):

t105

“No terminará el mundo hasta que gobierne a los árabes un hombre de la Gente de mi Casa(ahl-u baitî) cuyo nombre será igual que el mío”.
Dijo también:

t106

“Gobernará un hombre de la Gente de mi Casa (Ahl-u baitî) cuyo nombre será igual que el mío”. Dijo ‘Âsim, y nos informó Abû Sâlih, de Abû Hurairah: (El Profeta) dijo: “Aun si no quedara (de la existencia) del mundo más que un solo día, Dios extenderá ese día hasta que gobierne…”.[64]

2. El Enviado de Dios (BP) dijo también:

t107

“Al-Mahdî es de nosotros (los miembros de) la Gente de la Casa (Ahl-ul Bait). Dios preparará
para él (sus asuntos) en una noche”.[65]

3. Además, se narró de Umm Salamah que el Profeta (BP) dijo:

t108

“El Mahdî será de mi descendencia, de la progenie de Fátima”.[66]

4. También se narró de Ÿâbir ibn ‘Abdul·lâh Al-Ansârî que él escuchó al Mensajero de
Dios (BP) diciendo:

t109

“Un grupo de mi comunidad no dejará de luchar por la verdad, asistiéndola hasta el Día del Juicio Final”. Luego dijo: “Entonces Jesús hijo de María (P), descenderá, y su líder le dirá: “¡Ven, dirígenos en la oración!”, y Jesús (P) dirá: “¡No! Ciertamente que entre vosotros fueron dispuestos líderes para los demás, como distinción de Dios para esta comunidad”.[67]

separador-01-01

Está claro que el Mahdî es diferente de Jesús, si bien ambos vendrán en la misma época. Notemos que en el Corán y en otras fuentes islámicas, Al-Masîh, que significa “el ungido, el purificado”, es un título para Jesús. Este título guarda una evidente similitud con el vocablo español “Mesías”, aplicado por los cristianos a Jesús. Sin embargo, la palabra “Mesías” puede ser utilizada también para hacer referencia al rey esperado y liberador de los judíos, o metafóricamente al líder reconocido o aceptado de algún grupo o causa. “Mesías” ha sido utilizado en conformidad en algunos escritos en idioma inglés para hacer referencia también al Mahdî de la creencia islámica, pero esto no debe ser tomado como que Al-Mahdî es Al-Masîh, vocablo, en la usanza islámica, reservado para Jesús.

Al-Mahdî tendrá una misión universal que comenzará en territorios árabes. Su nombre será el mismo que el del Profeta Muhammad (BP) y será de la progenie de la gran dama Fátima Az- Zahrâ (P). La Shî‘ah cree que él es el hijo del Imâm Hasan Al-‘Askarî. Nació en el año 255 de la Hégira Lunar. Su ocultación comenzó en el año 260 HQ. Él todavía está vivo, pero protegido por Dios en un estado de ocultación hasta que estén dadas las condiciones para su reaparición. Algunos sabios sunnitas sostienen lo mismo, pero otros de entre sus sabios creen que él todavía no ha nacido. El Seîied Muhsin Al-Amîn, en su “A‘iân Ash-Shî‘ah” ha citado trece ejemplos de aquellos sabios sunnitas que han afirmado que el Mahdî es el hijo del Imâm Hasan Al-‘Askarî y que ya nació, tales como Muhammad ibn Iûsuf Al-Kanÿî Ash-Shâfi‘î en su Al-Baiân fi Ajbâr Sâhib Az-Zamân, y Kifâiat At-Tâlib fî Manâqib ‘Alî ibn Abî Tâlib; Nûr-ud Dîn ‘Alî ibn Muhammad Al-Mâlikî, en su Al-Fusûl Al-Muhimmah fî Ma‘rifat-il A’immah, e Ibn Al- Ÿauzî en su famoso Tadhkirat Al-Jawâss.

[1] Sûra Al-Mâ’idah; 5: 8.
[2] Nahÿ Al-Balâgah.
[3] Mustadrak Al-Hâkim, el Libro de Historia, al final del Libro de Al-Ba‘z, t. 2, p. 615.
[4] Musnad de Ahmad, Musnad Ash-Shâmîÿîn, Numeración Al-‘Alamîiah no 16604 y 16605;Sunan de At-Tirmidhî, Kitâb Ad-Da‘awât, 3502 y Sunan de Ibn Mâÿah, Kitâb Iqâmah As- Salâh wa As-Sunnah fîhâ, Numeración Al-‘Alamîiah no 1375.
[5] Sûra Al-Baqarah; 2: 154.
[6] Sûra Âlî ‘Imrân; 3: 169.
[7] Sunan de Ad-Dârimî, Kitâb Al-Muqaddamah, Numeración Al-‘Alamîiah no 92.
[8] Sahîh de Al-Bujârî, Kitâb Al-Ÿumu‘ah, Numeración Al-‘Alamîiah no 954 y Kitâb Al-
Manâqib, Numeración Al-‘Alamîiah no 3434.
[9] Sûra Sâd; 38: 86.
[10] Sûra Ash-Shurâ; 42: 23.
[11] Sûra Sabâ’; 34: 47.
[12] Sûra Al-Furqân; 25: 57: «Diles: “No os pido por ello otra remuneración más que, quien lo quiera, que tome un sendero hacia su Señor”».

