La Conducción Religiosa

Fuente: Realidad y Orígenes del Shiísmo.
Traducción: Sumeia Younes

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La conducción religiosa en las comunidades anteriores estaba limitada generalmente a las manos de los hombres de religión o “sacerdotes”, si es que la expresión es válida, y la autoridad civil reinante se encontraba separada de la autoridad religiosa. Es así que, a pesar de que los faraones de Egipto se consideraban a sí mismos descendientes de los dioses, en realidad era un apodo protocolar que ostentaban, y en la mayoría de los casos no conformaba una creencia verdadera.

Los reyes no asumían funciones religiosas más que algunos rituales en los que, generalmente, eran los sacerdotes los que preparaban las ceremonias, siendo ellos, en la mayoría de los casos, los referenciales religiosos para los habitantes del país. Los reyes de Egipto solían regir generalmente en los asuntos que se relacionaban a la política del reino y la administración del país, mientras que eran los sacerdotes en sus templos los que regían en las cuestiones relacionadas a sus rituales religiosos. Se puede afirmar algo semejante respecto a la mayoría del resto de las comunidades.

En las religiones celestiales las funciones religiosas pasaron a manos de los rabinos en la religión judía, y de los papas en la religión cristiana, en tanto que la autoridad civil estaba restringida a los mandatarios que asumían la administración del país, aún cuando solían manifestar -en procura del apoyo popular- aferrarse a las enseñanzas de los hombres de religión, y les añadían un halo de sacralidad y engrandecimiento, permitiéndoles a los primeros actuar en los asuntos relacionados a la religión, mientras que ellos se dedicaban a afianzar su reino y a ejercer su autoridad civil.

Cuando el Profeta (s.a.w.) emigró a Iazrib (actual Medina) se conformó en ella el núcleo de su nación islámica, y el Profeta (s.a.w.) reunió en sí tanto la autoridad religiosa como la civil, es así que él se convirtió en el maestro y el guía en todo lo relacionado a los asuntos de la legislación islámica y la explicación de las normas religiosas, y exhortó a sus seguidores a imitar su sunnah o Tradición en todo lo relacionado a la religión, de manera que les decía:

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“Rezad tal como me visteis hacerlo.”

Al mismo tiempo era el jefe político que organizaba los asuntos de su nación, lo cual quedó de manifiesto en el documento que escribió al comienzo de su emigración y en base al cual se organizó la relación entre sus seguidores por una parte, y entre ellos y otros habitantes de Medina que no lo seguían, como los judíos y otros, por otra, y era él el comandante general del ejército al cual dirigió en las grandes batallas, y solía enviar expediciones para las que designaba como comandantes a algunos de sus Compañeros cada vez que la necesidad lo requería. Es así que el Profeta (s.a.w.) era el líder de la sociedad en todo el sentido de la palabra, y era quien tenía en sus manos las riendas de ambos poderes.

Los musulmanes entendieron de las disposiciones del Profeta (s.a.w.) que este asunto continuaría tras sí, y que era menester seguir a aquel que lo sucediera, el cual sería
el Imâm que debía ser obedecido, y sería también el comisionado para proteger la Leyislámica representada en el Libro de Dios y en la Tradición (sunnah) profética, al tiempo que ostentaría la condición de gobernante que dirigiría los asuntos de la nación islámica política, económica y militarmente. En el Islam la religión no está separada de la política general de la nación islámica, por lo que era menester que quien sucediera al Profeta (s.a.w.) actuase según esta línea; y desde que es imposible que los individuos de la sociedad sean iguales en cuanto al nivel de suficiencia para asumir una misión de tal extrema gravedad, entonces necesariamente debían reunirse en el califa cualidades y facultades especiales que le posibilitasen cumplir su trabajo, proteger la sharî‘ah y preservar a la nación de cualquier peligro que la pudiese amenazar en cualquier aspecto.

Si bien algunas de las cuestiones relacionadas a la autoridad civil son factibles de ser interpretadas según lo requiera la conveniencia, los asuntos relacionados al aspecto legislativo no aceptan tales interpretaciones que a veces llevan a que, de a poco, se menosprecie y se actúe con negligencia en relación a la sharî‘ah, lo cual expondría a la conducción religiosa a tempestades frente a las cuales no resistiría, y de allí surgiría el peligro de que esta sharî‘ah fuese tergiversada, y por consiguiente se perderían muchas de las normas de la Ley divina, incrementándose los deslices en su aplicación. Por ello, se puede decir que quien asuma la conducción religiosa debe reunir una serie de condiciones, y quien no las posea no puede asumirla, a causa del peligro que ello conllevaría.

De aquí queda en claro la importancia de que sepamos si es que el Profeta (s.a.w.) delimitó los lineamientos de esta cuestión, si explicó las condiciones que debe poseer quien la asuma, si estipuló algo respecto a una o más personas en particular, o si delegó el asunto a la comunidad para que ésta decidiese al respecto y presentase al más indicado para esta conducción según lo que considere exiga la conveniencia.

Las condiciones generales para la conducción:

Luego de que quedó dilucidada la importancia de la conducción religiosa en lo que se refiere a la protección de la sharî‘ah, es imperioso ahora explicar las condiciones que necesariamente debe poseer quien se haga cargo de la conducción, y éstas se materializan en la idoneidad y aptitud que posee quien se hace cargo de este asunto. A su vez ello exige la existencia de uno o más textos estipulantes del Profeta (s.a.w.) respecto a la idoneidad de aquel que se ha designado, de manera que esta cuestión no se convirtiera en objeto de discusión y controversia entre los individuos de la comunidad, llevando a la disparidad de opiniones y al acaecimiento de diferencias, lo cual fue prohibido por la sharî‘ah.

La idoneidad: la primera de las condiciones para la conducción general:

Cuando examinamos la historia de la prédica islámica y la noble biografía del Profeta (s.a.w.) encontramos algunos de los textos en los que el Profeta (s.a.w.) indicó en quién se verificaba esta idoneidad. Los expertos en Hadîz transmitieron que tras su regreso de la Peregrinación de Despedida (Haÿÿat-ul Wadâ’) el Profeta (s.a.w.) llegó a un lugar de la región de Ÿuhfah llamado Gadîr Jumm, y ordenó dirigirse hacia unos árboles y barrer bajo los mismos, luego hizo que le prepararan algo semejante a un minbar o púlpito con monturas de camellos y subió sobre él, de manera que la gente pudiese verlo, y de entre las cosas que les dijo es lo siguiente:

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“Es como si me hubiesen invitado y yo respondiera. Ciertamente dejo entre vosotros dos tesoros preciosos; uno es más grande que el otro, el Libro de Dios, y mi Familia; así pues, observad cómo los tratáis en mi ausencia, que ciertamente que ambos no se separarán hasta que vuelvan a mí en la Fuente (del Paraíso).”
Algunas narraciones indican la importancia de este asunto agregando:

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“Mientras os aferréis a ambos no os desviaréis.”[1]

Dijo Ibn Haÿar Al-Haizamî Al-Makkî -después de citar un número de narraciones que contienen el Hadîz de Az-Zaqalain-:

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“Sabe que el Hadîz que se refiere a aferrarse a ello tiene muchas vías transmitidas por veinte y pico de Compañeros; en algunas de esas vías está que dijo ello enHaÿÿat-ul-Wadâ‘ (la Peregrinación de Despedida) en ‘Arafah; en otras que lo dijo en Medina durante su enfermedad, cuando su habitación estaba repleta de sus Compañeros; en otras que lo dijo en Gadîr Jumm; y en otras que lo dijo cuando se puso de pie para disertar después de su partida de At-Tâ’if… y todo ello no se contradice, puesto que nada impide que se los haya repetido en esos y otros lugares debido a la importancia de la posición del Libro Sagrado y la Purificada Familia.”[2]

Nos es posible concluir de estos textos del Hadîz y del comentario hecho por IbnHaÿar que: el Profeta (s.a.w) explicó claramente en quién se verificaba la Marÿa‘îiah o conducción religiosa después de él, y estipuló para ello la Marÿa‘îiah de su Familia y su Ahl-ul Bait (la Gente de su Casa) a quienes consideró yuxtapuestos al Libro Sagrado, al cual no le sobreviene lo falso en ningún aspecto (lit. “ni por delante ni por detrás”), puesto que el Corán es la principal fuente de la sharî‘ah, y es el tesoro mayor; y su Ahl-ul Bait -que la paz de Al·lâh sea con ellos- son la segunda fuente de la misma y son el tesoro menor.

Su reiteración al aconsejar respecto a ellos y el hecho de que lo recalcó en numerosas ocasiones, es indicio de la gran importancia de este asunto, y de que quiso brindar la oportunidad a quien no lo escuchó de que lo hiciera y recordárselo a quien sí lo escuchó.
Pero el Profeta (s.a.w.) no se conformó con este único texto estipulado para su Ahl-ul Bait, sino que definió el asunto de una forma más clara, desde que los expertos en Hadîztransmitieron que Abû Dharr Al-Giffârî -que Al·lâh esté satisfecho de él- solía decir mientras se aferraba a la puerta de la Ka‘bah: “¡Oh gente! Quien me conozca, pues yo soy aquel a quien conocéis, y quien no me conozca, sepa que soy Abû Dharr. Escuché al Mensajero de Dios (s.a.w.) decir:

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“El ejemplo de la gente de mi Casa (ahl-u baitî) es como el ejemplo del Arca de Noé; quien se embarcó en ella se salvó y quien se rezagó de la misma se ahogó”.”[3]
Y en un texto de Ibn ‘Abbâs y otros, encontramos que el Profeta (s.a.w.) dijo:

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“Las estrellas son una seguridad para que la gente de la Tierra no se ahogue, y la gente de mi Casa (ahl-u baitî) son una seguridad para que mi comunidad no discrepe, así pues, si la contraría un clan de los árabes (sus integrantes) discreparán y se convertirán en el partido de Satán.”[4]
Y expresó claramente en algunas de ellas lo que dijo respecto a los dos Tesoros (Az-Zaqalain):

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“Entonces no tratéis de adelantaros a ellos dos pues causarías destrucción, y no os rezaguéis de ellos dos pues seríais aniquilados, y no queráis (tratar de) enseñarles puesto que ellos son más sabios que vosotros.”[5]

Amîr Al-Mu’minîn ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.) enfatizó eso mismo en diferentes lugares de sus disertaciones, entre ellas:

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“Mirad a la gente de la Casa (ahl-u bait) de vuestro Profeta, permaneced en su vía y seguid sus huellas, puesto que ellos no os sacarán de la guía, ni os devolverán hacia la perdición; si ellos se detienen ¡deteneos! y si se levantan ¡levantaos!; y no tratéis de adelantárosles puesto que os desviaríais, y tampoco os rezaguéis de ellos puesto que seríais aniquilados.”[6]

Y se transmitió de ‘Alî ibn Al-Husein Zain Al-‘Âbidîn (a.s.):

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“… ¿Quién es el confiable para anunciar la Prueba e interpretar las normas sino aquellos que son los equivalentes al Libro de Dios, los hijos de los Imames de la guía y las lámparas en la oscuridad, en base a quienes Dios argumenta contra Sus siervos, puesto que Dios no deja a la creación librada a su suerte y sin que se encuentre Su prueba (sobre la Tierra)? ¿Acaso los conocéis, o acaso les encontraréis sino bajo los destellos del árbol bendito (de la profecía) y entre quienes son el remanente de los elegidos de quienes Dios alejó la impureza y purificó sobremanera, y les dispuso exentos del perjuicio, prescribiendo amarles en el Libro Sagrado?”.

De todo esto queda en claro que el Profeta (s.a.w.) designó -y respecto a esto no cabe duda- para su comunidad tras sí a quienes uno debía referirse, y ellos son la Gente de su Casa (Ahl-ulBait) y enfatizó la obligatoriedad de aferrarse a ellos junto al Corán; es más, advirtió que el hecho de oponérseles, contradecirles, o rechazarles conlleva la aniquilación y el caer en el extravío.

Y si preguntas: “¿Qué es lo que ocasionó que el Profeta (s.a.w.) restringiese la condición de referente religioso a la Gente de su Casa?”, respondemos que: Ciertamente que aceptar que el Profeta (s.a.w.) no habla por capricho, significa que este accionar suyo fue por orden de Dios, Glorificado y Altísimo, y que Al·lâh particularizó a Ahl-ul Bait (a.s.) con atributos que los hacen idóneos para esta delicada misión, tal como lo indican las aleyas categóricas; entre ellas:

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«Ciertamente que Dios quiere alejar de vosotros la impureza ¡oh Ahl-ul Bait! y purificaros sobremanera.»[7]
Así es que, Al·lâh Glorificado sea, estableció para ellos la pureza y el hecho de encontrarse libres de todos los defectos característicos en la mayoría de las personas. Y esta purificación suya conlleva su infalibilidad de los pecados, defectos y deslices, entre los que se encuentran la mentira o el atribuir falsamente algo a Dios y alegar respecto a Él lo que no es correcto.

Por otra parte el Profeta (s.a.w.) corroboró para ellos otros atributos, tales como el hecho de que son los más sabios de la comunidad en relación a la sharî‘ah de Dios Altísimo, y esto implica su condición de referentes para la Ummah o comunidad islámica.

