La Ley Secular no dispone de tales particularidades, sino que gira dentro de los límites de la voluntad de quien la legisla y su conciencia social, la cual inevitablemente está sujeta a sus limitaciones e intereses, y refleja en el espíritu de la legislación su deficiencia e incapacidad. Esto, por supuesto, trae como resultado leyes que no están en lo más mínimo en armonía con las reglas naturales de la vida, que no pueden hacer frente a los requerimientos para un seguro desarrollo del ser humano. En realidad, hay abundantes oportunidades para interferir en estas leyes y transformarlas en objeto de juego bajo los deseos e impulsos de los gobernantes que las crean, cambian e incluso derogan, siempre que éstas no convienen a sus propósitos. Tales personas son descritas por el Corán de la siguiente manera:
«Por cierto que el diferir e intercambiar los meses es un incremento de la incredulidad con lo cual son desviados los infieles. Lo declaran lícito (para la guerra) un año e ilícito el otro, para hacer concordar el número de meses consagrados por Allah, de manera que hacen lícito lo que Allah ha vedado. Sus malas acciones les fueron adornadas; pero Allah no guía a los incrédulos”
Sura At-Tauba (9:37)
Por lo tanto, ellos asumen el poder de disponer o cambiar leyes, como si en el mundo de la existencia la verdad, la justicia y la ley natural no estuvieran establecidas, sino en relación a aquello que concuerda con sus propios intereses:
«Mas, si la verdad hubiera satisfecho sus concupiscencias, los cielos y la tierra, con cuanto encierran, se habrían desorbitado»
Sura Al-Mu’minun (23:71)
En resumen, la Ley Secular representa sólo la voluntad de sus creadores, y expresa sólo su ideología, deseos e intereses, lejos de la lógica de la verdad y la justicia en su real objetividad, puesto que la Verdad, a la luz de tales leyes, no es sino lo que concuerda con los legisladores, y la Justicia, para ellos, no es sino lo que sigue sus caprichos y protege su autoridad e intereses.