[13] Sûra Âli ‘Imrân; 3: 61.
[14] Sahîh de Al-Bujârî, Kitâb Al-Manâqib, Numeración Al-‘Alamîiah no 3437 y 3483; Sahîhde
Muslim, Kitâb Fadâ’il As-Sahâbah, Numeración Al-‘Alamîiah no 4483; Musnad de Ahmad,Musnad Al-Madanîin, Numeración Al-‘Alamîiah no 15539 y Sunan de At-Tirmidhî, Kitâb Al-Manâqib, Numeración Al-‘Alamîiah no 3802.
[15] Ver por ejemplo: Sahîh de Al-Bujârî, Kitâb Al-Manâqib, Numeración Al-‘Alamîiah no 3353. (cf. Sunan de At-Tirmidhî, Kitâb Al-Manâqib, Numeración Al-‘Alamîiah no 3808 y 3828). Se narró también que ella fue la primera entre todas las creyentes. Ver, por ejemplo, Sahîhde Al- Bujârî, Kitâb Al-Isti’dhân, no 5812; Sahîh de Muslim, Kitâb Fadâ’il As-Sahâbah, no 4487 y 4488 y Sunan de Ibn Mâÿah, Kitâb mâ ÿa’a fî Al-Ÿanâ’iz, no 161.
[16] El primer hadîz está en Sunan de At-Tirmidhî, Kitâb Al-Manâqib, Numeración Al-‘Alamîiah no 3701. El segundo está narrado en Sunan de At-Tirmidhî, Numeración Al-‘Alamîiah no
3708, Sunan de Ibn Mâÿah, Al-Muqaddimah, Numeración Al-‘Alamîiah no 141 y Musnad de Ahmad, Musnad Ash-Shâmîin, Numeración Al-‘Alamîiah no 16903.
[17] Ibîd., Numeración Al-‘Alamîiah no 3805. At-Tirmidhî también narra que entre las mujeres, Fátima fue la más amada por el Profeta, y entre los hombres, ‘Alî fue el más estimado para él. (Ibíd., no 3803).
[18] Sûra Al-A‘râf; 7: 157.
[19] Sûra Muhammad; 47: 2.
[20] Sûra Al-Fath; 48: 29.
[21] Sûra At-Taubah; 9: 20.
[22] Sûra At-Taubah; 9: 101.
[23] Sûra At-Taubah; 9: 56.
[24] Ver por ejemplo los versículos del Corán: 9: 48 y 63: 8. Para más detalles referirse a los libros de historia sobre la vida del Enviado de Dios (BP).
[25] Sûra Al-Munâfiqûn; 63: 4.
[26] Sûra At-Taubah; 9: 107.
[27] Sûra Âli ‘Imrân; 3: 144.
[28] Sahîh de Al-Bujârî, Kitâb Ar-Riqâq, Numeración Al-‘Alamîiah no 6097. Ver: Sahîh de Al- Bujârî, Kitâb Ar-Riqâq, Numeración Al-‘Alamîiah no 6096, 6098 y 6104, Kitâb Al-Fitan, 6527 y 6528; Sahîh de Muslim, Kitâb Al-Fadâ’il, Numeración Al-‘Alamîiah no 4250 y 4259;Sunan de An- Nisâ’î, Kitâb Al-Iftitâh, Numeración Al-‘Alamîiah no 894; Sunan de Ibn Mâÿah,Kitâb Al- Manâsik, Numeración Al-‘Alamîiah no 3048; Musnad de Ahmad, Musnad Al-Mukzirîn min As- Sahâbah, no 2212, 3547, 3621, 3657, etc.
[29] Sahîh de Al-Bujârî, Kitâb Ar-Riqâq, Numeración Al-‘Alamîiah no 6090 y 6527; Sahîh de Muslim, Kitâb Al-Fadâ’il, no 4250 y Musnad de Ahmad, Musnad Al-Mukzirîn min As-
Sahâbah, no 3457, 3621, 3672, 3837, 3966, etc.
[30] Sahîfah As-Saÿÿadîiah, Segunda Súplica.
[31] Sûra Âli ‘Imrân; 3: 182. Sûra Al-Anfâl; 8: 51. Sûra Al-Haÿÿ; 22: 10.
[32] Sûra Fussilat; 41: 46.
[33] Sûra Qâf; 50: 29.
[34] Sûra An-Nisâ’; 4: 40.
[35] Sûra Iûnus; 10: 44.
[36] Sûra At-Tîn; 95: 8.
[37] Sûra Al-Anbiâ’; 21: 47.
[38] Al-Kâfî de Al-Kulainî, t. 1, p.160.
[39] Como vimos anteriormente, el Imâm ‘Alî (P) fue el primo y yerno del Profeta (BP) (esposo de la Gran Dama Fátima Az-Zahrâ). Él fue el primer hombre que abrazó el Islam.