El que el Profeta (s.a.w.) incentivara en relación a seguirles, procurar la guía por medio de su orientación, no anticipárseles o rezagarse de ellos y no tratar de enseñarles, es algo que corrobora para ellos la idoneidad para esta importante posición, y no es posible que esto conforme una parcialidad o fanatismo tribal a su respecto, desde que el Profeta (s.a.w.) no tuvo tal actitud para con su tío Abû Lahab a pesar del parentesco que existía entre ambos.

La identidad de Ahl-ul Bait (a.s.):

Se trató de incluir en Ahl-ul Bait (a.s.) a quien no era parte de ellos. En variadas oportunidades el Profeta (s.a.w.) procedió de una manera que eliminaba cualquier duda, rechazaba el resto de las posibilidades y hacía que la identidad de Ahl-ul Bait (a.s.) estuviese delimitada y quedase clara, puesto que los expertos en Hadîz transmitieron varias narraciones de un número de Compañeros, entre ellas lo que se narró de Umm al-Mu’minîn Umm Salamah –que Al·lâh esté satisfecho con ella- sobre que el Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo a Fátima (a.s.):

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“Trae a tu esposo y a tus dos hijos.” Ella los trajo y él tendió sobre ellos un manto de Fadak; luego colocó sus manos sobre ellos y dijo: “¡Dios mío! Ciertamente que ellos son la familia de Muhammad; dispón pues, Tus Bendiciones y Gracias sobre Muhammad y su familia. Ciertamente que Tú eres Loable y Glorioso.” Dijo Umm Salamah: Levanté el manto para entrar junto a ellos, pero lo tiró de mi mano y dijo: “Tú estás bien (donde éstas).”[8]

Y se transmitió de Umm Al-Mu’minîn ‘Âishah que dijo:

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El Mensajero de Dios (s.a.w.) salió una mañana en tanto lo cubría un manto estampado de pelo negro. Llegó Hasan ibn ‘Alî y lo hizo entrar con él; luego llegó Husein y lo hizo entrar con él; luego llegó Fátima y la hizo entrar con él; y luego llegó ‘Alî y lo hizo entrar con él. Tras ello dijo: «Ciertamente que Dios quiere alejar de vosotros la impureza ¡oh Ahl-ul Bait! y purificaros sobremanera.»[9]

Y de entre los asuntos en los que no existe discrepancia es que el Profeta (s.a.w.) realizó la Mubâhalah[10] contra la delegación de Naÿrân con estas mismas personas, puesto que los expertos en Hadîz y exegetas del Corán narraron de algunos Compañeros, entre quienes se encontraba Sa‘d ibn Abî Waqqâs, que cuando Al·lâh hizo descender esta aleya:

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«En cuanto a quienes te discutan respecto a ello después de haberte llegado el conocimiento, diles: “¡Venid!, convoquemos a nuestros hijos y a los vuestros, a nuestras mujeres y a las vuestras; a nosotros mismos y a vosotros mismos; ¡luego deprequemos para que la maldición
de Dios caiga sobre los embusteros!” »,[11]

el Mensajero de Dios (s.a.w.) llamó a ‘Alî, a Fátima, a Hasan y a Husein, y dijo: “¡Dios mío! Éstos son mi familia (ahlî).”[12]

Alguien puede preguntarse: Si es que Ahl-ul Bait son ellos, entonces ¿por qué laShî‘ah Imâmîiah Duodecimana dice que los Imames de Ahl-ul Bait (a.s.) son doce?

La respuesta es que los textos que nos llegaron del Profeta (s.a.w.) en lo referente a la delimitación del número de Califas los han delimitado dentro de esta cantidad, puesto que los expertos en Hadîz y los memorizadores -y esta expresión pertenece a Bujârî- transmitieron de Ÿâbir ibn Samurah que dijo:

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Escuché al Profeta (s.a.w.) decir: “Habrá doce emires.” Luego (dijo) una palabra que no escuché, entonces mi padre dijo: Él dijo: “Todos son de Qureish.”[13]

El texto estipulante constituye una de las condiciones de la conducción general:

En lo mencionado anteriormente citamos las pruebas que corroboran para Ahl-ul Bait (a.s.) su idoneidad para ocupar la Marÿa‘îiah o conducción religiosa islámica después del Mensajero de Dios (s.a.w.), y expusimos algunos testimonios de su competencia para asumir esta misión, consistentes en indicaciones, textos claros del Sagrado Corán y dichos del Profeta (s.a.w.). También mencionamos anteriormente que en el Islam la Marÿa‘îiah no está separada del ejercicio de la conducción política, pues he ahí que el Profeta (s.a.w.) ejerció ambas, especialmente tras su noble emigración a la ciudad de Medina, percibiendo los musulmanes esta conjunción entre el poder religioso y el político; es así que el texto estipulante emanado de él sobre la Marÿa‘îiah religiosa debe ser necesariamente aplicado también a la Marÿa‘îiah política, y sobre esta base fue que el Profeta (s.a.w.) designó al primer gobernante tras sí, así como lo designó quien le siguió, y luego los asuntos tomaron su propio rumbo, desde que cada uno de los Imames también asumió la tarea de dejar un texto estipulante (nass) para quien venía tras sí, tal como se lo notificó el Mensajero (s.a.w.).

Cuando repasamos la noble biografía profética, encontramos que el Profeta (s.a.w.) confirió una atención especial a este asunto desde el comienzo del Mensaje, puesto que se preocupó por preparar al líder que le sucedería en lo relacionado a los asuntos de su comunidad tras sí, y la Voluntad y Asistencia divina quisieron que las causas para esta formación profética se dieran incluso antes de que el Profeta asumiera su Mensaje. Ibn Is·hâq – según lo que trasmite de él Ibn Hishâm- nos lo describe de la siguiente manera:

Entre las bendiciones de Al·lâh para con ‘Alî ibn Abî Tâlib y como parte del bien queAl·lâh hizo y quiso para él, es que: a Qureish le había azotado una fuerte carestía, y Abû Tâlib tenía una familia numerosa, por lo que el Mensajero de Dios (s.a.w.) le dijo a su tío ‘Abbâs -quien era de los más pudientes de Banî Hâshim-:

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“¡Oh ‘Abbâs! Por cierto que tu hermano Abû Tâlib tiene una familia numerosa y la gente fue azotada con esta carestía que ves. Vamos hacia él y le aliviemos un poco sus obligaciones familiares. Yo tomo de entre sus hijos a uno de ellos y tú tomas a otro y nos hacemos cargo de ambos.” Dijo ‘Abbâs: “Está bien.” Fueron juntos hasta que llegaron ante Abû Tâlib y le dijeron: “Queremos aliviarte un poco tus obligaciones familiares hasta que se aplaque esta situación en la que la gente se encuentra.” Abû Tâlib les respondió: “Si es que me dejáis a ‘Aqîl haced lo que queráis.”

Es así que el Mensajero de Dios (s.a.w.) se llevó consigo a ‘Alî y lo amparó… y ‘Alî continuó estando con el Mensajero de Dios (s.a.w.) hasta que Al·lâh Bendito y Altísimo le envió como Profeta. ‘Alî le siguió, creyó en él y le corroboró, en tanto Ya‘far continuó estando con ‘Abbâs hasta que aceptó el Islam y ya no necesitó de él.”[14]
Asimismo el Profeta (s.a.w.) se refirió a la cuestión de la anticipación de ‘Alî (a.s.) en la fe y el Islam en el marco de sus numerosas indicaciones respecto a su futuro rol, para el cual lo estaba preparando. Es así que dijo -tal como se relató de Salmân y Abû Dharr -que Al·lâh esté complacido de ambos-:

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“Ciertamente que éste es el primero que creyó en mí, será el primero que me estrechará las manos en el Día de la Resurrección, y es el gran Veraz. Éste es el diferenciador de esta comunidad, diferencia entre la verdad y la falsedad, y es elIa‘sûb (abejorro líder) de los Creyentes.”[15]

‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.) hizo referencia al papel que desempeñó esta gran formación que él recibió de parte del Profeta (s.a.w.) desde su más tierna infancia en la conformación de su personalidad y su preparación para los grandes asuntos. Dijo en uno de sus discursos (jutbah):

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“Vosotros estáis enterados de mi situación en relación al Mensajero de Dios (s.a.w.) en lo que se refiere al cercano parentesco y especial posición. Me dispuso en su regazo siendo yo un recién nacido; me tomaba contra su pecho y me abrazaba contra su corazón; me abrigaba en su propio lecho y estábamos tan cerca el uno del otro que yo sentía el calor de su cuerpo y la fragancia de su perfume. Él mascaba para mí los trozos duros y luego los ponía en mi boca…”

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“…Nunca encontró mentira en mis palabras, ni incorrección en mis acciones. Desde su niñez, Dios había designado al mayor de Sus ángeles para que día y noche le condujera hacia las cualidades ejemplares y los elevados valores morales del mundo; y yo le seguía paso a paso, como una cría de camello sigue a su madre. Cada día acostumbraba a evidenciarme una nueva pauta de virtud y me ordenaba seguirla…”

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“(El Profeta) acostumbraba todos los años a permanecer por algún tiempo en (la cueva de) Hirâ’, y yo solía observarle sin que nadie más lo hiciera. Durante aquellos días el Islam era solamente la religión del Profeta, de su esposa Jadîÿah, y yo era el tercero del trío; y yo veía la luz de la Revelación y el Mensaje, y percibía las celestiales fragancias de la Profecía.[16]

Cuando él recibió la Revelación, escuché que Satanás emitió un quejido en voz alta y pregunté: “¡Oh Mensajero de Dios! ¿Qué es ese gemido?”. Respondió: “Ese es Satanás, que ha perdido las esperanzas de ser adorado. Se está lamentando de la oportunidad perdida. Ciertamente, ‘Alî, que tú oyes cualquier cosa que yo oigo y ves también cualquier cosa que yo veo, con la diferencia de que no eres profeta; pero eres mi visir, y tienes una excelente situación.”[17]

Los textos estipulantes del Profeta (s.a.w.) respecto al Califato:

La cuestión del Califato o Sucesión del Profeta (s.a.w.) era de entre los asuntos sobre los que hubo largas discusiones y debates entre las diferentes tendencias islámicas, especialmente entre el sector mayoritario (sunnî), que alega que no existe un texto estipulante (nass) claro por parte del Profeta respecto a ninguna persona en relación al Califato y al Imamato tras sí, y que trata de taponar esta brecha pretendiendo que el Profeta (s.a.w.) dejó el asunto en manos de la comunidad para que eligiese por sí misma lo que quisiese, y entre la Shî‘ah, que cree en la existencia de dicho nass de parte de él (s.a.w.) respecto a ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.), y que el Profeta (s.a.w.) lo designó como señal y guía para la comunidad e Imâm para la misma después de él.

Cuando repasamos la biografía del Profeta (s.a.w.) encontramos que solía dar gran importancia a la conducción y el Califato, incluso en las situaciones más corrientes, puesto que solía exhortar a dos hombres viajeros a disponer el mando en uno de ellos, y él mismo no dejaba la ciudad para dirigirse a batalla o viaje alguno sin antes designar en ella a alguien como su encargado, disponiéndolo él mismo sin dejar el asunto en manos de la gente para que ella eligiese a quien quisiere. Si el Profeta (s.a.w.) solía dar tal importancia a la cuestión de dejar a alguien como encargado durante su vida, entonces era mucho más adecuado que diese importancia a este asunto tan delicado para después de su muerte, a causa del enorme vacío que dejaría en la vida de la Ummah o comunidad islámica tras su partida.

La mayor parte de los musulmanes se percataba de este asunto, y es por eso que encontramos a Abû Bakr designando como su sucesor a ‘Umar ibn Al-Jattâb mediante una orden de su parte, de una manera forzosa y sin dejar que la Ummah decidiese por él a este respecto. Así también tenemos a ‘Umar ibn Al-Jattâb afirmando que si Sâlim, el siervo de Abû Hudhaifah, o Abû ‘Ubaidah ibn Al-Ÿarrâh estuviesen vivos, elegiría a uno de ambos y lo designaría Califa sin dudar siquiera; y tampoco dejó el asunto para que la Ummah eligiese en absoluto, sino que lo restringió a seis personas a quienes designó él mismo, ordenándoles elegir a uno de entre ellos para que fuese el Califa tras sí.

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No nos es posible suponer que esos Compañeros se percataran de la importancia del Califato en tanto que el Profeta (s.a.w.) fuera negligente al respecto o no se diera cuenta de la importancia del caso, puesto que no cabe dudas de que él era la persona más sensata y el que más se preocupaba de entre la gente en lo referente a las conveniencias del Mensaje
y la Ummah.

