Características de la ética religiosa

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Se ha sugerido (Markham, 1998) que hay algunos puntos en común en todas las moralidades religiosas. Aquí explicaré cuatro de ellos como características de la ética religiosa: la creencia en un Ser sobrenatural; la dependencia en las fuentes religiosas; creer en la objetividad; y la verdad de los valores morales, y puntos de interés común.

En las religiones monoteístas existe un ser supernatural que tiene la autoridad sobre los seres humanos para decirles cuál es el ideal sagrado de la vida y mostrarles los caminos para alcanzar ese ideal. Los seguidores de cualquier religión que tengan alguna razón para creer en la verdad de esa religión no dudarán acerca de la autoridad de esa fuente.

La ética religiosa puede ser definida como un tipo de ética que adquiere su validez a partir de la autoridad religiosa. Por lo tanto, las enseñanzas “reveladas” de esa autoridad tienen el papel central de decidir qué es “correcto” o “incorrecto”. Las enseñanzas de esa autoridad se encuentran en las Escrituras de esa religión tales como la Biblia para los cristianos y el Corán para los musulmanes. Por supuesto, las fuentes religiosas para la ética no están limitadas a las Escrituras. Se ha sugerido (Markham) que pueden haber otras cuatro fuentes que usan las diferentes tradiciones religiosas cuando hacen juicios éticos.

La segunda fuente de la guía moral son las instituciones y las tradiciones de cada religión. Por lo general éstas son consideradas como secundarias (o suplementarias) a la primera fuente, es decir las Escrituras. En el Cristianismo, por ejemplo, los de la tradición Católica Romana hablan de la Iglesia como el mecanismo concedido por Dios para interpretar las escrituras en cada época. Como veremos mas adelante, en el Islam, la Sunnah es extremadamente importante en la formación de la ley Islámica.

La tercera fuente de guía moral es la razón humana. El papel de la razón en la guía moral tiene que discutirse independientemente. Sin embargo, en pocas palabras, puedo decir que tanto el Judaísmo como el Islam tienen una visión optimista de la humanidad. En ambos casos, el don de la razón humana, la cual nos distingue de los animales, es un recurso otorgado por Dios que debe ayudarnos a llegar al juicio moral correcto. En el Cristianismo, el tema es más complicado con la doctrina del pecado original. Sin embargo, la mayoría de las tradiciones cristianas comparten un sentido en el que, aunque el pecado ha deformado la capacidad que tienen los seres humanos de usar su razón apropiadamente, aún está activo. Realmente, es esta idea la que conduce a la doctrina Católica Romana de la ley natural. La teoría de la ley natural sostiene que todas las personas en todos los lugares, sin la ayuda explícita de la Revelación, son capaces parcialmente de entender la verdad moral. Por esta razón nadie tiene excusa alguna. Con respecto a la ley moral natural, el punto de vista autorizado de la Iglesia Católica Romana es el siguiente:

“El hombre participa en la sabiduría y la bondad del Creador el cual le da el dominio sobre sus actos y la capacidad de gobernarse a sí mismo con una visión hacia la verdad y el bien. La ley natural expresa el sentido moral original que capacita al hombre para discernir por medio de la razón el bien y el mal, la verdad y la mentira”.[1]

Se afirma que la cuarta fuente del conocimiento moral es el orden natural. Ian Markham (1998) sugiere que el Catolicismo Romano es la tradición mejor conocida que utiliza el orden mundial natural. Él hace referencia a la obra de Santo Tomás de Aquino (próximo a Aristóteles) quien creía que “Dios había desarrollado en las estructuras de su creación la ley natural” por lo cual “el telos de cada actividad es el propósito para esa actividad”. Markham da el ejemplo más conocido, el miembro reproductor masculino, el cual, según la doctrina Católica Romana, tiene el telos de la procreación. Es, por lo tanto, innatural –y del mismo modo inmoral –que sea usado para otras actividades tales como la masturbación o la homosexualidad, o no permitirle cumplir con su propósito natural por medio de la contracepción.[2]

La quinta y última fuente de los valores morales es la experiencia religiosa. Algunas tradiciones creen que tú puedes descubrir lo que Dios quiere para ti a través de la experiencia religiosa y la oración, la cual puede algunas veces estar en contra de la ética aceptada de una determinada época.

Todas las grandes tradiciones religiosas creen que las decisiones éticas son asuntos de la verdad y el descubrimiento. Aunque puede haber algunos desacuerdos entre las religiones con respecto al significado de la moralidad, están de acuerdo en el carácter de la moralidad. Para ellos la moralidad está arraigada en la estructura del universo y más allá de las decisiones humanas. Creen que los valores morales trascienden las comunidades humanas, basados, en algún sentido, en las estructuras del universo, y ligados a todas las personas en todo lugar.

A pesar de la complejidad de cada religión, uno de los puntos comunes entre todas las religiones es que todas consideran ciertos temas muy importantes para todos los seres humanos. Ahora nos referiremos a cuatro de esos temas: el compromiso de amar, la importancia de la familia, la importancia del ritual, y la protección de la vida humana.

Existe un compromiso compartido de amar y de compasión. Aunque estas cualidades se entienden de diferentes formas en las diferentes tradiciones, son virtudes reconocidas universalmente. En las dos próximas partes de este libro estudiaré la visión cristiana e islámica acerca del amor.

El segundo tema con el que uno se encuentra en las mayores tradiciones religiosas es la centralidad de la familia y el papel complementario del hombre y la mujer. En el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam, Eva (la mujer representativa) fue creada para ayudar a Adán (el hombre representativo). Todas estas religiones, lo permitan o no, consideran el divorcio como algo indeseable.

En todas estas religiones, el ritual tiene un papel central en la formación de la persona virtuosa. El ritual es el mecanismo por el cual la vida se hace religiosa. El ritual se relaciona con todos los aspectos de la vida, incluyendo el comienzo y el final de la vida. Los calendarios religiosos contienen ciertos rituales para días, semanas, meses y años especiales.

Ayunar en ciertos días sagrados es algo común en la mayoría de las tradiciones religiosas. El ritual ayuda a la moralidad y provee las disciplinas que protegen a la persona del pecado.

La mayoría de las tradiciones religiosas enfatizan en la centralidad y la importancia de la persona humana y la vida humana. La vida humana es considerada muy preciosa y debe ser respetada. Esto no quiere decir que no haya una condición bajo la cual pueda ser arrebatada la vida humana; la mayoría de las tradiciones religiosas permiten la guerra y la pena capital en ciertas circunstancias. Pero en sus visiones éticas se le da un estatus especial a la vida humana.

Después de haber discutido lo que por lo general se toma como características de todas las moralidades religiosas, entraré más en detalles sobre la ética cristiana e islámica, sus fuentes y algunos de sus temas metodológicos con respecto a su descubrimiento.

[1] Catequismo de la Iglesia Católica, 1999, nº 1954.

[2] Ver Markham, 1998, pp. 801-802.

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