“Ciertamente que la esencia del Islam consiste en: Testificar que no hay divinidad sinoAl·lâh, Uno, que no tiene asociado, una divinidad que es Una, Única y sin origen, Autosubsistente, Oyente, Vidente, Omnipotente, Sempiterna, Permanente, es tan Sapiente que nunca es ignorante de nada, es tan Poderosa que nada le es imposible, es tan Rica que nunca necesita nada, es tan Justa que nunca oprime y ciertamente que Él es el Creador de todas las cosas. No hay nada que se Le parezca. No posee semejante, ni opuesto, ni parigual, ciertamente que Él es el objeto de adoración, oración, esperanza y temor.

Y testificar que Muhammad -que las bendiciones de Al·lâh sean con él y su familia- es Su Siervo, Su Mensajero, Su Depositario de confianza, Su Elegido, lo mejor de Su creación, el maestro de los Mensajeros, el Sello de los Profetas y la más excelente criatura. No hay profeta después de él y no cabe alteración en su religión ni cambio en su ley (sharî‘ah), y ciertamente que todo lo que Muhammad ibn ‘Abdil·lâh ha traído conforma la irrebatible verdad… Y confirmarle a él y a todos los Mensajeros, Profetas y Pruebas de Al·lâh antes que él, y confirmar su Libro, el verídico, el espléndido, al cual «No le alcanza la falsedad en ningún aspecto (lit. “Ni por delante ni por detrás”); es una revelación de Quien es Prudente, Loable»[3], y que es superior a todos los Libros y es la Verdad desde el comienzo hasta el final. Creemos en sus aleyas determinantes (muhkam) y en sus alegóricas (mutashâbih), en sus aleyas particulares (jâss) y en sus aleyas generales (‘âmm), en sus promesas y amenazas, en sus aleyas abrogantes y abrogadas, en sus narraciones y relatos. Ninguna criatura es capaz de presentar algo similar a ello. Y testificar que el guía después de él, la prueba sobre los creyentes, el encargado de los asuntos de los musulmanes, el vocero del Corán y el conocedor de sus leyes, su hermano, su sucesor, ejecutor de su voluntad, su guardián y quien fue en relación a él como Aarón lo fue en relación a Moisés, es ‘Alî ibn Abî Tâlib –la paz sea con él-, el Comandante de los creyentes y el Líder de los piadosos, el mejor de los sucesores y el heredero del conocimiento de los Profetas y Mensajeros; y tras él, Al-Hasan y Al-Husein, “los señores de los jóvenes del Paraíso”, y luego ‘Alî ibn Al-Husein, el ornamento de los adoradores, luego Muhammad ibn ‘Alî Al-Bâqir, el desmenuzador de la sabiduría de los primeros; luego Ÿa‘far ibn Muhammad As-Sâdiq, el veraz, el heredero del conocimiento de los sucesores; luego Mûsâ ibn Ÿa‘far Al-Kâdzim; luego ‘Alî ibn Mûsâ Ar-Ridâ; luego Muhammad ibn ‘Alî; luego ‘Alî ibn Muhammad; luegoHasan ibn ‘Alî;
luego Al-Huÿÿah (la Prueba de Dios), quien se levantará, cuyo nacimiento se espera, que la paz sea con todos ellos.
Y testificar su Sucesión e Imamato y que la Tierra jamás estará vacía de la presencia de la Prueba Divina (huÿÿah) sobre Su gente en ninguna época, y que ellos son el asidero más firme y los Imames de la guía y las pruebas sobre la gente del mundo hasta que Dios tome la tierra y a quienes se encuentren sobre ella. (Y testificar) que todo aquel que se le oponga es desviado y desviador, y ha abandonado la verdad y la guía. Ellos son los intérpretes del Corán, y los oradores en nombre del Mensajero -que las bendiciones de Al·lâh sean con él y su familia- que dejan todo en claro, y todo el que muera sin conocerlos habrá muerto en la ignorancia.
Y testificar que forma parte de su religión la piedad y el pudor, la veracidad y la rectitud, la perseverancia y el esfuerzo, retornar lo depositado en confianza tanto a los probos como a los corruptos, las largas prosternaciones, ayunar durante el día, permanecer adorando durante la noche, abstenerse de lo prohibido, esperar el sosiego (faraÿ) con paciencia, la buena observancia del estado de luto y la nobleza en el compañerismo”.[4]
Luego el Imam (P) prosiguió elucidando las leyes prácticas del Islam.