Cuando repasamos la historia de la bendita vida del Profeta (s.a.w.) nos informamos de la existencia de abundantes textos de los que se desprende que él no descuidó este delicado asunto relacionado al futuro de la comunidad islámica, y que delimitó los trazos iniciales de esta Marÿa‘îiah, tal como delimitó la Marÿa‘îiah inicial, lo que sucedió a principios de la convocatoria islámica, es así que las fuentes sunnis nos mencionan que cuando descendió la siguiente aleya:

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«Y amonesta a tus parientes más cercanos»,[18]
lo cual tuvo lugar en el año 8 de la bi‘zah o designación del Profeta (s.a.w.) como tal, el Profeta (s.a.w.) llamó a ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.) y le dijo:

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“¡Oh ‘Alî! Dios me ordenó amonestar a mis parientes más cercanos, y ello sobrepasó mis fuerzas, puesto que sabía que si les presentaba este asunto, vería de ellos lo que aborrezco; es por eso que lo mantuve en silencio hasta que vino hacia mí Yibrâ‘îl y me dijo: “¡Oh Muhammad! Si no haces lo que se te ordenó tu Señor te castigará.”

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Así pues, prepara para nosotros una porción de granos de comida, dispone sobre la misma una pata de cordero y llena para nosotros un tazón con leche. Luego reúne para mí a los hijos de ‘Abd-ul Muttalib para que les hable y les informe lo que se me ordenó.”

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*‘Alî dijo:+ Hice todo lo que me ordenó y luego los invité. Aquel día eran cuarenta hombres más o menos, entre quienes se encontraban sus tíos paternos: Abû Tâlib,Hamzah, ‘Abbâs y Abû Lahab. Cuando se reunieron a su alrededor me pidió que trajese la comida que había preparado para ellos, y yo la traje. Cuando la serví el Mensajero de Dios (s.a.w.) tomó un pedazo de carne y con sus dientes lo partió por la mitad, los echó en los lados del mantel, y dijo: “Servios en el Nombre de Dios.” La gente comió hasta saciarse sin que les hubiera faltado nada, y yo no veía más que el pasar de sus manos, ¡y juro por Al·lâh, en Cuyas Manos está el alma de ‘Alî! ¡Esa cantidad que traje para todos ellos era suficiente para (saciar a) un solo hombre!”.

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Luego dijo: “¡Da de beber a la gente!”. Les llevé ese tazón y bebieron de él hasta que todos se saciaron, ¡y juro por Al·lâh! ¡Solo un hombre podía beber (y saciarse) con esa cantidad! Cuando el Mensajero de Dios (s.a.w.) se dispuso a hablarles, Abû Lahab se le adelantó a hablar y dijo: “¡Qué bien que os embrujó a todos vuestro anfitrión!”, tras lo cual la gente se dispersó antes de que el Mensajero de Dios (s.a.w.) pudiese hablarles, así es que me dijo: “¡Oh ‘Alî! Este hombre se me adelantó diciendo lo que escuchaste y la gente se dispersó antes de que yo dijera nada, así pues, mañana prepara comida para nosotros de la misma manera que lo hiciste y luego reúnelos para mí.”

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*‘Alî dijo:+ Hice lo que me ordenó y luego los reuní. Tras ello me pidió que trajese la comida y se las alcancé, e hizo lo mismo que había hecho el día anterior, y comieron hasta que se saciaron sin que les faltase nada, y dijo: “Dadles de beber.” Les llevé ese tazón y bebieron de él hasta que todos se saciaron. Tras ello el Mensajero de Dios (s.a.w.) habló diciendo: “¡Oh hijos de ‘Abd-ul Muttalib. ¡Juro por Dios! que no conozco a ningún joven de entre los árabes que haya traído para su gente algo mejor de lo que he traído para vosotros. Os he traído lo mejor de este mundo y el otro, y Dios Altísimo me ha ordenado que os invite a ello. Así pues, ¿quién de vosotros me asistirá en este asunto de manera que sea mi hermano, miwasî (mi heredero) y mi sucesor (jalîfah) ante vosotros?”.

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‘Alî dijo:] Toda la gente se abstuvo al respecto, y yo dije -siendo que era el de más corta edad de entre ellos, el de ojos mas legañosos, el de estómago más saliente, y hallándose mis piernas llenas de raspones-: “Yo ¡oh Profeta de Dios! te asistiré en este asunto.” Entonces me tomó de la nuca y dijo: “¡Éste es mi hermano, mi wasî y mi sucesor ante vosotros; oídle y obedecedle!”.

‘Alî dijo:+ La gente se levantó riéndose y dijeron a Abû Tâlib (el padre de ‘Alî): “¡Te ha ordenado que escuches a tu hijo y le obedezcas!”.[19]

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Ciertamente que encuentras que este texto estipulante, que nos informa acerca de los comienzos de la convocatoria islámica, contiene expresiones claras y evidentes que llegaron a tal punto en su claridad y sentido que algunos historiadores y escritores procedieron a eliminarlas por completo o a eliminar las partes importantes de las mismas, expesiones que corroboran que el Profeta (s.a.w.) designó a través de un texto estipulante a su sucesor tras sí y les dispuso obligatorio el obedecerlo, al punto que se rieron de AbûTâlib y le dijeron con sarcasmo que era necesario que él obedeciese a su propio hijo.

Otros textos del Profeta (s.a.w.):

El hecho de que el Profeta (s.a.w.) no dejara de exaltar a ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.) a través de los textos, pone de manifiesto para la gente la posición que él gozaba ante el Profeta (s.a.w.), y de esa manera preparaba a las mentes respecto a lo que quería de él en el futuro del Mensaje. Es por eso mismo que al comienzo de la Emigración del Profeta a Medina (hiÿrah), los musulmanes se encontraron con esa hermandad entre él (s.a.w.) y ‘Alî (a.s.) y el hecho de que para la misma lo reservó para sí. Al-Hâfidz –y éstas son expresiones de Ibn Hishâm- transmitió de Ibn Is·hâq que dijo: “El Mensajero de Dios (s.a.w.) hermanó entre sus Compañeros de entre los Muhâÿirîn (emigrantes de La Meca) y los Ansâr (auxiliadores de Medina) y dijo: “¡Hermanaos por Dios de dos en dos!”. Luego tomó la mano de ‘Alî ibn Abî Tâlib y dijo: “¡Éste es mi hermano!”, y de esa manera, el Mensajero de Dios, que era el señor de los Mensajeros, Imâm de los piadosos y Enviado del Señor del Universo –Quien no tiene rival ni nadie se le equipara entre los siervos- y ‘Alî ibn Abî Tâlib, se hermanaron.

En el año noveno de la Hiÿrah, el Profeta (s.a.w.) partió para la expedición militar a Tabûk y dejó a ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.) como encargado ante su gente, ordenándole permanecer entre ellos, y dejó como responsable de la ciudad de Medina a Sabâ‘ ibn ‘Arfatah -hermano de los Banî Giffâr-. Ante esto los hipócritas sembraron falsos rumores sobre ‘Alî ibn Abî Tâlib y dijeron: “Lo dejó atrás porque se fastidió de él y quiere librarse de él.” Cuando los hipócritas dijeron eso ‘Alî tomó su arma y partió hasta que llegó adonde se encontraba el Mensajero de Dios (s.a.w.) en Ÿurf, y le dijo:

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“¡Oh Profeta de Dios! ¡Los hipócritas conjeturan que me dejaste atrás porque te fastidiaste de mí y por eso te libras de mí!”. Le respondió: “¡Mintieron! Ciertamente que te dejé como encargado de lo que hay tras de mí. ¡Regresa pues y súpleme entre mi gente y la tuya! ¿Acaso no te complace ¡oh ‘Alî! tener en relación a mí la posición que tenía Aarón en relación a Moisés? sólo que después de mí no habrá más profeta.”[20]

‘Alî regresó a Medina y el Mensajero de Dios (s.a.w.) siguió su viaje.
Con esto el Profeta (s.a.w.) confirmó para ‘Alî (a.s.) todos los niveles que Aarón tenía en relación a Moisés -tales como la Sucesión y el Califato por sobre su gente- excepto la posición de Profeta.

La misión de Tablîg (Anunciación) por parte del Profeta:

El Profeta (s.a.w.) no se satisfizo con las situaciones manifiestas que ponían en evidencia la idoneidad de ‘Alî (a.s.), las cuales ya mencionamos, sino que quiso dejar en claro a sus Compañeros su distinción por sobre todos ellos a través de la anunciación del Mensaje de su parte, es así que las narraciones concuerdan en que, en el año noveno de la hégira, el Mensajero de Dios (s.a.w.) envió a Abû Bakr hacia la gente de La Meca con laSura al-Barâ’ah, pero luego lo hizo seguir por ‘Alî (a.s.) a quien le dijo:

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“Toma el escrito y llévalo a la gente de La Meca”. ‘Alî alcanzó a Abû Bakr, tomó el escrito de él y Abû Bakr volvió afligido y le dijo al Mensajero de Dios (s.a.w.): “¿Acaso descendió algo respecto a mí?”. Dijo: “No, pero se me ordenó que lo anunciara yo o un hombre de la
Gente de mi Casa (ahl-u baitî).”[21]

‘Alî es vuestro Walî después de mí:

Durante el transcurso de los días y los años los textos estipulantes de parte del Profeta (s.a.w.) se sucedían continuamente en relación a ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.), y el Profeta (s.a.w.), en algunos de ellos, solía expresarse clara y específicamente de una forma que no dejaba lugar a dudas sobre su propósito, y ello se materializó al mencionar clara y unívocamente la Wilâiah (soberanía o supremacía) de ‘Alî (a.s.) por sobre todos los musulmanes. Se transmitió de Buraidah que dijo: “El Mensajero de Dios envió a ‘Alî al Yemen como comandante del ejército, en tanto que envió a Jâlid ibn Al-Wâlid a Al-Ÿabal, y dijo: “Si os encontráis, que „Alî lidere a la gente.” Se encontraron y les tocó un botín de guerra cómo no les había tocado antes, y ‘Alî tomó una sirvienta del jums[22]. Ante esto, Jâlid ibn Al-Walîd llamó a Buraidah y le dijo: “La tomó como su botín de guerra, así que informa al Profeta (s.a.w.) lo que hizo.” Me dirigí a Medina, entré a la Mezquita y el Mensajero de Dios (s.a.w.) se encontraba en su casa. Algunas personas de entre sus Compañeros se encontraban frente a su puerta y dijeron: “¿Qué noticias traes ¡oh Buraidah!?”. Dije: “Buenas noticias. ¡Dios otorgó la victoria a los musulmanes!”. Dijeron: “¿Qué te trae por acá?”. Dije: “Una sirvienta que ‘Alî tomó del jums. Vine a informarle al Profeta (s.a.w.) al respecto.” Dijeron: “Infórmale de ello puesto que así quedará rebajado ante los ojos del Mensajero de Dios (s.a.w.).” El Mensajero de Dios estaba escuchando lo que hablábamos, así es que salió enfadado y dijo:

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“¿¡Qué les sucede a algunas personas que menosprecian a ‘Alî!? Quien menosprecia a ‘Alî me menosprecia a mí, y quien se separa de ‘Alî se separa de mí. Ciertamente que ‘Alî es parte de mí y yo soy parte de él, fue creado de mi arcilla y yo fui creado de la arcilla de Abraham, y yo soy mejor que Abraham, «descendencia unos de otros; y Dios es Oyente y Sabio»”, y
dijo: “¡Oh Buraidah!, ¿Acaso no sabes que ‘Alî merece más que esa sirvienta que tomó? Y él es vuestro walî después de mí.”

Le dije: “¡Oh Mensajero de Dios! Te pido en nombre de mi condición de Compañero que extiendas tu mano para que nuevamente te dé la bai‘ah (pacto de fidelidad) en el Islam.” Agregó: “Y no me separé de él sino hasta que le di la bai‘ah en el Islam.”[23]

El Profeta (s.a.w.), en este hadîz sahîh (narración muy confiable), corroboró laWilâiah absoluta para ‘Alî por sobre todos los musulmanes sin excepción, entre ellos los dos sheij, Abû Bakr y ‘Umar, desde que en su dicho el Profeta (s.a.w.) no excluyó a nadie.

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La “Coronación”:

El tema del estrecho vínculo existente entre la Marÿa‘îiah religiosa y la autoridad civil es de entre las cuestiones en las que el Profeta (s.a.w.) enfatizó, esforzándose por que la comunidad tomara completa conciencia de ello, y se esmeró por dirigir las miradas de la comunidad hacia Ahl-ul Bait (a.s.), quienes son las personas idóneas para asumir estas dos trascendentes funciones en el resguardo de la sharî‘ah y la administración de los asuntos en la joven nación que originó, y en la mayoría de las ocasiones solía relacionar el hecho de aferrarse a su Ahl-ul Bait con la Wilâiah de ‘Alî (a.s.), en su calidad de cabeza de Ahl-ul Baittras el Profeta (s.a.w.). Esto se manifestó en su forma más completa tras el regreso del Profeta (s.a.w.) de Haÿÿat-ulWadâ‘ (la Peregrinación de Despedida) en el año 10 de la Hégira –y ya hemos mencionado el suceso cuando hablamos del Hadîz de Az-Zaqalain, y dijimos que en él el Profeta dijo:

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“Está cerca el hecho de que sea invocado y yo responda. Ciertamente que dejo entre vosotros dos tesoros (az-zaqalain): El Libro de Dios, Majestuoso e Imponente, y mi familia. El Libro de Dios, que es un cordel que se extiende desde el Cielo haciala Tierra, y mi familia Ahl-u Baitî. Ciertamente que el Benevolente, el Informado, me ha comunicado que ellos dos no se separarán jamás hasta que regresen a mí enla Fuente; observad pues como los tratáis en mi ausencia.” Luego dijo: “Dios es mimawlâ (señor) y yo soy el mawlâ de todo creyente.” Luego tomó la mano de ‘Alî y dijo:“De quien yo sea su mawlâ éste es su walî. ¡Dios mío! sé amigo de quien sea su amigo y sé enemigo de quien sea su enemigo.”[24]

Luego el Profeta (s.a.w.) se levantó y coronó a ‘Alî ibn Abî Tâlib con su ‘amâmah(turbante), y le dijo: “¡Oh ‘Alî! Los turbantes son las coronas de los árabes.”

