EL PENSAMIENTO DE IBN TUFAIL
Ibn Tufail es una de las figuras más representativas de la cultura de al-Andalus, en el siglo XII, verdadero siglo de oro de la filosofía hispanomusulmana. Abu Bakr Muhammad Ibn Abd al-Malik Ibn Tufail al-Qaisí (hacia 1110-1185), latinizado Abentofail, nació en Guadix (la antigua Acci romana), en la región de Granada. Junto con Avempace y Averroes, Ibn Tufail es uno de los tres más importantes filósofos-médicos andalusíes del siglo XII.
Ibn Tufail ejerció la medicina en Granada, donde también fue secretario (katib) del gobernador de esta ciudad. Hacia 1154 pasó a ser médico y secretario de Sid Abu Sa’id, hijo del califa almohade Abd al-Mu’min (1095-1163), y a la sazón gobernador de Ceuta y Tánger. Posteriormente, en el año 1163, se convirtió en médico de càmara del califa Abu Ya’qub Yusuf (que reinó entre los años 1163 a 1184), puesto que ocupó hasta 1182 y que, suponemos que por razones de edad y de salud, cedió a Averroes (1126-1198). Tres años después, en 1185, falleció en Marrakesh.
La vida de Ibn Tufail, pues, se extiende a lo largo de casi todo el siglo XII, siglo en el que señorean en el Magreb y en al-Andalus los almorávides primero, hasta 1147, y los almohades después.
El fenómeno de esta época que más nos interesa destacar para enmarcar la obra de El filósofo autodidacto es el del sufismo y el de la recepción de la obra de al-Gazzalí (1058-1111), el Algazel de los latinos.
Un gran avance en la progresiva aceptación de la vía mística lo supuso al-Gazzalí, quien con sus obras —especialmente aquélla llamada Ihiá ‘Ulum al-Din «La vivificación de las ciencias de la fe»— , y con el ejemplo mismo de su vida, como es patente en susConfesiones(cfr. Algazel: Confesiones: El salvador de error, trad. de Emilio Tornero, Alianza, Madrid, 1989), trató de incorporar el sufismo a la ortodoxia, donde fue poco a poco considerándose, en generalm como un bien inapreciable y genuino de la comunidad islámica.
En el siglo XII, el sufismo constituía en el Magreb y en al-Andalus un fenómeno social ya considerablemente extendido y arraigado, muy unido a la introducción de las obras de al-Gazzalí, y dio origen incluso a importantes movimientos de oposición encabezados por determinados líderes carismáticos que asumían el papel mesiánico de mahdí, o bien guiado, para dirigir y gobernar los destinos de la comuniadd islámica.
En la época almorávide el sufismo fue mirado, en general, con muchas prevenciones y recelos, llegando a ser condenadas y quemadas las obras de al-Gazzalí y prohibida su lectura.
Con los almohades, en cambio, la figura de al-Gazzalí fue totalmente rehabilitada, pues se hablaba hasta de un pretendido encuentro de Ibn Tumart (1080-1130), el fundador del movimiento almohade, con al-Gazzalí, y la política hacia el sufismo fue evolucionando desde el rechazo al encauzamiento de las turuq (singular taríqa), o comunidades sufíes, hacia los intereses de los almohades.
Todo esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de leer El filósofo audidacto, pues en el Prólogo que Ibn Tufail mismo puso a esta obra dice que uno de sus puntos de partida es al-Gazzalí y, por otro lado, tenemos la noticia que el propio Ibn Tufail formaba parte de una taríqa cuyo maestro era un tal Abu-l-Hasan Ibn Abbad, médico que abandonó su cargo para dedicarse al ascetismo.
Las obras de Ibn Tufail que han perdurado son escasas. Hay algunas obras filosóficas como un tratado Sobre el alma del que nada sabemos, y algunos libros de Astronomía, que tampoco se han conservado. Respecto a sus doctrinas astronómicas, sólo tenemos el dato de que su discípulo Abu Ishaq Nuruddín al-Bitruÿí al-Isbilí (m. 1204), el Alpetragio de los latinos, dice de él que ideó un sistema sin epiciclos ni excéntricas, alejándose así de la cosmología ptolemaica y acercándose a la aristotélica.