Entre las diferentes tendencias del Islam no hay ninguna otra que se haya granjeado como la Shî‘ah la consideración de los autores e investigadores tanto en el pasado como en el presente. La causa estriba en varios asuntos, entre ellos: a lo largo de las épocas la Shî‘ah representó una seria oposición a las corrientes desviadas que fraguaron los sucesivos gobiernos en el mundo islámico, por lo que esos gobiernos se veían a sí mismos obligados a utilizar sus diferentes medios de comunicación contra esta Escuela, a esforzarse por degradarla y mostrarla ante los musulmanes como una secta desviada de la Verdad, y a darle el mote de “innovadora.”
Por otro lado, el hecho de que la Shî‘ah se congregara alrededor de Ahl-ul Bait (a.s.) y procurara encaminarse a través de sus enseñanzas y no las de los demás, y el amor y respeto con los que contaba la Gente de la Casa del Profeta (s.a.w.) por parte de la sociedad islámica, provocaba el temor en esos gobiernos de que la Shî‘ah difundiera las enseñanzas de Ahl-ul Bait (a.s.) entre la gente, que en su mayoría había sido víctima de las enseñanzas desviadas que propagaron los gobiernos opresores y de la difusión de los hadices inventados y atribuidos al Profeta (s.a.w.) que intentaban mostrar a tales gobiernos como sistemas islámicos cuya legitimidad derivaba de las enseñanzas del Islam; es por eso que consideraban que era necesario evitar que la Shî‘ah se expandiera, limitándola para impedir que sus ideas revolucionarias y correctas fuesen vertidas en las filas de los musulmanes.
Ante esta situación, estos gobiernos no encontraron más remedio que ocuparse de esta Escuela mediante la utilización de los medios de comunicación que disponían para desacreditar el buen nombre de esta tendencia y hacer que la gente sintiese repulsión por la misma al atribuir a sus creencias principios corruptos que no congenian de ninguna manera con el Islam, o bien al presentarla como una secta de origen foráneo ajena a la sociedad árabe- islámica. A continuación expondremos diferentes opiniones acerca del origen del Shiísmo, en las que sus autores pretendieron confundir y ocultar las realidades para impedir así que se llegue a las mismas.
La falsa imputación de tener “orígenes judíos”:
Una de las más graves calumnias que se dirigen al Shiísmo es que éste tiene orígenes judíos, cuyas raíces se extienden a las enseñanzas de ‘Abdul·lâh ibn Saba’, el judío que aparentó haberse islamizado, partiendo de su región de origen -el Yemen- para deambular por el Hiÿâz, las zonas de Siria, Irak y Egipto, y de esa manera diseminar sus creencias corruptas entre los musulmanes, las cuales se representan en su afirmación sobre que ‘Alî (a.s.) era el heredero del Profeta (s.a.w.).
Dice Farîd Waÿdî: “Ibn As-Sawdâ’ (esto es, ‘Abdul·lâh ibn Saba’) era originalmente judío, de los habitantes de Al-Hîrah. Manifestó haberse islamizado pretendiendo con ello lograr poder comercial y jefatura entre la gente de Kufa, por lo que les mencionó que él encontró en la
Torá que todo profeta debe tener un heredero y que ‘Alî (a.s.) era el heredero de Muhammad (s.a.w.)”.[1]
Originalmente esta narración se encuentra en Ta’rîj At-Tabarî[2] transmitida por Saif ibn ‘Umar quien es recusado severamente en su confiabilidad por parte de los expertos delHadîz.[3]
Algunos historiadores posteriores a Tabarî han transmitido esta narración tal como está hasta que se volvió famosa, al punto que muchos autores en el tema de las diferentes tendencias, tanto en el pasado como en el presente, se basaron en ella sin investigar ni precisar. Es esta misma narración acerca de la cual Ibn Haÿar dijo: “Su cadena de transmisión no es correcta.”[4]
El caso es que tales autores no prestaron atención a esta realidad y siguieron repitiéndola a lo largo de los siglos; es así que Ibn Taimîiah dijo: “Cuando los enemigos del Islam quedaron desconcertados por la fuerza de esta religión, lo efectivo de su gobierno, y la rapidez de su propagación, se detuvieron preocupados y pasmados puesto que no tenían poder para resistir con la espada, por lo que se valieron de otra vía como la artimaña, que consistía en introducirse hipócritamente en el Islam y destruir las bases del Islam desde adentro resquebrajando la unidad de los musulmanes y difundiendo las intrigas. Y quien ideó, evaluó y luego planeó y delineó ello fue ‘Abdul·lâh ibn Saba’ y su grupúsculo.”[5]
Es posible observar dos importantes posturas en lo que atañe a la persona de ‘Abdul·lâh ibn Saba’: una de ellas trata de adosar a este personaje la misión de provocar la sedición y las intrigas en el medio islámico y cargarle con las culpas de todos los problemas que surgieron entre los Compañeros en épocas de ‘Uzmân ibn ‘Affân, basándose para ello en la narración de At-Tabarî anteriormente mencionada, la cual otorga a Ibn Saba’ un rol quimérico e irrazonable y coloca a un grupo de entre los mejores Compañeros del Profeta (a.s.) como seguidores de este judío encubierto bajo el ropaje del Islam; mientras que la otra postura supone que fue una persona producto de las elucubraciones de la imaginación surgida de la débil narración mencionada por At-Tabarî.