Las aptitudes del Imâm ‘Alî (a.s.) para la Marÿa‘îiah:

No caben dudas que, el hecho de que el Profeta (s.a.w.) haya elegido a ‘Alî ibn AbîTâlib (a.s.) para la Marÿa‘îiah general de los musulmanes tras sí no se dio caprichosamente ni por deferencia tribal para con su primo, ni porque era el esposo de su hija, puesto que él no actuaba o hablaba por capricho, sino que seguía la orden de su Señor en todos los asuntos. Para él nunca una deferencia para con los parientes tendría mayor importancia que los asuntos de la comunidad islámica por la cual veló a lo largo de alrededor un cuarto de siglo para configurarla, y luchó por su causa, soportando dificultades de una manera indescriptible hasta que se conformó el núcleo de esta nación que tiene la capacidad de dirigir a la humanidad hacia el camino del bien, la rectitud en este mundo y la salvación en el Más Allá. El Profeta (s.a.w.) era un solícito y afectuoso protector para la Ummah, guiándola en su vida hacia lo que le convenía, entonces ¿acaso se contentaría con eso y la dejaría atascada en el abismo y a la deriva sin esclarecer para ella el camino correcto a través del cual la mantendría a salvo de la desviación de la senda de la rectitud y de caer en los laberintos del extravío? Esto es de entre lo que no se puede siquiera imaginar del Profeta (s.a.w.) respecto a quien el Corán habla de la siguiente manera:

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«… Os ha llegado un Mensajero de entre vosotros mismos que se apena por vuestro infortunio, ansioso de custodiaros, y es benevolente y misericordioso para con los creyentes.»[25]

En base a esto, la elección de ‘Alî por parte del Profeta (s.a.w.) en realidad fue una elección que seguía la Voluntad de Dios Altísimo, tal como Dios eligió a Tâlût (Saúl), por lo que le agració con profusión en el conocimiento y capacidad corporal, y fue realizada a sabiendas de que la elección es de parte de Dios Glorificado sea, y que Él es más Sabio respecto a las conveniencias de Sus siervos en lo concerniente a escoger un líder para ellos.
Desde esta lógica decimos que: ‘Alî reunía todas las aptitudes que lo hacían idóneo para llevar a cabo su rol de liderazgo, que consisten en el conocimiento, la valentía, etc., y los hechos confirman todo ello, puesto que ¡cuántas veces el Profeta (s.a.w.) manifestó en muchos de sus dichos y actos que ‘Alî (a.s.) se distinguía con estas aptitudes!

‘Alî, el más sabio de la Ummah:

No hay duda de que asumir la Marÿa‘îiah en sus dos concepciones, religiosa y civil, requiere un profundo conocimiento de los asuntos de la religión y de la sharî‘ah por un lado, y de los asuntos políticos y de liderazgo por otro, y los testimonios confirman que ‘Alî (a.s.) era el más sabio, el más juicioso y el más cabal juez para la Ummah después del Profeta (s.a.w.), lo que en primer lugar el mismo Profeta (s.a.w.) corroboró para él, en segundo lugar los Compañeros, y en tercer lugar los hechos lo testimonian, puesto que los expertos enHadîz transmitieron de Ibn ‘Abbâs y otros que el Profeta (s.a.w.) dijo:

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“Yo soy la ciudad del conocimiento y ‘Alî es su puerta, así pues, quien desee (ingresar) a la ciudad, que lo haga por la puerta.”[26]

Dijo también:

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“Yo soy la casa de la sabiduría y ‘Alî es su puerta.”[27]

Estos son algunos hadices por medio de los cuales el Profeta (s.a.w.) dirigía la atención
de la Ummah hacia el hecho de que ‘Alî (a.s.) se distinguía con el conocimiento que lo tornaba idóneo para la Marÿa‘îiah islámica general tras sí. El Profeta (s.a.w.) vinculó entre los dos asuntos de una forma clara en un hadîz narrado por Salmân, en el que expresa:
Dije: “Todo Profeta tiene un sucesor (wasî). ¿Cuál es tu wasî?”. Pero no me respondió. Cuando me vio después me llamó: “¡Oh Salmán!”. Me apresuré hacia él y le dije: “Heme aquí.” Dijo:

“¿Sabes quién es el wasî de Moisés?”. *Dije:+ “Sí, Iûsha’ ibn Nûn (Josué).” Dijo: “¿Por qué?”. Dije: “Porque era el más sabio de todos en aquellos días.” Dijo:

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“Ciertamente que mi wasî y el depositario de mi secreto y el mejor que dejo tras mí, quien llevará a cabo lo que he dispuesto y liquidará mis deudas, es ‘Alî ibn AbîTâlib.”[28]

Algunos Compañeros manifestaron algunas de estas realidades que aprendieron del Profeta (s.a.w.) y cuyos casos de aplicación observaron por sí mismos. Algunas personas preguntaron a Ibn ‘Abbâs: “¿Qué clase de hombre era ‘Alî?”. Respondió: “Sus entrañas estaban repletas de sabiduría, conocimiento, vigor y coraje; ello sumado a su cercanía al Mensajero de Dios (s.a.w.).”[29]

Dijo ‘Amr ibn Sa‘îd ibn Al-‘Âss: “Le dije a ‘Abdul·lâh ibn ‘Aiâsh ibn Abî Rabî‘ah: “¿Por qué la gente sentía inclinación por ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.)?”. Dijo: “¡Oh sobrino! ‘Alî poseía el conocimiento categórico que desearas, tenía un clan familiar excelente, y se anticipó en el Islam; era yerno del Mensajero de Dios (s.a.w.), poseía sabiduría y conocimiento de la tradición, coraje en la guerra, y era generoso asistiendo a los demás.”[30]
Se transmitió de ‘Abd-ul Malik ibn Sulaimân que dijo: Le dije a ‘Atâ’: ¿Había alguien más sabio que ‘Alî entre los Compañeros de Muhammad?”. Dijo: “¡No! ¡Por Dios! nadie más sabio.”[31] ‘Alî (s.a.w.) solía decir:

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“Preguntadme del Libro de Dios, puesto que no hay aleya respecto a la cual yo no sepa si descendió de noche o de día, en la llanura o en la montaña.”[32]

Ibn ‘Abbâs transmitió que ‘Umar dijo: “De entre nosotros ‘Alî es el más capacitado para juzgar.”[33]

Ibn Mas‘ûd dijo: “Solíamos hablar respecto a que el de más capacidad para juzgar de la gente de Medina, era ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.).”[34]

Y las palabras de todos ellos no eran emitidas sino por el testimonio del mismo Profeta (s.a.w.) en cuanto a él, desde que dijo:

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“El de más capacidad para juzgar de mi comunidad es ‘Alî.”[35]
Estas narraciones -que son sólo una insignificante muestra de las profusas existentes- confirman la materialización de la condición de más sabio para ‘Alî (a.s.), tal como se materializó anteriormente en Saúl, al punto que los antagonistas de ‘Alî (a.s.) reconocieron para él esta virtud, puesto que Mu‘âwîiah dijo -cuando le llegó la noticia de su martirio-: “Con la muerte de ‘Alî ibn Abî Tâlib se fueron la comprensión y el conocimiento.”[36]
‘Alî, el más valiente de la Ummah:

En verdad que la valentía de ‘Alî (a.s.), su intenso vigor y el perjuicio que ocasionaba al enemigo, son de entre los asuntos respecto a los cuales nadie difiere, y los enemigos lo atestiguan antes de que lo hagan los amigos, e incluso este asunto se convirtió en uno de los más famosos y mutawâtir que transmitieron las generaciones a través de los siglos, puesto que
‘Alî (a.s.) era el portaestandarte del Mensajero de Dios (s.a.w.) en toda ofensiva.[37]
‘Alî en Badr:

Su azote al enemigo en Badr fue grandioso, al punto que los libros de biografía e historia mencionaron que mató a la mayoría de los incrédulos que lucharon en esa batalla decisiva.[38]
‘Alî en Uhud:

En la batalla de Uhud: “Los musulmanes mataron a los portaestandartes (de los enemigos)… y el que mató a los portaestandartes fue ‘Alî… cuando los mató, el Profeta (s.a.w.) vio a un grupo de los incrédulos y dijo a ‘Alî: “¡Atácalos!”, y los dispersó y mató a algunos; luego vio a otro grupo y los dispersó y mató a otros; luego vio otro grupo y le dijo:“¡Atácalos!”; los atacó y dispersó y mató a otros también. Entonces dijo Yibrâ’îl: “¡Oh Mensajero de Dios (s.a.w.): “¡Este es el auxilio!”. Dijo el Mensajero de Dios (s.a.w.):“Ciertamente que él es de mí y yo soy de él”. Dijo Yibrâ’îl: “Y yo soy de vosotros dos”, y escucharon una voz (que decía):

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“No hay espada sino Dhûl Fiqâr, ni joven sino ‘Alî.”[39]

‘Alî en Jandaq:
En la batalla de Al-Ahzâb, los musulmanes cavaron un foso (Jandaq) por indicación de Salmân Al-Farsî, y de esta manera fueron inaccesibles, pero quedaron en él sitios muy vulnerables, “entonces el Mensajero de Dios (s.a.w.) y los musulmanes permanecieron pertrechado mientras sus enemigos los cercaban, sin que entre ellos hubiera combate, pero luego, jinetes de Qureish, entre ellos ‘Amr ibn ‘Abdû Wadd Ibn Abî Qais, el hermano de los Banî Âmir ibn Lû’î, ‘Ikrimah ibn Abî Ÿahl, Hubairah ibn Abî Wahab Al-Majzûmîân, y Dirâr ibn Al-Jattâb ibn Mirdâs el poeta, hermano de los Banû Muhârib ibn Fahr, se alistaron para combatir, luego salieron en sus caballos hasta que pasaron por donde estaban situados los del clan de Kinânah y les dijeron: “¡Preparaos, oh Banî Kinânah, para la guerra! ¡Pronto sabréis quiénes son hoy los campeones!”. Luego llegaron asidos de los pescuezos de sus caballos hasta que se detuvieron ante el foso, y cuando lo vieron dijeron: “¡Por Dios! Ciertamente que ésta es una treta que los árabes no realizan”… luego se dirigieron a un lugar estrecho del foso donde azuzaron a sus caballos y lo brincaron, y se mantuvieron rondando en una salina entre el foso y una grieta. ‘Alî ibn Abî Tâlib salió a su encuentro con unas cuantas personas que cubrieron la brecha por la que brincaron sus caballos y los jinetes se dirigieron apresuradamente hacia ellos. ‘Amr ibn ‘Abdû Wadd había luchado el día de (la batalla de) Badr al punto que las heridas lo mantuvieron un tiempo postrado, por lo que no participó en el día de (la batalla de) Uhud, y el día de Jandaq salió determinado a desempeñar su rol. Cuando él y su caballo se detuvieron, dijo: “¿Quién luchará conmigo?”, ante lo cual se adelantó a luchar ‘Alî ibn Abî Tâlib y le dijo: “¡Oh „Amr! Hiciste una promesa a Dios respecto a que no te exhortaría un hombre de Qureish a uno de dos requerimientos a menos que aceptes uno de él.” Dijo: “Es cierto.” Le dijo ‘Alî: “Entonces, yo te invito hacia Dios, su Mensajero y hacia el Islam.” Dijo: “No necesito eso.” Dijo: “Entonces te exhorto a luchar.” Entonces le dijo: “¿Por qué, sobrino? Por Dios que no quiero matarte.” Le dijo ‘Alî: “Pero, ¡por Dios! que yo sí quiero matarte.” Ante ello ‘Amr se encolerizó, y brincó de su caballo derribando a éste y golpeándole el hocico. Luego se dirigió hacia ‘Alî y se trenzaron en combate mientras se rodeaban y repelían, hasta que ‘Alî lo mató y los jinetes huyeron.[40]

Dijo As-Suiûtî en su Tafsîr (Ad-Durr al-Manzûr), bajo la exégesis de la aleya: «Dios rechazó a los incrédulos por su furia, que no sacaron ninguna ventaja. Dios bastó a los creyentes en el combate…»[41]: “Ibn Abî Hâtim, Ibn Mardawaîh e Ibn ‘Asâkir narraron de Ibn Mas‘ûd –
que Al·lâh esté complacido de él-, que éste solía leer este párrafo: «Dios bastó a los creyentes en el combate…», agregando como aclaración: bi ‘Alî ibn Abî Tâlib (por medio de ‘Alî ibn Abî Tâlib).”