[40] Sahih de Al-Bujârî, Kitâb Al-Ahkâm, Numeración Al-‘Alamîiah no 6682. Ver
tambiénSunan At-Tirmidhî, Kitâb Al-Fitan, Numeración Al-‘Alamîiah no 2149;
y Musnad de Ahmad,Musnad Al-Basrîîn, Numeración Al-‘Alamîiah no 19920.
Quraish es la tribu a la cual pertenecían el Profeta y su familia y algunas otras familias de La Meca. Hay hadices diversos que hacen hincapié en el hecho de que aquellos líderes después del Profeta son todos de Quraish. Por ejemplo, hay un capítulo en Sahîh de Muslim al respecto. (Kitâb Al-Imârah, Capítulo 1).
[41] Sahîh de Muslim, Kitâb Al-Imârah, Numeración Al-‘Alamîiah no 3393.
[42] Ibíd., no 3394.
[43] Ibíd., no 3395, 3396 y 3397; Sunan de Abû Dâwûd, Kitâb Al-Mahdî, Numeración Al- ‘Alamîiah no 3732; Musnad de Ahmad, Musnad Al-Basrîîn, Numeración Al-‘Alamîiah no 19936, 20019 y 20032.
[44] Sunan de Abû Dâwûd, Kitâb Al-Mahdî, Numeración Al-‘Alamîiah no 3731 y Musnad de Ahmad, Musnad Al-Basrîîn, Numeración Al-‘Alamîiah no 19875 y 19901. Hay también muchos hadices que hacen énfasis en el hecho de que mientras permanezcan dos personas sobre la Tierra habrá uno de Quraish para guiarlos. Ver por ejemplo, Sahîh de Al-Bujârî,Kitâb Al-Ahkâm, Numeración Al-‘Alamîiah no 3240 y 6607, Sahîh de Muslim, Kitâb Al-Imârah, Numeración Al- ‘Alamîiah no 3392; Musnad de Ahmad, Musnad Al-Mukzirîn min As-Sahâbah, Numeración Al- ‘Alamîiah no 4600, 5419 y 5847.
[45] De acuerdo a Sunan de At-Tirmidhî, Numeración Al-‘Alamîiah no 2152 y Musnad de Ahmad, Musnad Al-Ansâr, Numeración Al-‘Alamîiah no 20910, el Profeta (BP) dijo: “En mi comunidad (ummah) habrá Califato por treinta años y luego habrá reinado”. At-Tirmidhî añade que luego el narrador, llamado Safînah, dijo que los Califatos de Abû Bakr, ‘Umar, ‘Uzmân y ‘Alî duraron treinta años. Sa‘îd, quien ha narrado este hadîz de Safînah, dice que él le dijo a Safînah que los Omeyas también se consideraban a sí mismos Califas. Pero Safînah respondió que ellos fueron mentirosos y reyes de la peor clase.
[46] El término “ma‘sûm” deriva de la raíz ‘a-sa-ma. La raíz literalmente significa “guardar, proteger o salvaguardar algo”, por lo tanto, “ma‘sûm”, literalmente, significa “una persona que es resguardada o protegida”. Técnicamente “ma‘sûm” es quien tiene la cualidad de ‘ismah , esto es, “que está exento de cometer pecados o caer en el error”.
[47] Al-Farq bain Al-Firaq de Al-Bagdâdî, p. 343.
[48] Bâb Al-Hâdî ‘Ashar de Al-Hil·lî, p. 63.
[49] Sûra Al-Baqarah; 2: 124.
[50] The Faith of Shi‘a Islam de Mudzaffar, p. 21.
[51] Ver por ejemplo, ‘Aqâ’id Al-Ÿa‘farîiah, no 13, de Sheij At-Tûsî (385-460).
[52] Sura Al-Muzzammil; 73: 5.
[53] Taljîs Al-Muhassal de At-Tûsî, p. 525.
[54] Al-Mawâqif de Al-Iÿî, p. 262.
[55] Además de los comentarios y exegesis del Corán, se han escrito obras independientes sobre este tema, tales como Tanzîh Al-Anbîâ’ de Seîied Al-Murtadâ.
[56] Sura Al-Ahzâb; 33: 21.
[57] Sura Al-Ahzâb; 33: 33.
[58] Sura Al-A‘râf; 7: 201.
[59] Hay muchos libros escritos tanto por sabios sunnis como shî‘as respecto al Mahdî. Hay por lo menos 35 prominentes sabios sunnitas registrados que han escrito 46 libros exclusivamente sobre el tema. Los que siguen son los nombres de algunos de esos libros:Kitâb Al-Mahdî de Abû Dâwûd; ‘Alâmât Al-Mahdî de Ÿalâl Ad-Dîn As-Suiûtî; Al-Qawl Al-Mujtasar fî ‘Alâmât Al- Mahdî Al-Muntadzar de Ibn Haÿar; Al-Baiân fî Ajbâr Sâhib Az-Zamânde Abû ‘Abdil·lâh ibn Muhammad Iûsuf Al-Kanÿî Ash-Shâfi‘î; ‘Iqd Ad-Durar fî Ajbâr Al-Imâm Al-Muntadzar del Sheij Ÿamâl Ad-Dîn Iûsuf Ad-Dimashqî; Mahdî Âli Rasûl de ‘Alî ibn Sultân Muhammad Al-Harawî Al-

