“Que Dios haga prosperar al siervo que escucha mis dichos (enseñanzas), los observa y los reproduce tal como los ha escuchado ya que, ¡cuántos portadores de conocimiento en realidad no son sabios, y cuántos pretenden llevar conocimiento a quienes son más sabios que ellos”.
“Cuándo escuchéis un dicho proveniente de nosotros, apresuraos a ponerlo en práctica porque muchos son los transmisores pero pocos quienes lo ponen en práctica”.
Los dichos del Profeta Muhammad, sus acciones, sus enseñanzas, componen en su conjunto la llamada sunna o tradición del profeta y constituye para todos los musulmanes la segunda fuente de donde se extraen los conocimientos del Islam.
Está claro que el sagrado Corán no descendió en el medio del desierto para que los hombres lo tomen y lo interpreten según sus pareceres, sino que la revelación de Dios siempre se hace sobre un ser humano elegido por su exaltada y piadosa condición, quien es instituido por Dios como profeta para guiar a la humanidad hacia el reconocimiento de Dios y la desobediencia a los falsos ídolos, a tiranos y opresores.
La sunna explica el libro, lo aclara , detalla sus contenidos, su ideología, sus leyes, sus creencias y normas educativas.
Estas dos fuentes tienen un carácter supra racional para el Islam, sin contradecir a la razón.
El Islam se presenta como una creencia fundada en la lógica y en una saber trascendente que ilumina y, a la vez, se confirma por el nivel racional humano y su naturaleza.
La aceptación del Islam supone un criterio racional, ya que en el Islam la fe por imitación o no fundamentada lógicamente -por elemental que sea ese fundamento-, no es aceptada.
En la tradición islámica se llama profecía interna a la razón humana (tanto a la inteligencia y pensamiento como a la parte emocional), en armonía con la profecía externa de los profetas que reciben la revelación divina. La última encauza y fortalece a la primera, no la niega ni contradice.
Con respecto al rol de la sunna profética en el conocimiento y práctica del mensaje islámico revelado el sagrado Corán dice:
“Dios es quien os ha hecho surgir un mensajero de entre vosotros que os purifica, os enseña el libro y la sabiduría, si bien estabais antes en un evidente extravío”. (SC. 62:12)
“Tomad aquello que os traiga el Mensajero y dejad aquello que os prohíbe”. (SC. 59:7)
“Realmente que tenéis en el mensajero de Dios un excelente ejemplo para quienes tienen esperanza en Dios y en el Día del Juicio”. (SC. 33:21)
“Te hemos revelado el recuerdo para que lo expliques a la gente lo que les fue revelado. Si disputáis por cualquier causa, acudid a Dios y al mensajero”. (SC. 4:59)
Extensión y recopilación de los hadicesTengamos presente que el Corán, la primera fuente en el Islam, no fue alterado, pero no ocurrió lo mismo con la sunna profética que debe referirse siempre al sagrado Corán como referente de su autenticidad o falsedad. Para los shiias, los dichos de los Imames o descendientes de la Casa Profética que se sucedieron en número de doce, como los doce apóstoles de Jesús o las doce tribus de Israel, amplían la sunna profética y son elegidos por Dios para guiar a la comunidad de los creyentes (Umma), de la misma manera que Dios eligió al profeta para esa misión. De acuerdo a esta interpretación, los Imames son herederos de la ciencia profética por voluntad de Dios y son los encargados de la permanencia del mensaje y su interpretación libre de desvíos y errores. Son garantes contra los desvíos y la avidez de los tiranos que suelen hacerse de los gobiernos para representar los intereses de los poderosos y oprimir a las masas.
Dijo el Imam Sadiq (P), el sexto de los Imames.
“Mi hadiz es el de mi padre, el de él es el de mi abuelo, el de mi abuelo el de su padre, el de su padre es el de Ali ibn Abi Talib (P), el de él es el hadiz del mensajero y el del mensajero el de Dios Altísimo”.
“No damos opinión personal respecto a nada, nuestra palabra es la del mensajero”.
Como se ve de acuerdo a estos dichos, el estatus de los Imames y su rol es el mismo del profeta, sólo que ya no se les revela un nuevo mensaje o libro. Desde el punto de vista coránico y para todos los musulmanes, la palabra del profeta, no es personal sino que representa la voluntad de Dios.
“No habla por propio impulso. No es sino una revelación que se la ha dado”
(SC. 3;4)
Desde un primer momento los musulmanes se consagraron a la recopilación de la palabra revelada y a los dichos y enseñanzas del profeta. Tanto en su memoria como en escritos, los musulmanes fueron transfiriendo estos conocimientos de generación en generación y con el tiempo se fueron compilando las grandes colecciones de hadices en obras de varios volúmenes que los agrupan por miles.