Asimismo Adh-Dhahabî narró de Ibn Mas‘ûd que solía leer: “«Dios bastó a los creyentes en el
combate…», bi ‘Alî (por medio de ‘Alî).”[42]

Los musulmanes se habían mostrado reacios a luchar con ‘Amr ibn ‘Abdû Wadd puesto que sabían de su bravura, al punto que el Profeta (s.a.w.) manifestó su renuencia de que ‘Alî fuese a enfrentarlo. Abû Ÿa‘far Al-Iskâfî -de acuerdo a lo que de él transmite Ibn Abî Al-Hadîd Al- Mu‘tazilî- se refirió en detalle a este suceso y al estado que el Profeta (s.a.w.) tenía en el mismo, basándose en lo que encontró en las obras de biografías y narraciones acerca de la preocupación del Mensajero de Dios -que Al·lâh lo bendiga a él y a su familia- (de que le sucediera algo a ‘Alî), las advertencias que le realizó, y las súplicas que hizo por él para su protección y seguridad, de manera que en el día de Jandaq -cuando ‘Alî lucho con ‘Amr- alzó sus manos hacia el cielo en presencia de sus Compañeros y dijo:

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“¡Dios mío! Tomaste de mí a Hamzah el día de Uhud, y a ‘Ubaidah el día de Badr. ¡Protege hoy a ‘Alî! «¡Oh Señor mío! No me dejes solo, desde que tú eres el mejor de los legadores».”[43]
De esta manera, vemos que el Profeta (s.a.w.) se mostró renuente a que tal lucha contra ‘Amr tuviese lugar, de manera que cuando éste último invocó a la gente a combatir varias veces y todos se apartaban, adelantándose solamente ‘Alî para pedir permiso para luchar, el Mensajero de Dios (s.a.w.) le dijo: “¡Ése es „Amr!”, a lo que le respondió: “¡Y yo soy „Alî!”. Entonces lo acercó hacia él, lo besó y le colocó su turbante, y caminó con él unos pasos como lo hace quien se está despidiendo, preocupado por él y por lo que pasaría; luego continuó elevando sus manos y su rostro hacia el cielo, mientras que los musulmanes lo rodeaban en silencio, quietos como si estuviesen sin vida, hasta que se alzó el polvo y escucharon el takbîr (¡Al·lâh-u Akbar! –Dios es el más Grande) por debajo del mismo, y supieron que ‘Alî había matado a ‘Amr. Entonces el Mensajero de Dios (s.a.w.) hizo un takbîr, y los musulmanes también hicieron un takbîr que fue escuchado por el ejército de los incrédulos que se encontraba detrás del foso, y por ello dijo Hudhaifah ibn Al-Iamân: “Si es que se dividiera entre todos los musulmanes la virtud de ‘Alî (a.s.) por haber matado a ‘Amr el día de Jandaq les abarcaría a todos.” E ‘Ibn ‘Abbâs, en cuanto a la Palabrade Dios: «Dios basta a los creyentes en el combate…», dijo: “Bi ‘Alî ibn Abî Tâlib (por medio de ‘Alî ibn Abî Tâlib).”[44]

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‘Alî en Jaibar:

En el año séptimo de la noble emigración del Profeta (hégira), él (s.a.w.), al mando de su ejército, se dirigió a conquistar las bien amuralladas fortalezas de Jaibar enviando como grupo de ataque a algunos de sus Compañeros, pero éstos no pudieron hacer nada. Se transmitió de Buraidah que dijo: “Quizás el Mensajero de Dios (s.a.w.) estaba agobiado y por uno o dos días no salió. Cuando el Mensajero de Dios (s.a.w.) no se presentó ante la gente, Abû Bakr tomó el estandarte del Mensajero de Dios (s.a.w.) y se dirigió al combate produciéndose una fuerte lucha, pero luego regresó. Entonces lo tomó ‘Umar y se dirigió produciéndose un combate aún más severo que el primero, pero luego regresó e informó de ello al Mensajero de Dios (s.a.w.), por lo que dijo (s.a.w.):

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“¡Por Dios! que mañana le daré (el estandarte) a un hombre que ama a Dios y a Su Mensajero y a quien Dios y Su Mensajero aman, quien tomará (la fortaleza) por la fuerza.”

Dijo: “‘Alî (a.s.) no se encontraba allí, y Qureish rivalizaba por recibir el estandarte, anhelando cada uno de ellos poseerlo. Amaneció y llegó ‘Alî (a.s.) sobre su camello hasta que se detuvo cerca de la tienda del Mensajero de Dios (s.a.w.), en tanto se encontraba con conjuntivitis, por lo que tenía vendados los ojos con un trozo de un manto Qatarî. El Mensajero de Dios (s.a.w.) le dijo: “¿Qué te sucede?”. Dijo: “Tengo los ojos inflamados.” Entonces el Profeta (s.a.w.) le dijo: “Acércate a mí.” Cuando se acercó le puso de su saliva en los ojos, y nunca más volvió a sufrir de los ojos hasta que partió de este mundo. Luego le dio el estandarte, y, dirigiéndose a la lucha vestido con una túnica de color rojo púrpura aterciopelado, llegó a Jaibar, ante lo cual Marhab, el dueño de la fortaleza, salió portando un casco de color amarillo yemení adosado a una piedra a la que había perforado en la forma de un huevo, de manera que se ajustaba a su cabeza, y en voz alta clamaba los siguientes versos:

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Jaibar sabe que soy Marhab,
equipado con armas, valiente y hábil guerrero.
‘Alî (a.s.) le respondió:

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Yo soy aquél a quien su madre llamó Haidarah (león de porte mediano), os mediré con la espada, con la medida de sandarah,[45]

como el león de las selvas, el inclemente qaswarah (león de gran porte). Se cruzaron dos golpes y ‘Alî se precipitó hacía él golpeándole de tal manera que de una vez le partió la piedra, el casco y la cabeza, tirándolo de bruces. Luego ‘Alî tomó la ciudad.
Abû Râfi‘, el sirviente del Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo: “Salimos junto a ‘Alî ibn Abî Tâlib cuando el Mensajero de Dios (s.a.w.) lo envió con su estandarte, y cuando se acercó a la fortaleza, su gente salió hacia él y los combatió. Un hombre judío lo golpeó, cayéndose su escudo de su mano, por lo que ‘Alî tomó un portón que se encontraba en la fortaleza y con el mismo se escudaba, y continuó en su mano mientras luchaba, hasta que Dios le otorgó la victoria; luego de terminar lo arrojó lejos, y me vi a mí mismo junto a un grupo de siete personas, de las cuales yo era el octavo, intentando voltear ese portón, pero no pudimos.”[46]

Los expertos en Hadîz también mencionaron la historia. Al-Hâkim narró de ‘Alî (a.s.) que dijo (a Abû Lailâ): “¡Oh Abû Lailâ! ¿Acaso estuviste con nosotros en Jaibar?”. Dijo: “¡Así es!”. Dijo: “El Mensajero de Dios (s.a.w.) envió a Abû Bakr a Jaibar conduciendo a la gente y fracasó, por lo que regresó.”

También de él: “El Profeta (s.a.w.) condujo la expedición militar a Jaibar, y cuando llegó envió a ‘Umar junto a la gente hacia su ciudad, o bien hacia su fortaleza, y los combatieron, pero ‘Umar y sus Compañeros no tardaron en ser derrotados, y volvieron tildándolo aquellos de cobarde a él y tildándolos él de cobarde a ellos…”[47]

‘Alî en Hunain:

En Hunain, cuando los musulmanes se ufanaban de su gran número -puesto que el Profeta (s.a.w.) salió con un ejército de diez mil combatientes con los que conquistó La Meca, y con dos mil más de entre los islamizados en esa victoria- la tribu de Hawâzin y sus aliados los atacaron duramente y todos los musulmanes huyeron a pesar de su gran número, permaneciendo el Profeta (s.a.w.) junto a nueve personas de su familia y más cercanos de su clan. La totalidad de los musulmanes huyó y los nueve que quedaron formaban un círculo alrededor suyo; Al-‘Abbâs asía las riendas de su mula; ‘Alî se encontraba delante suyo blandiendo la espada, y el resto alrededor de la mula del Mensajero de Dios (s.a.w.) distribuidos a la derecha y a la izquierda, mientras los Muhâÿirîn y los Ansâr habían huido…[48]

Se transmitió de Anas que: “En el día de Hunain la gente huyó abandonando al Mensajero de Dios (s.a.w.) excepto Al-‘Abbâs ibn ‘Abd-ul Muttalib y Abû Sufiân ibn Al-Hâriz -o sea, el primo del Profeta (s.a.w.)- y el Mensajero de Dios (s.a.w.) ordenó que se les gritara:

“¡Oh compañeros de la Sura al-Baqarah! ¡Oh comunidad de los Ansâr!”. Luego el grito continuó en Banî Al-Harz ibn Al-Jazraÿ, quienes volvieron al escuchar el grito, y ¡por Dios! que no los equiparé sino con los camellos que se desplazan afligidos por sus hijos. Cuando se encontraron, se produjo un combate encarnizado ante lo cual dijo el Mensajero de Dios (s.a.w.): “¡Ahora se ha encandecido el horno (de la guerra)!”, y tomó un puñado de guijarros blancos y los lanzó diciendo: “Sed derrotados ¡por el Señor de la Ka„bah!”; y aquel día ‘Alî ibn Abî Tâlib era el que más combatía de la gente frente al Profeta.[49]

Todas estas escenas testimonian que ‘Alî (a.s.) era el intrépido hombre de lucha que correspondía que liderase a la comunidad en las más tenebrosas circunstancias, tal como lideró Saúl a su comunidad llevándola hacia el triunfo, expulsó a Goliat y a su grupo de la tierra de Palestina, y dio fin al deambular de los Hijos de Israel por el desierto.

Las causas de la discrepancia:

Nuestro objetivo ahora no es repasar las virtudes de ‘Alî (a.s.) -las cuales son demasiadas como para ser enumeradas, y respecto a las cuales se editaron diversos libros- sino que nuestro objetivo ante todo es elucidar los verdaderos motivos que impulsaron al Profeta (s.a.w.) a exaltar a ‘Alî (a.s.) y manifestar su importante rol en la vida de la Ummahtanto en la guerra como en la paz, y hacer ver que no es posible que ello haya sido solo una deferencia tribal para con su primo y la Gente de su Casa, tal como explicamos anteriormente, sino que el propósito fue dirigir la atención de la comunidad a la idoneidad de ‘Alî y su Ahl-ul Bait (a.s.) para cumplir la función de la conducción y la Marÿa‘îiah islámica tras sí y explicar la importancia de que la Ummah acepte ello, desde que las posturas de sus miembros se diferencian entre someterse en forma absoluta a la voluntad del Profeta (s.a.w.) considerando que su legitimidad proviene de la revelación celestial, y las actitudes de quienes se les ocurría que el Profeta (s.a.w.) tal vez mostraba una inclinación tribal para con su primo y la Gente de su Casa (a.s.) y por consiguiente supusieron que tenían el derecho de expresar su propia opinión frente a la suya e incluso a quejarse, lo cual quizás surgía algunas veces del sentimiento de envidia del que pocas veces están a salvo los seres humanos. Lo que decimos no es solo un alegato infundado, sino que son profusas las narraciones que corroboran esta realidad, y anteriormente citamos la narración transmitida por Buraidah que enfatiza el hecho de que Jâlid ibn Al-Walîd lo envió para que se quejase de ‘Alî (a.s.) ante el Profeta (s.a.w.), y pareciera ser que Jâlid estaba esperando una oportunidad tal, es por ello que le dijo a Buraidah: “La tomó como botín de guerra”, tal como queda dilucidado en las palabras de los Compañeros que incentivaron a Buraidah a quejarse, indicándole que ello ocasionaría que ‘Alî quedase rebajado ante los ojos del Profeta (s.a.w.), lo cual hizo que el Profeta (s.a.w.) saliera enojado ante ellos y les informara que quien molesta a ‘Alî molesta a su noble persona (s.a.w.).

Se transmitió de Ÿâbir que: “El Mensajero de Dios (s.a.w.) se dirigió a ver a ‘Alî ibn Abî Tâlib el día de Tâ’if y prolongó su conversación confidencial con él. Luego notó el disgusto en los rostros de algunos hombres que dijeron: “Su conversación confidencial se prolongó el día de hoy”. Entonces el Profeta (s.a.w.) dijo:

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“No soy yo quien lo ha tomado por confidente, sino que fue Dios quien (a través mío) lo hizo.”[50]

Se narró de Zaid ibn Arqam que dijo: “Algunas personas de entre los Compañeros del Mensajero de Dios (s.a.w.) tenían casas cuyas puertas daban a la Mezquita, y un día dijo (s.a.w.): “Cerrad estas puertas excepto la puerta de ‘Alî.” La gente habló al respecto, entonces el Mensajero de Dios (s.a.w.) se puso de pie, alabó a Dios y le engrandeció, y luego dijo:

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“Ciertamente que yo he ordenado clausurar estas puertas excepto la puerta de ‘Alî y alguno de vosotros dijo algo al respecto. ¡Por Dios, que yo no he cerrado ni abierto nada, sino que se me ordenó algo y lo realicé!”.[51]

Dijo Sa‘d ibn Abî Waqqâs: “Estaba yo sentado en la Mezquita junto a dos hombres, y criticamos a ‘Alî (a.s.), entonces llegó el Mensajero de Dios (s.a.w.) enojado, reflejándose en su rostro su ira -al punto que me amparé en Dios de su ira- y dijo:

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“¿Qué os sucede con aquello que me pertenece? ¡Quien molesta a ‘Alî me molesta a mí!”.[52]

‘Alî (a.s.) dijo: “Cierta vez el Mensajero de Dios (s.a.w.) tomó mi mano mientras caminábamos por algunos caminos de Medina, hasta que llegamos a un jardín y le dije:“¡Oh Mensajero de Dios! ¡Qué buen jardín!”. Dijo: “En el Paraíso tienes uno mejor que éste…”. Cuando estaba por dejarme sólo en el camino me abrazó y luego derramó lagrimas llorando, por lo que le dije: “¡Oh Mensajero de Dios! ¿Por qué lloras?”. Dijo:

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“Hay resentimientos en los pechos de la gente que no te los manifestarán sino hasta después de mi (partida).”