Hanafî; Manâqib Al-Mahdî de Al-Hâfidz Abû Nu‘aim Al-Isbahânî; Al-Burhân fî ‘Alâmât Mahdî Âjir Az-Zamân de Al-Muttaqî Al-Hindî; Arba‘în Hadîz fî Al-Mahdî de ‘Abd Al-Âlâ’ Al-Hamadânî, y Ajbâr Al-Mahdî de Al-Hâfidz Abû Nu‘aim. (Ver Shi‘a Encyclopedia).
[60] An Introduction to History de Ibn Jaldûn, pp. 257-258. Cabe hacer notar que Ibn Jadûn no simpatizaba con la idea del Mahdî, no obstante, al transmitir fielmente la idea, claramente admite que la misma constituye una creencia de todos los musulmanes.
[61] Sûra An-Nûr; 24: 55.
[62] Sûra Al-Anbiâ’; 21: 105. Leemos expresiones similares en el Antiguo Testamento. Por ejemplo en los Salmos de David, en el Salmo 37, No 9, 10 y 11 leemos: “… pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la Tierra · Pues de aquí a poco no existirá el malo; observarás su lugar, y no estará allí · Pero los mansos heredarán la tierra”. Luego en el No 18
leemos: “Conoce Jehová los días de los perfectos, y la heredad de ellos será para siempre”. Y en el No 29 dice: “… Los justos heredarán la Tierra”. (N. del T.)
[63] Sûra Al-Qasas; 28: 5.
[64] Sunan de At-Tirmidhî, Kitâb Al-Fitan, Numeración Al-‘Alamîiah no 2156 y 2157. Sunande Abû Dâwûd, Kitâb Al-Mahdî, Numeración Al-‘Alamîiah no 3733 y 3734. De acuerdo a Abû Dâwûd, el hadîz terminaba así: “Él llenará la Tierra de justicia así como antes habrá sido llenada de injusticia y opresión”. Ver también: Musnad de Ahmad, Musnad Al-‘Asharah Al- Mubash·sharîn bil Ÿannah, Numeración Al-‘Alamîiah no 2769.
[65] Sunan de ibn Mâÿah, Kitâb Al-Fitan, Numeración Al-‘Alamîiah no 4075. Musnad de Ahmad, Musnad Al-‘Asharah Al-Mubash·sharîn bil Ÿannah, Numeración Al-‘Alamîiah no 610. [66] Sunan de Abû Dâwûd, Kitâb Al-Mahdî, Numeración Al-‘Alamîiah no 3735. Ver también:Sunan de ibn Mâÿah, Kitâb Al-Fitan, Numeración Al-‘Alamîiah no 4076.
[67] Sahîh de Muslim, Kitâb Al-Imân, Numeración Al-‘Alamîiah no 225 y Musnad de Ahmad,Baqî Musnad Al-Mukzirîn, Numeración Al-‘Alamîiah no 14193 y 14595.
[68] Ver por ejemplo la Introducción de Al-Baiân de Al-Kanÿî Ash-Shâfi‘î, Beirut, 1399 / 1979, pp. 76-79.

separador-01-01