Dije: “¡Oh Mensajero de Dios! ¿Sucederá ello encontrándome con integridad en mi religión?”. Dijo: “Encontrándote con integridad en tu religión.”[53]

Dijo Haîiân Al-Asadî: Escuché a ‘Alî (a.s.) decir: “El Mensajero de Dios (s.a.w.) me dijo:

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“La comunidad te abandonará después de mí, siendo que tú vivirás en base a mi credo, y serás matado encontrándote bajo mi sunnah (Tradición). Quien te quiere me quiere a mí, y quien te odia me odia a mí; y ciertamente que ésta se teñirá (de la sangre) de ésta”, es decir, su barba de su cabeza.[54]

Hubo una intrincada predisposición dispuesta a evitar que el Califato recayera enAhl-ul
Bait (a.s.), siendo la envidia una de las causas que ocasionó que la cuestión de reunir el Califato y la Profecía en el clan de Banî Hâshim formara parte de los asuntos difíciles de digerir para las almas de un grupo de personas. Consideraron una enormidad el hecho de que se reúnan los dos asuntos en una sola casa de Qureish, a pesar de que aquellos sabían que esta casa era la más merecedora de ello, y esta postura quedó dilucidada notoriamente en diversas discusiones que se dieron entre Ibn ‘Abbâs y el segundo Califa. ‘Abdul·lâh ibn ‘Umar narró que: “Cierto día me encontraba con mi padre, junto a quien se hallaban algunas personas, y se comenzó a recitar poesía, y éste dijo: “¿Quién es el mejor poeta entre los árabes?”. Dijeron: “Fulano y Mengano.” Entonces llegó ‘Abdul·lâh ibn ‘Abbâs, saludó y se sentó, y ‘Umar dijo: “¡Llegó el experto! ¿Quién es el mejor poeta, oh ‘Abdul·lâh?”. Dijo: “Zuhair ibn Abî Sulmâ.” Dijo: “Recita algo de lo que sabes de él.” Dijo: “¡Oh Amîr Al-Mu’minîn! Él elogió a unas personas de Gatfân que son llamados Banû Sanân, diciendo:

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Si por la generosidad se debiera ser dispuesto sobre el sol,
Hay un clan que fue dispuesto (allí) desde sus primeros integrantes por su nobleza, Un clan cuyo padre llamas Sanân cuando das su genealogía,
Que fueron excelentes así como lo fueron los hijos que engendraron.
Son personas cuando son creyentes, genios cuando son temidos,
Generosos señores cuando se esfuerzan.
Son envidiados por las mercedes que poseen,
Y Dios no les quita aquello por lo que fueron envidiados.

Dijo: “¡Por Dios! que fue excelente, y no veo que este elogio sea apropiado sino para esta casa de los Hâshemitas, por su cercanía y parentesco con el Mensajero de Dios (s.a.w.).” Entonces dijo Ibn ‘Abbâs: “¡Que Al·lâh te otorgue el éxito, oh Amîr Al-Mu’minîn! Y no dejes de tenerlo.” Dijo: “¡Oh Ibn ‘Abbâs! ¿Sabes lo que impidió a la gente volcarse a vosotros?”. Dijo: “¡No, oh Amîr Al-Mu’minîn!”. Dijo: “En cambio yo sí sé.” Dijo: “¿Qué es, oh Amîr Al-Mu’minîn?”. Qureish detestó que se reuniesen para vosotros la Profecía y el Califato, y de esa forma os vanagloriéis, es así que Qureish reflexionó, eligió, tuvo éxito y acertó.” Dijo Ibn ‘Abbâs: “¿Podría Amîr Al- Mu’minîn mantener alejada de mí su ira y escuchar?”. Dijo: “Di lo que quieras.” Dijo: “Respecto a las palabras de Amîr Al-Mu’minîn: “Quraish detestó”, ciertamente que Dios Altísimo dijo a un pueblo: «Ello por haber detestado lo que Dios reveló; entonces invalidó sus acciones.»[55] 
En cuanto a tus palabras sobre que: “Nosotros de esa forma nos hubiéramos vanagloriado”, si nosotros nos hubiéramos vanagloriado con el Califato deberíamos habernos vanagloriado con el parentesco (con el Profeta), pero somos un pueblo cuya moral deriva del carácter del Mensajero de Dios (s.a.w.) respecto a quien Dios dijo: «Porque eres de nobilísimo carácter»[56], y le dijo: «Y sé humilde para con quienes te siguen de entre los creyentes.»[57] Ahora, respecto a lo que dijiste: “Entonces Qureish eligió”, Dios Altísimo dijo: «Y tu Señor crea y elige lo que le place; mientras que ellos no tienen (facultad de) elección.»[58] Y tú sabes, ¡oh Amîr Al-Mu’minîn! que Dios eligió de entre Su Creación para tal asunto a quien eligió, y si Qureish hubiera visto (las cosas) desde el enfoque que Dios las vio ¡en ese caso sí habría tenido éxito y habría acertado!”. Dijo ‘Umar: “¡Despacio, oh Ibn ‘Abbâs! Vuestros corazones, ¡oh Banî Hâshim! no se proponen sino un engaño que no cesa sobre el asunto de Qureish, y sentís un rencor hacia ellos que no desaparece.” Entonces dijo Ibn ‘Abbâs: “¡Despacio, oh Amîr Al-Mu’minîn! No atribuyas a los hashemitas querer engañar, puesto que sus corazones provienen del corazón del Mensajero de Dios (s.a.w.) al cual Dios depuró y purificó, y ellos son Ahl-ul Bait, respecto a quienes Dios dijo:«Ciertamente que Dios quiere alejar de vosotros la impureza ¡oh Ahl-ul Bait!, y purificaros sobremanera»[59]; y en cuanto a lo que dijiste sobre el rencor, ¿cómo no ha de tener rencor aquél cuyo asunto le fue despojado y lo ve en manos de otro?”.

Dijo ‘Umar: “En cuanto a ti, ¡oh Ibn ‘Abbâs! Me han llegado de ti palabras respecto a las cuales me disgustaría informarte y que se rebaje tu posición ante mí.” Dijo: “¿Cuáles son, ¡oh Amîr Al- Mu’minîn!? Infórmame de ello, en caso de que sean falsas, alguien como yo sabe alejar la falsedad de su persona, y si son correctas, entonces, no por ello se rebajará mi posición ante ti.”

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Las medidas adoptadas por la línea del Iÿtihâd (interpretación frente al texto estipulante):

Las implementaciones de “la línea del Iÿtihâd frente al texto estipulante” fueron fuertes y decisivas para privar del asunto a Ahl-ul Bait (a.s.), y estas medidas comenzaron antes del fallecimiento del Profeta (s.a.w.), puesto que tras el suceso de Gadîr se hizo evidente que el Profeta (s.a.w.) consideró a ‘Alî (a.s.) para hacerse cargo del asunto de laMarÿa‘îiah islámica absoluta tras sí, y para ocupar el lugar del Profeta (s.a.w.) en el manejo de la totalidad de los asuntos políticos, militares, económicos y religiosos de los diferentes territorios. Luego el Profeta (s.a.w.) quiso dejar por escrito sus indicaciones, debido a la desobediencia de algunos y de su negligencia y renuencia a incorporarse a la expedición de Usâmah -impulsados por creer que la enfermedad del Profeta (s.a.w.) era el comienzo del final de la época del Mensaje, y que la persona del Profeta (s.a.w.) se ocultaría de la escena, con lo cual era seguro que otra persona ocuparía su lugar-, y debido a que los Compañeros de esa primera línea habían comenzado a preocuparse seriamente por el asunto, puesto que el Profeta se preparaba para trasladarse a la vecindad de su Señor y dejar la escena, en tanto ellos se preparaban para dejar la ciudad de Medina dirigiéndose hacia una tierra lejana en el marco de una expedición militar cuyos resultados, en relación a sus propios destinos, no conocían; y desde que ‘Alî y quienes le corroboraban no estaban incluidos en esa expedición, era natural que aquellos se percataran de que esta medida de parte del Profeta (s.a.w.) tenía de por sí un propósito, puesto que alejar a la oposición de la capital del gobierno prepararía el ambiente adecuado para que ‘Alî asumiese fácilmente la función del Califato tras el fallecimiento del Profeta (s.a.w.), de manera que, cuando regresara la expedición militar de su tarea después de prolongados días, el asunto habría culminado de la mejor manera y se habría completado la bai‘ah o pacto de fidelidad a ‘Alî (a.s.), afianzándose los asuntos, y ya no habría quedado para la oposición sino acatar el asunto acaecido y adherirse a lo que la gente ya se habría adherido.

Los Compañeros de la oposición se percataron de esta realidad y actuaron con renuencia e indolencia en relación a la expedición de Usâmah, y a pesar de la insistencia del Profeta (s.a.w.) sobre apresurar el envío de este ejército, y que constantemente decía:“Alistad la expedición de Usâmah”, lo cual expresaba la preocupación del Profeta (s.a.w.) de que sus medidas se malograran si es que su muerte se apresuraba y acaecía antes de que la expedición saliera y la oposición se alejara de la capital del gobierno, y ya no pudiera tener noticias de la misma. Tal cosa llevó al Profeta (s.a.w.) a intentar adoptar otras medidas para así resolver el asunto de manera concluyente, como testar tras sí en favor de ‘Alî (a.s.) en la forma de una manuscrito que no pudiese ser interpretado o negado; es así que se le ocurrió requerir a sus Compañeros que le trajeran papel y tinta para que les redactara un escrito por medio del cual no se desviarían después de ello, tal como se mencionó anteriormente.

No fue difícil para la “línea de la interpretación” descubrir el propósito de este manuscrito, puesto que el Profeta (s.a.w.) se encontraba en su lecho de muerte y en tal situación no se esperaba de él sino que el manuscrito que intentaba escribir fuese su testamento, y las palabras del Profeta (s.a.w.) no indicaban que el testamento se relacionase a asuntos de herencia material o algo semejante, ya que lo que dijo el Profeta (s.a.w.): “Para que no os desviéis después de ello”, indicaba que el asunto se relacionaba al futuro de la comunidad y la convocatoria islámica, puesto que la legislación islámica ya estaba completa, desde que Dios, Glorificado y Altísimo, informó de ello en la aleya:

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«Hoy, os he perfeccionado vuestra religión; he completado Mis gracias para con vosotros y Me ha satisfecho para vosotros el Islam por religión.»[62]

Y comparando lo que dijo el Profeta (s.a.w.) al pedir ello: “Para que no os desviéis después de ello”, con lo que dijo en el Hadîz de Az-Zaqalain: “… Mientras os aferréis a ambos no os
desviaréis después de mí”, quedó claro que él (s.a.w.) quería testar respecto a la Gente de su Casa (Ahl-ul Bait) tras sí, a la vanguardia de la cual se encontraba ‘Alî (a.s.). Ante ello los Compañeros de la línea de la oposición, con toda decisión y fuerza, procedieron a rechazar esa voluntad del Profeta (s.a.w.), alegando que él estaba delirando -nos refugiamos en Dios de ello- por efecto de la enfermedad.[63]

Frente a esta insolencia, el Profeta (s.a.w.) no encontró qué hacer para expresar su desagrado por ese proceder para oponerse a sus deseos, más que echar a todos de allí diciéndoles: “¡Dejadme sólo!”.

Y esto no es solo una conclusión nuestra, puesto que ‘Umar mismo lo reconoció claramente en lo que transmitió de él Ibn ‘Abbâs, cuando dijo: “Me presenté ante ‘Umar a principios de su Califato. Habían colocado delante suyo un manojo de dátiles y me invitó a comer; comí un sólo dátil y él comenzó a comer hasta terminarlo; luego bebió de una jarra que estaba ante él, se recostó sobre un cojín que tenía, y comenzó a alabar a Dios, repitiéndolo. Luego dijo: “¿De dónde vienes, ¡oh ‘Abdul·lâh!?”. Dije: “De la Mezquita”. Dijo: “¿Cómo dejaste a tu primo?”. Pensé que se refería a ‘Abdul·lâh ibn Ÿa‘far, así que le dije: “Lo dejé jugando con sus amigos.” Dijo: “No estoy hablando de él, me refiero a vuestro gran personaje de Ahl-ul Bait.” Dije: “Lo dejé sacando agua con un cubo para llevarla a las palmeras de Fulano mientras leía el Corán.” Dijo: “¡Oh Abû‘Abdil·lâh! ¡Por tu cuenta correrá la sangre de los cuerpos si es que me ocultas lo siguiente! ¿Acaso tu primo (‘Alî) todavía piensa que le correspondía el Cali- fato?”. Le dije: “Sí.” Dijo: “¿Pretende que el Mensajero de Dios estipuló su Califato?”. Dije: “Sí, y te agrego más todavía. Le pregunté a mi padre (Al-‘Abbâs, tío del Profeta) sobre lo que él invoca respecto a que el Mensajero de Dios (BP) lo designó como Califa y me respondió: ‘¡Es veraz!’.” Dijo ‘Umar: “El Mensajero de Dios (BP) pronunció palabras muy elevadas respecto a su asunto pero de una manera que no conformaban una prueba indiscutible, ni truncaba con ellas todas las excusas. En verdad que a veces él (s.a.w.) se refería al respecto, como una vez que quiso claramente designarlo por su nombre y yo se lo impedí por consideración y prevención a favor del Islam. ¡No, por el Señor de esta edificación! que Qureish no se habría congregado a su alrededor nunca, y si hubiera asumido, los árabes se habrían rebelado desde todas las regiones. El Mensajero de Dios (s.a.w.) supo que me di cuenta de lo que encerraba su alma y se abstuvo, y Dios no quiso sino aprobar lo que ya había sido predestinado.”[64]

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[1] Al-Mustadrak, t. 3, pp. 109 y 533, y Adh-Dhahabî en su At-Taljîs lo
consideró sahîh(correcto). Ver: Musnad Ahmad, t. 5, pp. 181 y 189, hh. 10681, 10707, 10779, 11135; Yâmi‘ at-Tirmidhî, t. 2, p. 308, h. 3720, y t. 5, p. 328, h. 3874; Jasâ’is Amîr Al-
Mu’minîn (a.s.), de An-Nisâ’i, p. 21; Kanz al-‘Ummâl; t. 1, pp. 44, 47,
48; Sahîh Muslim, capítulo: “Las virtudes de ‘Alî”, h. 4425; Sunan Ad-Darâmî, t. 2, p. 431, h. 3182; As-Sawâ‘iq a-Muhriqah, p. 89;At-Tabaqât al-Kubrâ, de Ibn Sa‘d, 2a parte, t. 2, p.
2; Faid al-Qadîr, de Al-Manâwî, t. 3, p. 14;Hiliat al-Awliâ’; t. 1, p. 355, h. 64; Maÿma‘ az- Zawâ’id, t. 9, pp. 163-164.
[2] As-Sawâ‘iq al-Muhriqah, pp. 230-231.
[3] Al-Mustadrak ‘ala-s Sahihain, de Al-Hâkim An-Nishâbûrî, t. 2, p. 343 y t. 3, p. 150, y dijo: “Este hadîz es sahîh (correcto) según la condición (para la aceptación de los hadices) de Muslim”; Kanz al-‘Ummâl, t. 6, p. 216; Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 9, p. 168; Hiliah al-Awliâ’, t. 4, p. 306, t. 4, p. 306; Ta’rîj Bagdâd, de Al-Jatîb, t. 12, p. 19; Dhajâ’ir al-‘Uqbâ, de Al-Muhibb At- Tabarî, p. 20; Kunûz al-Haqâ’iq, p. 132; Faid Al-Qadîr, de Al-Manâwî, t. 4, p. 356;As-Sawâ‘iq al- Muhriqah, p. 352; y se transmitió en algunas de estas narraciones que:

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“Ellos son “la Puerta de la Redención”, de manera que, quien ingrese por la misma será creyente y quien salga de la misma será incrédulo.”
[4] Al-Mustadrak ‘ala-s Sahihain, t. 3, pp. 149 y 458, y dijo: “Este hadîz tiene una correcta cadena de transmisión (sahîh al-isnâd)”; Kanz al-‘Ummâl, t. 6, p. 116; As-Sawâ‘iq al- Muhriqah, t. 353; Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 9, p. 174; Faid Al-Qadîr, de Al-Manâwî, t. 6, p. 297;Dhajâ’ir al-‘Uqbâ, de Al-Muhibb At-Tabarî, p. 17.
[5] As-Sawâ’iq al-Muhriqah, p. 230.
[6] Nahÿ al-Balâgah, t. 2, p. 190, impresiones Dâr al-Andalûs.
[7] Sura Al-Ahzâb; 33: 33.
[8] Musnad Ahmad, t. 6, p. 296, h. 25300, y p. 323, h. 25383; Al-Mustadrak, t. 3, pp. 108 y 147; Kanz al-‘Ummâl, t. 7, pp. 102 y 217; Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 9, p. 167.
[9] Sahîh Muslim, libro: “Las virtudes de los Compañeros”, capítulo: “Las virtudes de la Gentede la Casa (Ahl-ul Bait) del Profeta (s.a.w.); Al-Mustadrak ‘alâ-s Sahihain, t. 3, p. 147, y dijo: “Éste es un hadîz correcto (sahîh) según la condición (para la aceptación de los hadices) de los dos Sheij (Bujârî y Muslim); Sunan Al-Baihaqî, t. 2, p. 149; Tafsîr At-Tabarî, t. 22, p. 5, y la citó Al-Fajr Ar-Râzî bajo la exégesis de la aleya de la Mubâhalah y dijo: “Sabe que hay

consenso entre la gente del Tafsîr y el Hadîz sobre la condición de correcta de esta
narración”; Ÿâmi‘ At-Tirmidhî, t. 2, p. 209 y 319; Musnad Ahmad, t. 6, p. 306; Usud al-Gâbah, t. 4, p. 29.
[10] Mubâhalah: Duelo u ordalía consistente en imprecar contra el oponente para que recaiga sobre él el castigo divino.
[11] Sura Âl-i ‘Imrân; 3: 61.
[12] Ÿâmi‘ At-Tirmidhî, t. 2, p. 166; Al-Mustadrak ‘alâ-s Sahihain, t. 3, p. 150, y dijo:
“Estehadîz es correcto (sahîh) según la condición (para la aceptación de los hadices) de los dos Sheij (Bujârî y Muslim); Sahîh Muslim, capítulo: “Las virtudes de ‘Alî ibn Abî Tâlib”; Sunan Al- Baihaqî, t. 7, p. 63; Asbâb an-Nuzûl, de Al-Wâhidî, p. 75, y todos los exegetas de Corán.
[13] Sahîh Al-Bujârî, t. 9, p. 101, libro: “Las normas”, capítulo: “La sucesión”, h. 6682; Sunan At- Tirmidhî, t. 4, p. 501, h. 2149; Sunan Abî Dawûd, t. 4, p. 106, h. 3732; Al-Mu‘ÿam al-Kabîr, t. 2, p. 196; y en algunas se utilizaron los siguientes vocablos: Jalîfah (califa), Raÿul(hombre)
y Qaîim (tutor).
[14] As-Sîrah an-Nabawîiah, de Ibn Hishâm, t. 1, p. 246; Al-Mustadrak ‘alâ-s Sahihain, t. 3, p. 576; Sharh Nahÿ al-Balâgah, de Ibn Abî Al-Hadîd, t. 13, p. 198, citándolo de At-Tabarî, t. 2, p. 313.
[15] Al-Mu‘ÿam al-Kabîr, de At-Tabarânî, t. 6, p. 269, h. 6184; Kanz al-‘Ummâl, t. 11, p. 616, h. 3299; Ta’rîj Dimâshq, t. 12, p. 130; Sharh Nahÿ al-Balâgah, de Ibn Abî Al-Hadîd Al-Mu‘tazilî, t. 13, p. 228.
[16] Según las tradiciones, antes de que el Mensajero del Islam (s.a.w.) hubiera sido elegido por Dios para la profecía, ‘Alî (s.a.w.) percibía la inspiración y los sonidos de lo oculto en forma sobrenatural (Ibn Abîl Hadîd, Sharh Nahÿ al-Balâgah, t. 13, p. 210).
[17] Sharh Nahÿ al-Balâgah, de Ibn Abî Al-Hadîd Al-Mu‘tazilî, t. 13, p. 197.
[18] Sura ash-Shu‘arâ’; 26: 214.
[19] Ta’rîj At-Tabarî, t. 2, p. 319; Al-Kâmil, de Ibn Al-Azîr, t. 2, p. 62, tal como lo transmitieron algunos historiadores y memorizadores, pero cambiando algunas expresiones, como: “¡Oh hijos de ‘Abd-ul Muttalib! Os he traído el asunto de este mundo y el otro”, tal como se encuentra en Ta’rîj al-Islâm, de Adh-Dhahabî; As-Sîrah, p. 145; Dalâ’il an-Nubûwah, de Al- Baihaqî, t. 1, p. 428; Maÿma‘ Adh-Dhawâ’id, t. 9, p. 113, y en algunos: “Así pues, ¿quién de vosotros me asistirá en este asunto de manera que sea mi hermano”, ver Al-Muntadzim, de Ibn Al-Ÿawzî, t. 2, p. 376; y en otros: “De manera que sea mi hermano y esto y lo otro”, tal como se encuentra en Al-Bidâiah wa an-Nihâiah, de ibn Kazîr, t. 3, p. 53, asimismo en
el Tafsîr de Ibn Kazîr bajo la explicación de la aleya deIndhâr (la Amonestación) en la Sura ash- Shu‘arâ’, y en el Tafsîr de At-Tabarî respecto a la misma aleya, tal como lo mencionó Muhammad Husein Haikal en la primera impresión de su libro “La Vida de Muhammad”, pero después se desdijo y lo eliminó de las siguientes impresiones.

[20] Ta’rîj At-Tabarî, t. 3, p. 103; Al-Kâmil, de Ibn Al-Azîr, t. 2, p. 278; Sahîh Al-Bujârî, libro: “El comienzo de la Creación”, capítulo: “Las virtudes de ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.); SahîhMuslim, libro: “Las virtudes de los Compañeros”, capítulo: “Las virtudes de ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.)”; Sahîh Tirmidhî, t. 2, p. 300; Musnad At-Taiâlisî, t. 1, p. 29; Hiliat al-Awliâ’; t. 7, p.
195; Ta’rîj Bagdad, t. 1, p. 324, t. 4, p. 204, y t. 9, p. 394; Jasâ’is An-Nisâ’î, pp. 14 y 15; Al- Mustadrak ‘alâ-s Sahihain, t. 2, p. 337; Musnad Ahmad, t. 1, pp. 170-175 y 177, 184 y 330 y t. 6, p. 369; At-Tabaqât al-Kubrâ, de Ibn Sa‘d, t. 3, primera parte, pp. 14 y 15; Usud al-Gâbah, t. 5, p. 8; Kanz al-‘Ummâl, t. 3, p. 154, t. 5, p. 40, t. 6, pp. 154, 156, 395 y 405 y t. 8, p.
215; Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 9, pp. 109-111; Ar-Riâd an-Nadirah, t. 2, pp. 162, 164 y 195;Dhajâ’ir al-‘Uqbâ, p. 120.
[21] Al-Jasâ’is, de An-Nisâ’î, p. 20; Sahîh At-Tirmidhî, t. 5, p. 257, h. 3091; Musnad Ahmad,t. 3, p. 283, t. 1, pp. 3, 151 y 330; Kanz al-‘Ummâl, t. 1, p. 246; Tafsîr At-Tabarî, t. 10, p. 46 y 47; Al- Mustadrak, t. 3, p. 51; Fath al-Qadîr, t. 2, p. 334; Ar-Riâd an-Nadirah, t. p. 119; Al-Bidâiah wa-n Nihâiah, t. 5, p. 44, donde se refiere a los sucesos del año 9 de la hégira, y t. 7, p. 394, donde se

refiere a los sucesos del año 40 de la hégira; Ta’rîj At-Tabarî, donde se refiere a los sucesos del año 9 de la hégira; Al-Kâmil, de Ibn Al-Azîr, donde se refiere a los sucesos del año 9 de la hégira; As-Sunan al-Kubrâ, de An-Nisâ’î, t. 5, p. 128, h. 8461; Al-Amuâl, de Abî ‘Ubaid, p. 215, h. 457; Ta’rîj Dimashq: Biografía del Imâm (a.s.), no 890; Ad-Durr al-Manzûr, t. 4, p. 125; Mujtasar Ta’rîj Dimashq, t. 18, p. 6; Sharh Nahÿ al-Balâgah, t. 12, p. 46, Discurso (Jutbah) no 223; Al- Muntadzam, de Ibn Al-Ÿauzî, t. 3, p. 372.
[22] Jums: Gravamen religioso consistente en un quinto de las ganancias netas. [N. del T.]
[23] Al-Mu‘ÿam Al-Awsat, de At-Tabarî, t. 6, p. 232; Ta’rîj Dimashq, de Ibn ‘Asâkir, t. 42, p. 191, y en él se transmitió que Buraidah dijo: “Vi que el Mensajero de Dios (s.a.w.) se enfadó de una manera que yo nunca había visto antes una ira tal, excepto el día de (las batallas de) Quraîdzah y Nadzîr. Me miró y me dijo: “¡Oh Buraidah! Ciertamente que ‘Alî es vuestrowalî después de mí, así pues, ama a ‘Alî, puesto que él hace lo que se le ordena.” Y ‘Abdul·lâh ibn ‘Atâ’ dijo: “Le comenté esto a Abû Harb ibn Sûaid ibn Gaflah y me dijo: “‘Abdul·lâh ibn Buraidah te ocultó parte del hadîz en la que el Mensajero de Dios (s.a.w.) le dijo: “¿Acaso te volverás hipócrita después de mí, ¡oh Buraidah!?”. Musnad At-Taiâlisî, p. 360, h. 2752, y en éste se transmitió de Ibn ‘Abbâs que el Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo a ‘Alî: “Tú eres el walî de todo creyente después de mí.” Ibn ‘Abd-ul Birr lo transmitió con la misma cadena de transmisión (sanad)
en Al-Isti‘âb, t. 3, p. 1091, y dijo: “Esta cadena de transmisión no puede ser recusada por su condición de sahîh (muy confiable o correcta) y la confiabilidad de sus transmisores”; y lo transmitió Ibn Abî Shaibah en Al-Musannaf, t. 12, p. 80, de ‘Imrân ibn Husein, y en éste está que el Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo: “¿Qué queréis de ‘Alî? ¿Qué queréis de ‘Alî? ‘Alî es parte de mí y yo soy parte de ‘Alî, y ‘Alî es el walî de todo creyente después de mí.” Ver también Ÿâmi‘ At-Tirmidhî, t. 5, p. 632; Jasâ’is An-Nisâ’î, p. 109; Musnad Abî Ia‘lâ, t. 1, p. 293, h. 355, y la persona que investigó este libro dijo: “Sus narradores son de entre aquellos que transmiten lo correcto”; Kanz al-‘Ummâl, t. 13, p. 142; Ar-Riâd an-Nadirah, t. 3, p. 129; Al- Mu‘ÿam al-Kabîr, de At-Tabarânî, t. 18, p. 128; Al-Awsat, t. 5, p. 425; Al-Mustadrak, t. 3, p. 110; Ta’rîj Bagdâd, t. 4, p. 339; Ta’rîj Dimashq, t. 42, p. 102; Usud al-Gâbah, t. 3, p.
604; Kanzal-‘Ummâl, t. 11, p. 608.
[24] Dijo Al-Hâfidz Ibn Kazîr en Al-Bidâiah wa-n Nihâiah, t. 5, p. 214, transmitiendo de Adh- Dhahabî: “El Hadîz fue expedido en forma mutawâtir, de manera que tengo certeza de que el Mensajero de Dios (s.a.w.) lo dijo; en cuanto a “¡Dios mío! sé amigo de quien sea su amigo”, es un agregado que se encuentra en muchas de sus transmisiones siendo
su isnâd(confiabilidad de la cadena) muy fuerte.” Dijo Ibn Al-Ÿauzî en Asnâ Al-Matâlib, p. 48: “Estehadîz es hasan (bueno) desde este aspecto, sahîh (correcto) desde muchos aspectos,mutawâtir de Amîr Al-Mu’minîn ‘Alî (a.s.); es también mutawâtir del Profeta (s.a.w.), desde que lo transmitió un profuso número de transmisores de otro profuso número.” Dijo
Ibn Haÿar Al-Makkî en As-Sawâ‘iq Al-Muhriqah, p. 187: “Lo transmitieron del Profeta (s.a.w.) treinta Compañeros, y muchas de sus vías son sahîh o hasan.”
[25] Sura at-Taubah, 9: 128.
[26] Al-Mustadrak ‘alâ-s Sahihain, t. 3, p. 126, y dijo: “Este hadîz tiene una transmisión muy confiable (sahîh)”; Ta’rîj Bagdad, t. 4, p. 348, t. 7, p. 127, y t. 11, pp. 38 y 49; y dijo Al-Jatîb: Dijo Al-Qâsim: Le pregunté a Iahiâ ibn Mu‘în respecto a este hadîz y dijo: “Es sahîh”; Usud al- Gâbah, t. 4, p. 22; Tahdîb at-Tahdîb, t. 6, p. 320 y t. 7, p. 427; Kanz al-‘Ummâl, t. 6, p.
152; Faid Al-Qadîr, t. 3, p. 46; Maÿma‘ Az-Zawâ’id, t. 9, p. 114; Ar-Riâd an-Nadirah, t. 2, p.
193; Kunûz al-Haqâ’iq, de Al-Manâwî, p. 43; As-Sawâ‘iq al-Muhriqah, p. 73.
[27] Ÿâmi‘ At-Tirmidhî, t. 2, p. 299; Hiliat al-Awliâ’, t. 1, p. 64; Kanz al-‘Ummâl, t. 6, p. 401.
[28] Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 9, p. 113, y dijo: “Lo narró At-Tabarî, y es muy obvio que la pregunta del Profeta a Salmân respecto al secreto de la Wisâiah de Iûsha‘ legada por Moisés era con el objeto de dejar en claro que ‘Alî era el más sabio”; As-Sîrah an-Nabawîiah, de Ibn Is·hâq, p. 825, con leves diferencias en la expresión; investigación del Doctor SuheilZakkâr.
[29] Ar-Riâd an-Nadirah, t. 2, p. 194, y dijo: “Lo citó Ahmad en Al-Manâqib.”

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[30] Tahdhîb at-Tahdhîb, de Ibn Haÿar, t. 7, p. 338.
[31] Usud al-Gâbah, t. 6, p. 22; Al-Isti‘âb, t. 2, p. 462; Faid al-Qadîr, t. 3, p. 46; Ar-Riâd an- Nadirah, t. 2, p. 194.
[32] Tabaqât ibn Sa‘d, t. 2, p. 101, transmitido por Abû At-Tufaîl; Tahdhîb at-Tahdhîb, t. 7, p. 337, y dijo en él: “Preguntadme que ¡por Dios! que no me preguntaréis de nada a menos que os informe de ello. Y preguntadme del Libro de Dios, que ¡por Dios! que no hay aleya respecto a la cual yo no sepa si descendió de noche o de día…”; Al-Isâbah, t. 4, p. 270; Al- Isti‘âb, t. 2, p. 463; Tafsîr At-Tabarî, t. 26, p. 116; Kanz al-‘Ummâl, t. 1, p. 228.
[33] Sahîh Al-Bujârî, capítulo de la exégesis de las Palabras de Dios Altísimo: «No abrogamos ninguna aleya ni la dejamos en el olvido…» (Sura al-Baqarah; 2: 106); Al-Mustadrak, t. 3, p. 305; Musnad Ahmad, t. 5, p. 113; Hiliat al-Awliâ’, t. 1, p. 65.
[34] Al-Mustadrak ‘alâ-s Sahihain, t. 3, p. 135, y dijo: “Este hadîz es sahîh según la condición (para la aceptación de los hadices) de los dos Sheij; Tabaqât ibn Sa‘d, t. 2, segunda parte, p. 102; Usud al-Gâbah, t. 4, p. 22; Nûr al-Absâr, de Ash-Shablanÿî, p. 73.
[35] Ar-Riâd an-Nadirah, t. 2, p. 198; Al-Isti‘âb, de Ibn ‘Abdulbirr, t. 1, p. 8, y éste citó una serie de narraciones de algunos Compañeros con este sentido, y dijo: Y fue transmitido de ‘Umar de varias formas: “De entre nosotros Alî es el más capacitado para juzgar.”
[36] Al-Isti‘âb, t. 2, p. 463.
[37] Al-Mustadrak ‘alâ-s Sahihain, t. 3, pp. 111 y 499; Al-Isti‘âb, t. 3, p. 173; At-Tabaqât al- Kubrâ, t. 3, p. 15; Musnad Ahmad, t. 1, p. 368; Tahdhîb at-Tahdhîb. t. 3, p. 475; Usud al- Gâbah, t. 4, p. 20; Kanz al- ‘Ummâl, t. 5, p. 295; Ar-Riâd an-Nadirah, t. 2, p. 191; Maÿma‘ Az- Zawâ’id, t. 5, p. 321; Sunan al-Baihaqî, t. 6, p. 207.
[38] Magâzî Al-Wâqidî, t. 1, p. 147, capítulo: “Mención de los incrédulos que fueron muertos en Badr”; As-Sîrah an-Nabawîiah, de Ibn Hishâm, t. 1, p. 708.
[39] Ta’rîj At-Tabarî, t. 2, p. 514; Al-Kâmil, de Ibn Al-Azîr, t. 2, p. 154; Sîrah ibn Hishâm, t. 2, p. 100; Ar-Riâd an-Nadirah, t. 3, p. 137; Al-Mu‘ÿam al-Kabîr, de At-Tabarânî, t. 1, p. 297, h.
941; Ta’rîj Dimashq: Tarÿumah Al-Imâm ‘Alî (a.s.); Kifâiat-ut Tâlib, de Al-Kanÿî, p. 227, capítulo 69 respecto al Imam Al-Bâqir (a.s.); Manâqib Al-Juwârizm, p. 167, h. 200; Waq‘ah Siffîn, p. 478; Sharh Nahÿ al-Balâgah, de Ibn Abî Al-Hadîd, t. 14, p. 251, y dijo: “Un grupo de expertos en Hadîz transmitió esta narración, y es de entre las narraciones famosas.”
[40] As-Sîrah an-Nabawîiah, de Ibn Hishâm, t. 2, p. 244; Ta’rîj At-Tabarî, t. 2, p. 573; Al-
Kâmil, de Ibn Al-Azîr, t. 2, p. 181; Al-Mustadrak, t. 3, p. 32.
[41] Sura al-Ahzâb, 33: 25.
[42] Mizân al-I‘tidâl, t. 2, p. 17.
[43] Sura al-Anbiâ’; 21: 89.
[44] Sharh Nahÿ al-Balâgah, t. 13, pp. 283-284.
[45] En árabe esto es un juego de palabras, puesto que sandarah es un homónimo que significa una antigua medida de gran capacidad y es a la vez un sinónimo de león. ‘Alî (a.s.) utilizó esa metáfora para dar a entender que iba a matar a muchos de ellos. [N. del T.]
[46] Ta’rîj At-Tabarî, t. 3, p. 11, “Sucesos del año séptimo de la Hégira – La Batalla de
Jaibar”; Al-Kâmil, de Ibn Al-Azîr, t. 2, p. 219; Sîrah ibn Hishâm, t. 2, p. 334.
[47] Al-Mustadrak ‘alâ as-Sahihain, t. 3, p. 37, Kitâb al-Magâzî, y fue considerado sahîh y aprobado por Adh-Dhahabî en At-Taljîs.
[48] Sharh Nahÿ al-Balâgah, de Ibn Abî Al-Hadîd, t. 13, p. 278.
[49] Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 6, p. 180, y dijeron que fue narrado por Abû Ia‘lâ y At-Tabarânî enAl-Awsat, siendo sus riÿâl (integrantes de la cadena de transmisión) personas que transmiten lo confiable, a excepción de ‘Imrân ibn Dauwâr.
[50] Al-Mu‘ÿam al-Kabîr, de At-Tabarânî, t. 2, p. 186; Ta’rîj Dimashq, de Ibn ‘Asâkir, t. 2, p. 312. [51] Al-Mustadrak ‘alâ-s Sahihain, t. 3, p. 125.

[52] Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 9, p. 29, y dijo: “Lo narraron Abû Ia‘lâ y Al-Bazzâr en forma resumida, siendo el riÿâl (integrantes de la cadena de transmisión) de Abû Ia‘lâ correcto (sahîh), excepto Mahmûd ibn Jidâsh y Qanân, solo que ambos son suficientemente confiables (ziqah).”
[53] Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 9, p. 118.
[54] Al-Mustadrak, t. 3, p. 142, quien lo consideró sahîh, lo cual fue corroborado por Adh- Dhahabî.
[55] Sura Muhammad; 47: 9.
[56] Sura al-Qalam; 68: 4.
[57] Sura ash-Shu‘arâ’; 26: 215.
[58] Sura al-Qasas; 28: 68.
[59] Sura al-Ahzâb; 33: 33.
[60] Sharh Nahÿ al-Balâgah, de Ibn Abî Al-Hadîd, t. 12, p. 52.
[61] Sharh Nahÿ al-Balâgah, de Ibn Abî Al-Hadîd, t. 9, p. 22.
[62] Sura al-Mâ’idah, 5: 3.
[63] En las narraciones está claro que ‘Umar ibn Al-Jattâb dijo: “Ciertamente que el Profeta está delirando”, y los transmisores del Hadîz se percataron de la afrenta que encierran estas palabras por lo que, en algunas narraciones que muestran claramente que el que las pronunció es ‘Umar, las cambiaron con la expresión: “El dolor lo ha agobiado.”
[64] Sharh Nahÿ al-Balâgah, de Ibn Abî Al-Hadîd, t. 12, pp. 20-21, y dijo: “Ahmad ibn AbîTâhir, autor del libro Ta’rîj Bagdâd, mencionó en su libro esta narración como musnad (con cadena de transmisión documentada).”

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